Quetzal Sallow
Déjame entrar en la alberca de tus ojos
Déjame entrar en la alberca de tu ombligo
Yo no te obliga nena, déjame entrar
Déjame entrar en toditos tus rincones
Déjame entrar en toditas tus pasiones
Déjame entrar a tu alma, déjame entrar
__Quetzal
Quiero vivir en tus muslos ser tu dueño
Quiero vivir en la casa de tus sueños
Yo quiero todo contigo, déjame entrar
__Quetzal, Vamos..... Quetzal es momento de levantarse floja.
Escuchaba la voz tan cerca pero a la misma vez tan lejana, sentía como algo caliente recorría su cuello y clavícula, dejando un leve cosquilleo en el recorrido. Lo único que podía hacer era mover sus párpados pero no podía levantarse, era como si algo muy pesado le impidiera abrir los ojos.
Sentía un leve escalofrío recorrer su cuerpo, un ligero cosquilleo en el costado izquierdo, era como si alguien estuviera jugando con cada parte de su ser. Se removió un tanto..... confortante, dejando salir un gemido satisfactorio de su boca cuando sintió un ligero mordisco en su pezón.
Deja clavarme ya, en la alberca de tú oído
Deja clavarme ya y, déjame entrar
Para cuando finalmente logro abrir los ojos, la luz del sol ya estaba inundando su habitación. Se sintió mareada por unos momentos, los ojos los sentía hinchados a punto de explotar de dolor, pero, su parte intima la sentía punzante de dolor.
Quetzal sonrió, cerrando sus ojos y se estiro entre las sabanas, dejando al descubierto sus senos duros y con un leve dolor punzante en ellos. Frunció el entre cejo cuando la sabana hizo contacto con ellos. Dejo salir un suspiro y, se puso de pie inmediatamente.
Su mirada se fue directo a sus pezones. Ambos, estaban mojados y doloridos. No recordaba haber jugado con ellos.
Se fue directo a la ducha y tomo un baño.
Cuando llego a la cocina el desayuno estaba caliente y servido. olía de maravilla la cocina.
__Café, buen día.
Murmuro oliendo el café y bebiendo de inmediato.
Buen día Señorita Sallow
El desayuno esta listo
Buen provecho
K.
__¿Quién carajos es K? esto ya no me esta gustando.
Su cuerpo se congelo por unos breves instantes. Por instinto, tomo la nota escrita y la llevo directo a su nariz. Olía igual. La hizo sentir maravillada y a la misma vez, un tanto curiosa. Aun cuando su pequeño corazón dio un vuelco al saber que, alguien le dejaba esas notas sobre la encimera de la cocina.
__Puedes tener todo lo que deseas Quetzal. Tómalo para ti. Aunque en el proceso, te vuelvan a lastimar por completo.
Se dijo para ella misma. Aunque muy en el fondo sentía que en cualquier momento colapsaría. Guardarse las cosas en el fondo de su corazón e ignorar lo que había pasado solamente la podían llevar a un solo lugar. Tristeza y vació dentro de ese corazón.
__Tengo que averiguar quien carajos es K. Pero mientras sucede, tengo que encontrar donde quedarme. Necesito estar lejos del ojo de Rey.
No es fácil sobrellevar una ruptura de corazón. Al menos Quetzal hacia el intento por mantenerse activa. Mantenerse ocupada era lo que había aprendido conforme pasaban los años, no era bueno para la familia Sallow, mostrar sus debilidades. Ser débil solo te podía llevar a un solo lugar y eso era, en palabras de su padre "un fracaso" y Quetzal no sería un fracaso.
Apretó la mandíbula y dejo su desayuno a medio terminar, se fue directo a la habitación y se vistió de inmediato.
Haría una visita muy importante y, para eso, necesitaba ponerse su mejor traje. Había llegado el momento de darle un buen uso a lo que había comprado en esa gran plaza. Tenia dinero de sobra, fuera del alcance del ojo de su padre. Aunque si él, hacia el esfuerzo suficiente, en menos de una semana, daría con mi paradero.
Quetzal estaciono el auto y quito las gafas de su rostro, mientras fruncía el entre cejo al ver la casa. No era a lo que estaba acostumbrada pero por algo se empezaba. Sentía una curiosidad enorme al entrar en ese lugar. Necesitaba estar sola, alejada de todos. Había buscado casas en línea y había encontrado un par de ellas. Aunque estaba acostumbrada a vivir en casas bastante lujosas y con enormes jardines, la casita frente a ella, parecía ante sus ojos, una casa de muñecas. Pero no tenia nada que envidiarles a las casas de su padre. La casa era lo suficientemente cómoda, dos plantas, tres recamaras, cocina, sala y comedor, una pequeña chimenea y el cuarto de lavado se encontraba en el pequeño patio de la parte trasera de la casa. El césped cubría el suelo del patio.
Bajo de su auto y camino decidida. Al tocar el timbre, una mujer abrió y le permitió el acceso.
Dos horas mas tarde, tenia un trato. No había comprado la casa pero si pagaría renta durante un buen tiempo.
Se miraba al espejo, vestía unos pantalones de mezclilla rotos de los bolsillos traseros, una camina blanca de manga corta y unas sandalias, se había hecho una coleta alta y, había optado por un labial rojo quemado.