Gotas de lluvia bajo las olas brillantes(inuit,ballenas)

LEYENDA"Sivúsuarluk quaumailuma" (orca lobo)

Leyenda
"Sivúsuarluk quaumailuma"
    (orca lobo)

Había una vez un hermoso husky siberiano blanco y negro llamado quinaque. desde su nacimiento, quinaque destacaba por su gracia y su pelaje parecía estar teñido de los propios colores del invierno, lo que le otorgaba una belleza indescriptible.

Sin embargo, no era un husky común y corriente, en él habitaba una chispa mágica, legado de ancestros lobunos capaces de transmutarse en orcas marinas, señores del océano. La llamada de las aguas era irrefrenable para él, una conexión intrínseca que resonaba con misterios oceánicos aún por descubrir.

Un gélido amanecer, Quinaque tropezo con un iglú donde habitaba un chamán venerado, la luz de un relicario le llamaba. El encuentro despertó la energía latente en su ser, un collar ancestral revelandose como la llave de su poder septentrional, el chamán del clan anunciaba la profecía cumplida: Quinaque reabriría el portal de la metamorfosis negado a su especie eones atrás.

Con cada zambullida, su forma canina cedía ante la elegante figura de una orca. El éxtasis de la libertad marina fue suyo, danzando entre olas y trinos de ballenas, Quinaque había recuperado un legado arrebatado, restaurando el equilibrio entre dos mundos.

Resultaba que este don no era exclusivo, lobos de antaño compartían esta habilidad, aunque pocos ansiaban abandonar la tierra bajo sus garras. Pero los huskies, descendientes directos de esos seres legendarios, portaban aún el don de la transformación, un vínculo incólume con el etéreo.

Con el transcurso del tiempo, la leyenda de Quinaque, el 'Husky Orca', o 'nieve' en la lengua de los esquimales, echó raíces en el corazón de las generaciones, un testamento viviente de la esperanza y sabiduría que irradiaba su ser. Lobos y humanos por igual lo reverenciaban, y relatos de sus periplos sobrenaturales sembraban ensoñación por doquier.

El Husky Orca, Quinaque, se erigió como estandarte de aquellos que soñaban con la unión de mundos y seres diversos. Su don era un faro para quienes creían en la magia, un estímulo para reconocer y liberar el potencial sobrenatural que reside en la esencia de todos.

Con su legado, Quinaque, enseñó que más allá de las divergencias o adversidades, reside en nosotros una fuerza sublime, capaz de trascender lo imaginable y tejer lazos entre lo terrenal y lo místico.

 




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