Quetzal Sallow
Tensé la mandíbula al escuchar aquella conversación que marcarían un antes y un después en mi vida.
__¿Qué haces aquí?
_Vine por ti, querido.
Al escuchar la voz de la mujer, mi corazón dio un salto y mi presión arterial estaba al cien. Rece para que no fuera nada de lo que mi mente traviesa estuviera distorsionando los hechos.
__No puedes hacerme esto. Lo nuestro termino.
_No decías lo mismo anoche. Cuando estuvimos juntos, revolcándonos dentro de ese Jacuzzi en el Emporio Hotel.
Al percatarme de lo que estaba escuchando, mis manos y mi cuerpo entero, adquirieron un temblor.
__Lo de anoche, fue un error.
_¿Y todas las veces anteriores también fueron un error?
Si alguien lucia miserable en estos momentos, solamente era yo. Si alguien estaba perdiendo el alma en estos momentos era yo.
Me encontraba entre la fina línea entre, empujar la puerta de la biblioteca de mi casa o dar la vuelta y perderme en un bote entero de nieve de chocolate.
Hice puño mis manos y mi odio hacia ese ser incremento lo suficiente.
Esta noche, era mi boda civil. Esta noche era mía. Era mi boda.
Ahora, esta boda se verá convertida en una boda con novia fugitiva.
Mis lagrimas descendían por mis mejillas. Mi maquillaje se había vuelto un asco pero, a pesar de ello, guarde silencio. Guarde silencio todo lo que pude.
_Nathaniel. Me juraste que, nunca te casarías con ella.
__Necesito salvar a mi familia.
_Yo puedo darte todo el dinero que necesites Nathaniel.
La emoción en las palabras de ella, me hacían querer vomitar.
__Es mejor que te vayas y, no vuelvas nunca mas Sarah. Lo nuestro, ha terminado.
Me acerco un poco mas y empujo la puerta de la biblioteca. Nathaniel, tiene entre sus brazos a Sarah, mientras deja unos leves besos en la coronilla.
Siento como mi corazón se apretuja y, poco a poco pierdo fuerzas.
__¿Quetzal?
Doy un ligero brinco en mi lugar y me aparto de inmediato de la puerta. Le hago una seña de silencio y él, calla. Me alejo a paso rápido de ahí, llevando conmigo a mi hermano mayor.