Good Bad Witch

unum

La primera vez que puse un pie fuera de mi nueva casa, fue justo una semana después y no fue por ser asocial, sino porque era un completo desastre y necesitaba ordenar mi casa antes de integrarme a la sociedad, aunque también necesitaba prepararme para escuchar sus comentarios mal disimulados hacia mi persona, las miradas de sorpresa, y temor al ver mis ojos, ver como se cambian de acera solo para evitarme, como si fuera  a dañarlos con solo acercarme a ellos, como si tuviera una enfermedad mortal que se les puede contagiar con solo respirar a unos metros de mí, esa era mi vida desde que escape, cambiar constantemente de ciudad o pueblo, buscar la forma de encajar y dos meses después me iba, sin dejar rastro alguno de mi existencia, lo que sabia que traía la calma de nuevo a sus habitantes.

Supongo que ese día iba tan metida en mis pensamientos que no note lo que pasaba a mi alrededor, no note cuando el semáforo cambio a verde y un carro casi me atropella, no note cuando un hermoso chico se tiró sobre mí, salvándome la vida, no note nada del exterior, solo aquellos hermosos ojos azules que no me miraban con miedo, sino con preocupación y ¿admiración? Y es que como era posible que aquel ser tan perfecto pudiera sentir admiración por una abominación como yo.

 

  —¿Te encuentras bien? me pregunto con una dulce voz, cualquier hombre se vería tierno e incluso aniñado con ella, pero para él era perfecta, era como si todo de el fuera perfecto, supongo que me quede tanto tiempo mirándolo como una completa boba, que no note cuando volvió a hablarme, no hasta que note una mueca burlona formarse en su rostro — Chica, en serio ¿Te encuentras bien?

—Eh…yo…digo esto, ¿sí? Sin duda mi respuesta sonó mas como pregunta, y pude confirmarlo cuando vi su ceño fruncirse aun más, se le notaba preocupado, y eso no me gustaba, de alguna forma aquel extraño me hacía sentir bien y no quería verlo preocupado o afligido— Si, me encuentro perfectamente

Y fue cuando salí de la ensoñación en la que estaba, sentí las miradas fijas de las personas en las calles, todo observaban con precaución la escena, como esperando el momento en que yo fuera a hacerle algo a aquel pelinegro frente a mí, como si esperaran que le concediera un deseo por salvarme o que tal vez lo matará por hacerlo, lo cual era absurdo, digo si bien en era bruja no podrán saberlo, al menos que llevará un cartel en la espalda o en la frente que dijera “Hey mírenme, soy bruja, pueden verme raro y como un fenómeno, juro que si se acercan los convertiré en sapos”

 —No pareces estar muy bien o, ¿es muy común hacer muecas a un chico, mientras lo observas en silencio? — volvió a hablar, haciendo que lo observará con curiosidad es que ¿acaso no me temía? ¿no sentía asco de mis ojos, como la mayoría?

 —¿Por qué sigues hablándome? — le pregunté con curiosidad, ganándome una vez más un ceño fruncido de su parte — deja de hacer eso, eres demasiado lindo para eso — «Oh, dios, no pude haber dicho eso…esta sonriendo, claro que lo dije»

—¿Así que soy lindo? — devolvió la pregunta con una sonrisa, aunque si pude notar un leve sonrojo en sus mejillas

—Debo irme, adiós respondí rápidamente y me aleje corriendo, ¿soy cobarde? Pero claro que sí, era un chico lindo y por más que me llamará la atención, que su perfume con un exquisito olor me llamará, era, soy y seré una abominación que tarde o temprano lo dañaría.

Porque eso hacemos las brujas, buscamos una forma de justificar nuestros actos, aunque sepamos que esta mal, hacemos sacrificios en forma de tributos para mantener un poder que tarde o temprano nos matará, podemos comprobarlo cuando hace años, sacrificaban a cualquiera que fuera acusado de hacer brujería, durante un momento eran buenos pero al siguiente eran tratadas de enemigos y terminaban siendo asesinadas, porque ese es el ciclo de vida que tenemos, nos escondemos, algunas ayudamos cuando podemos pero siempre teniendo cuidado de escondernos porque no queremos pasar lo que nuestros ancestros, no queremos morir solo por intentar hacer lo que creemos que está bien.

Por esa razón desde hace unos años, se declaró en lo que llaman el gran aquelarre que todas las brujas deben estar unidas, sin tener algún tipo de contacto con los humanos, sin importar si su magia sea blanca o negra, solo existe una unión y no importa quien sea quien; aunque eso ha causado problemas, son brujas y no puede haber humanos, aunque siempre hay algunas que no están dispuestas a seguir las reglas y salen del punto de reunión o pueblo donde viven a intentar vivir como humanos, lejos de toda esa democracia fallida que vivía en guerra, brujas blancas contra brujas negras, en batalla contante por comprobar que unas eran más fuertes que otras, esas que salimos corriendo, somos las llamadas «Buenas Malas Brujas» porque nunca decidimos si ver buenas o malas, solo nos alejamos y vivimos lejos de ellos, lejos de sus guerras, conviviendo con aquellos seres que nos consideran una abominación, aunque al final es lo que somos, ¿No?.

Volviendo a aquel chico, no fue la una vez que lo vi, volví a verlo a lo largo de la semana en la cafetería a una cuadra de la pequeña casa en que vivía, aunque esas veces era acompañado por una rubia despampanante, que en un principio creí su hermana, pero todo se aclaro cuando, el cuarto día los vi besándose, sentí algo en mi corazón oprimiéndose y fue cuando supe que las cosas se pondrían feas, y es que la única regla que debes seguir para estar fuera de la ciudad del gran aquelarre, es nunca sentir algo por un humano, no importa si es correspondido a no, seria como condenarte y condenarlo a una vida llena de sufrimiento, llena de color negro.



#46328 en Novela romántica
#21799 en Fantasía

En el texto hay: problemas, amorjuvenil

Editado: 16.02.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.