Quetzal Sallow
Toda la mañana la paso dando vueltas enredada en alas sabanas de algodón. Hasta que tomo la decisión de salir del Penhouse.
Al salir, lo primero que lo dio la bienvenida, fue el frío del invierno entrando por cada poro de su cuerpo. A pesar de tener un abrigo de piel de zorro, el aire se colaba por su cuello, mejillas..... era tan embriagador. El poder sentir el frío le hacia saber que, aun tenia sentimientos, aun, se encontraba viva.
Camino sin rumbo fijo, se negó así misma a subir a un taxi. Quería pensar un poco, quería concentrarse un poco en todos los acontecimientos que sucedieron el día anterior. Camino a paso lento por toda la avenida, las calle empezaban a llenarse de gente caminando rumbo a su trabajo.
Mientras Quetzal caminaba con la vista perdida y con los pensamientos llenos de odio, llenos de maldad pero sobretodo, llenos de dolor. Tanto dolor que se negaba así misma a aceptar ese hecho. Llego a una cafetería pequeña <Miel> a Nathaniel siempre le disgustaron este tipo de lugares. Siempre se negó a llevar a Quetzal a uno de esos cuchitriles, como él solía llamarle a ese tipo de cafeterías elegantes, cómodas pero con un potencial enorme.
Entro y, la campanilla de la puerta hizo un fuerte sonido, anunciando su llegada. Dentro del lugar no había nadie, pero, el fuerte olor a café recién hecho la hizo cerrar los ojos e inhalar profundamente el rico aroma de la mañana.
__Vete al carajo Nathaniel. Me perdí de muchos placeres y este, es uno de ellos.
Tomo asiento en una mesa de la esquina y espero pacientemente a que alguien llegara con ella.
No la decepcionaron. Una chica de piel blanquecina llego hasta su mesa. Toda ella gritaba <Albina> era una chica hermosa.
_Good morning ¿Are you ready for order?
__Yes, please.
Quetzal pidió a la mesera un café americano y un strudell de manzana. Degustó el strudell lentamente, saboreando el intenso sabor de la manzana, lo cremoso de la corteza y sobretodo, lo crujiente que estaba pero a la misma vez, lo suave de este. El café era una maravilla. El sabor tal y cual le gustaba a Quetzal.
Cuando salió de la cafetería, se encamino a una plaza que la chica de la cafetería le había informado. Y efectivamente, la plaza solo estaba a un par de cuadras y, era enorme.
A pesar de ser la única hija de Rey Sallow, el empresario, fundador y presidente de Sallow Interprise Mode, Quetzal amaba las cosas simples y bellas. Aunque a veces se daba unos gustos bastante..... lujosos.
La primera tienda que le dio la bienvenida fue Chanel seguida por Tiffany & Co, Celine entre otras. Unas de sus principales marcas de ropa y bolsos favorita y porque no decirlo, sus joyas preferidas.
Dentro de la plaza el tiempo se fue rápido, para cuando se dio cuenta, ya eran las cinco de la tarde y era hora de regresar a su lujoso Penhouse.
Pero no sin antes, llevarse un par de cosas de cada tienda de ese lugar. Sobre todo, de la tienda que se encontraba en la segunda plata de la plaza <Prada>
Al llegar al Penhouse repleta de bolsas de marcas de lujo, uno de los guardias le ayudo con las cosas. Le hizo saber que el bar de la planta baja se encontraba abierto en esos momentos y, que la pista de baile abrirá a las nueve de la noche. Quetzal quedo sorprendida ante eso. No tenia idea alguna de que Rey, tuviera un bar y una pista de baile dentro de este lugar en la planta baja.
Asintió con un movimiento de cabeza hacia el guardia y se despidió de él una vez que las puertas del elevador cerraron.
Dejo salir un suspiro profundo y negó un tanto divertida.
__¿Qué otra cosa haz estado ocultando, Rey?
Una vez las puertas se abrieron, tomo las bolsas y se fue directo a la habitación. Como la noche anterior, todo el lugar olía delicioso. El gruñido en su estomago brotó desde su escondite. Pero se negó a ir, no sin antes, darse un buen baño.
Se cambio y se puso uno de los vestidos que había comprado. Un vestido color negro grisaceo, con transparencias, adornado con mucha pedrería. El escote en v, pronunciado dejando poco a la imaginación, sostenido por unos pequeños tirantes al hombro. La gargantilla de de candado que había comprado en Tiffany & Co, daba el toque excepcional alrededor de su cuello. El maquillaje clásico, resaltando sus labios gruesos con un labial rojo apple. Su cabello recogido con algunas cuantas horquillas.
Se miro en el espejo y, le gusto lo que miró. No era propio de ella vestirse de esa manera. Siempre guardaba un poco las apariencias. Excepto cuando fue su despedida de soltera dentro de esa discoteca. No es que fuera una santa, es que, simplemente le gustaba ser reservada al momento de mostrar su cuerpo.
Se fue directo a la cocina y, encontró de nuevo todo de la misma forma que la noche, en la cual ella llego.
Disfrute de su cena
Señorita Sallow
CK
Esta vez, la nota, tenia un ligero olor a perfume. Quetzal frunció el ceño en el momento en el cual, lleno la nota cerca de su nariz. Madera, sandalo, cedro..... notas cítricas. Quetzal dejo salir un gemido ahogado al reconocer esos aromas. Le fascinaba cuando alguien utilizaba ese tipo de aromas, le llamaba la atención, le hacían sentir extremadamente..... excitada. Meses atrás le había regalado a Nathan un perfume parecido, pero, él, se había negado a usarlo, alegando que no era ganado para que lo marcara.