Golpes nocturnos y otros miedos

Hola

Nunca debió entrar a su habitación.

Su madre y hermana habían entrada a la habitación y la revisaron de pies a cabeza, revisaron toda la casa para comprobar lo de aquella llamada, ella no estaba en casa.

Para cuando llegó a su casa, su madre parecía tener una crisis nerviosa. Su hermana estaba junto a su madre, consolándola y tratando de calmarla.

Su familia no creía en algún tipo de aparición o espectro del más allá, la posibilidad de aquello que hubieran visto fuese sólo producto de su imaginación, se hacía más fuerte.

Subió a la habitación. Al entrar sólo se encontró con la penumbra de esta y un extraño silencio que embargaba el lugar.

Se acercó al espejo lentamente y se apoyó en éste para poder observar más de cerca si había algún tipo de fisura o golpe.

Su mirada recorría lentamente aquel objeto hasta que su mirada se cruzó con la de su reflejo, notando a alguien parado en la esquina de su habitación, observándola con atención.

Sólo fue un golpe seco.

Su mirada fue desvió a los ojos de su reflejo por escasos segundos.

—Que demonios...—musitó con molestia—. Estúpido espejo.

No terminaba de decir eso cuando aquella sombra que estaba en la esquina de su habitación empezó a acercarse lentamente a ella. Aquella risa lúgubre volvió a escucharse, cada vez que esa sombra se acercaba a través del espejo la risa se volvía más fuerte.

Volteó inmediatamente dispuesta a enfrentar fuese lo que fuese pero, no había nada.

Se masajeó levemente la sien antes de darse un par de bofetadas que resonaron en la habitación. Volvió a mirar al espejo buscando aquella presencia pero su cuerpo se quedó completamente paralizado del miedo.

«Lena, ¿Por qué no me miras?»

Aquella cosa, fuese lo que fuese, sabía su nombre y había hecho algún tipo de contacto directo haciendo que retrocediera algunos pasos.

—Ni siquiera sé lo que eres...—susurró levemente, acercando sus dedos ante aquel mensaje, seguía sin poder borrarse— Estúpida imaginación.

—Qué... Grosera—una voz de ultratumba resonó con fuerza y ella volteó a ver la pared—. Lena... Estoy en el espejo.

Lena giró lentamente su cabeza y nuevamente, estaba su reflejo con una tétrica sonrisa, observándola atentamente.

—Hola Lena.

— ¡¿Qué demonios eres tú?!—Lena gritó con todas sus fuerzas, su cuerpo temblaba y su voz parecía flaquear pero estaba decidida a acabar con todo eso.

—Soy tú, tú eres yo—aquella voz tenebrosa soltó una risa macabra mientras su reflejo ladeaba levemente la cabeza—. Puedo estar en todos lados, me gusta jugar contigo por las noches.

—No eres real... Sólo eres producto de mi imaginación—ella cerró sus ojos con fuerza, antes de salir corriendo al exterior de su habitación y bajar hasta la sala, viendo a su madre.

Guardó silencio y sólo se sentó al lado de esta, abrazándola con fuerza. Buscaba de alguna forma calmarse.

Seguramente si le contaba a su madre, ella pensaría que estaba perdiendo el juicio.

— ¿Estás bien?—preguntó su madre antes de acariciar su cabello.

—Estoy... Bien—susurró levemente antes de levantar la mirada— ¿Puedo dormir contigo? Sólo por esta vez.

—Está bien, quiero descansar un poco, ¿Me acompañas?

Asintió levemente. Subió con su madre a la habitación con recelo, mirando de reojo la puerta abierta de la suya pero simplemente decidió ignorarla.

Se recostó junto a su madre y abrazó una de las almohadas. Entonces, junto a ella, podría olvidar todo.

 




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