31 de octubre
El día había comenzado como cualquier otro. Se despertó temprano para hacer yoga, luego fue a darse una ducha larga y, después de cambiarse, bajó a desayunar. La plática con su abuelo y su padre fue amena, recordaron al chico desastre del año pasado. En la anterior fiesta de Halloween, un tipo vestido de Mario Bros había bebido tanto que terminó haciendo todo un espectáculo en la planta alta. Se subió a bailar a una mesa, intentó saltar a la que estaba contigua, pero, por su estado, no lo consiguió. Cayó encima de un par de chicas, a una le vomitó el escote de su disfraz de sexy pirata. Luego, cuando sus amigos lo intentaron sacar, terminó cayendo por las escaleras porque el tipo que lo sostenía lo soltó para tomar una llamada. Lo más gracioso fue que cuando llegó, rodando, a la primera planta, se levantó como si nada y salió por la puerta tambaleándose seguido por sus amigos. El video de su caída estaba en YouTube y tenía cientos de miles de visualizaciones.
Su padre la obligó a no trabajar tampoco esa noche para que fuese a la fiesta de disfraces a la que la habían invitado en la universidad. Sería en casa de Edgar, un amigo de David, que estaba en la carrera de Ingeniería Civil. Realmente su abuelo y su padre la habían intentado persuadir por las buenas de que se tomara la noche libre, luego de diez negativas fue que aquello tuvo que convertirse en una orden que ahora estaba obligada a cumplir.
Viajaba en autobús cuando recibió un mensaje privado en su Instagram que la dejó extrañada. Era Alan. Después de que lo conociera en los exámenes de ingreso para la preparatoria —era el mejor amigo de Tobías—, su amistad creció un poco, no tanto como si él se hubiese quedado en Bocanegra, pero se llevaban bastante bien y mensajeaban a veces en sus SNS; además, resultó ser primo de Aileen, por lo que en esos años se habían visto en muchas ocasiones. Lo extraño de que él le hubiese mandado un mensaje era que tenía desde junio que no hablaban. Un mes más que con Tobías.
Abrió el mensaje. Alan tan directo cuando quería.
»Cmo lo llevas?
Decidió hacerse la tonta, no quería que él supiera qué era lo primero que se le venía a la mente con ese tipo de preguntas.
»Creo que bien. Las clases me gustan en su mayoría, aunque hay varios profesores a los que no tolero. Uno es un misógino de shit.
Cambió la canción que acababa de comenzar. Para nada tenía ganas de escuchar a los Deftones. Sí, tenía demasiados recuerdos de Tobías con esas canciones. En realidad, se podría hacer una película con las vivencias de Emilia y Tobías y Deftones podría ser el único grupo que aparecería en el soundtrack.
»Haré cmo que te creo… En serio? Vaya, que mal. Ahora, lo imxtant, simplement así va a qedar todo? Ya no hablaras tampoco tu con el?
Emilia se quedó viendo el mensaje. Prefirió prestar atención a que Alan nuevamente estaba abreviando de más sus mensajes que al hecho de que al parecer todo el mundo había visto claramente sus sentimientos hacia Tobías. ¿De verdad Tobías también lo había notado y por eso le había dejado de hablar? ¿Tan malo era eso? ¿Qué tipo de persona era para causar eso en él?
»Él es quién ya no quiere mi compañía. No voy a presionarlo, ser una molestia no es lo mío… Las amistades no deben ser forzadas.
Alan no le contestó más ese día.
Llegó a la universidad a las nueve con veinte. Los viernes tenía las tres primeras horas libres. Cuando entró al campus, David corrió a su lado, había estado tirado en una jardinera, bajo la sombra de un árbol. Llevaba bermudas —casi siempre las llevaba—, ese día eran caqui. Los colores de su tank top le combinaban a sus tenis.
—Bonita camiseta —le sonrió y luego lo saludó con un beso en la mejilla.
—Tengo debilidad por las cosas hipster, no se me puede culpar.
Margarita se les unió. Como siempre ella iba en jersey y jeans. Si no fuese porque los colores de sus prendas eran distintos, ella podría pensar que ambos eran parte de alguna serie animada.
—Los dos son bastante hipster, según yo. Aunque tú —le dijo a David— eres hipster skate y tú —volteó con Emilia— eres hipster hippie.
David se movió un poco hacia un lado y levantó el mentón, mirando a Margarita con gesto de «¿qué?». Emilia se soltó a reír. Alzó la mano bien alto.
—Difiero y clasifico la acusación como falsa. David es estilo David y yo soy estilo Emilia. No hay más.
—El jurado falla a favor de la señorita acusada. Este caso está cerrado —dijo David con voz gruesa.
—Tú también eres uno de los acusados —Margarita lo empujó por el hombro con la palma—, no puedes ser el jurado.
David le puso la mano encima a Margarita, apretó su cabeza sin mucha fuerza e intentó girarla mientras ella buscaba golpearlo. Era divertido ver esa escena porque se veía justo como en las caricaturas. David era demasiado alto y sus brazos muy largos, así que mantenía bien a raya a Margarita que soltaba y soltaba golpes sin poder acercarse.
—Pooor cierto… Sí podré ir está noche a lo de la fiesta. Más bien parece que mi padre me está obligando a ir.