Golpes nocturnos y otros miedos

Aliento

La oscuridad volvió a cubrir todo a su paso. Tal vez era media noche o simplemente las tres de la mañana, ¿Qué importaba? El silencio y la oscuridad seguían siendo los mismos.

Su sueño se había esfumado al igual que su tranquilidad desde aquel mensaje y aquellos golpes en el espejo.

No había que darle vueltas al asunto, nadie en casa tenía las mismas experiencias y no había escuchado a nadie cercano hablar de algo parecido, seguramente debía ser su imaginación.

Los espejos no producen ruidos extraños, a menos que esté por romperse o tenga algunas fisuras por algún golpe previo.

Ni siquiera lo pensó. Se levantó inmediatamente y encendió la luz, tomó aquel espejo de cuerpo completo y lo descolgó de la pared para revisarlo atentamente pero no encontró indicio alguno de sus teorías, simplemente volvió a dejarlo en la pared.

Caminó hacia la ventana y abrió ligeramente la persiana para ver al exterior, nada había cambiando pero había una sensación de incomodidad que empezaba a carcomer su interior. Cuando iba a volver a la cama, su mirada se dirigió hasta el patio de su vecino, no había nada fuera de lo común, sólo que el perro de este había empezado a ladrar con fuerza, viendo atentamente a su ventana.

Aquello la asustó demasiado, su piel se puso muy fría y apenas podía articular palabra y el intento de mover sus pies y salir corriendo fue poseído por un miedo totalmente inexplicable. 
Otra vez aquellos dos golpes.

No era en la ventana, ella estaba viendo por esta pero sabía de dónde provenía.

Volteó levemente hacia el espejo, encontrándose con nada más que su reflejo.

Se acercó lentamente a este y sólo se quedó observando atentamente cada detalle de ella misma. Sólo estaba ella.

Soltó un leve suspiro y volvió a la ventana, cerrando aquella persiana y apagó la luz. 
La leve iluminación era lo único que necesitaba para seguir aquella madrugada en vela, escuchando los ladridos de aquel perro.

Tenía miedo, por alguna razón la imagen del espejo rompiéndose frente a ella pasó por su mente y de un sólo salto volvió a reincorporarse.
Tomó la manta que la cubría y caminó hacia el espejo, cubriéndolo de inmediato.

Lo único que había en el espejo era su reflejo, y lo sabía. Pero saber que ella era quién se observaba desde el otro lado era su mayor miedo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.