Una fuerte presión en su cuello hizo que abriera los ojos de inmediato. Su respiración le faltaba y empezó a manotear y forcejear con aquellas manos que intentaban matarla.
«Imposible... Yo no», fue su único pensamiento al ver que quién intentaba matarla era ella misma, tenía la misma expresión terrorífica, su piel era más pálida y fría, las uñas empezaban a clavarse lentamente en su cuello.
—M-mamá...—masculló en un intento de pedir ayuda pero no recibió respuesta.
Giró levemente la cabeza y vio a su madre a su lado, tenía una expresión de horror y el cuello totalmente destrozado. Junto a ella sólo estaba su madre en un charco de sangre.
— ¡Lena, despierta!—escuchó la voz de su hermana, parecía lejana pero sólo alcanzó a cerrar sus ojos.
Volvió a abrir los ojos con miedo, viendo a su hermana y su madre a su lado, zarandeándola para que pudiera despertar. Sus expresiones eran de horror ante lo que estaban presenciando.
Ella mismo se estaba ahorcando, era ella quién se estaba auto mutilando.
Sus manos estaban cubiertas de sangre, su propia sangre rodaba por sus dedos.
—Y-yo no... Mamá, tengo miedo.