Gotita de luna

Capítulo 8

Al día siguiente, Ita despertaba un poco adolorida pero con una gran sonrisa, pues había quedado muy satisfecha, se levantaba de la cama y miraba a Astaroth durmiendo. Al verlo, su sonrisa se borraba cambiando a un rostro serio, tomaba una bata de baño. 

 

Ita: “mierda, ¿que hice?” -pensaba frustrada, se metía a bañar. 

 

Al terminar salía con la bata puesta, caminaba hasta la cama mientras se secaba el cabello con una toalla pequeña, pensaba si despertar al hombre y correrlo, pues aun no quería que este supiera de su dimensión. Y sin saber que hacer, solo desaparecía el hombre de ahí, sin saber donde lo dejó. 

Salía de la habitación en bata y sin zapatos, dirigiéndose a la cocina, pero se daba cuenta de la gran espada de moño rojo que se encontraba en el sofá, se acercaba a ella, la tomaba para apreciar la belleza de esta, le quitaba el moño y acariciaba la hoja de esta, admirando hasta los detalles más pequeños.

 

Ita: Mierda, Es bellísima~ —decía entre un rubor en sus mejillas, pues era el regalo más bonito que le había dado Belzebú.— El año pasado sólo me regaló unas calcetas. Pero esto es hermoso! -decía emocionada, con ganas de ya usarla. Pero… Su sonrisa se borraba de repente, pues pensaba-  ¿A qué hora la trajo aquí? -La chica cortaba un poco su dedo con la espada, dejando caer una gota de sangre al piso. proyectando con sangre lo que había pasado en su dimensión mientras no estaba. 

 

Imitando la técnica de Maria de las cenizas, con la que le mostró su historia de muerte a Ita. Pero la única diferencia es que la chica lo hacía con sangre.

 

Miraba que después que Bel se había encargado de los cadáveres llegaba a la dimensión de ella ya con la espada en mano, se dirige a la cocina para prepararse un café pero escuchaba los dos disparos diferentes que provenian de la llamada, para después quedarse en el silencio absoluto, cosa que hacía que cambiara leve su expresión a preocupado

 

Bel: ¿Por qué no dices nada? -Al no tener respuesta hacía rápidamente una videollamada- Mierda, contesta -decía con un leve tono enojado, pero cuando ella le contestaba sentía un gran alivio, pero luego siguió el regaño, pues no le pareció correcto las acciones de la chica. 

 

Al colgarle, se sentaba en el sofá para pensar lo que había pasado. al tranquilizarse pensaba que fue muy duro con ella. Hacía aparecer una pluma, un post it y escribía “Lo siento” y la pegaba en la espada y se preparaba para irse, pero lo pensaba un poco y se volvía a sentar esperándola un poco más, pues prefería disculparse en persona que solo dejar una nota. A los minutos sentía la presencia de la Astaroth, extrañando por que ya era tarde, creía que solo iban a hablar o planear algo. pero al escuchar los repentinos gemidos provenir de la habitación de la chica, sin pensarlo, se levantaba sin ninguna expresión, arrancaba el post it de la espada y se iba

 

Ita: -Al terminar de ver lo que había pasado, sin pensarlo pateaba con todas sus fuerzas la mesa central de la sala, lastimándose demasiado su pie derecho descalzo.- Tch, mierda! -se sentaba a retorcerse del dolor, pues como tenía muchas emociones encima, no pudo usa su gran fuerza para destruir la mesa sin que le doliera, en cambio estaba como humana con el pie lastimado- 

 

Se iba a ahí, sin antes bloquear a Bel de llamadas, mensajes y negarle el acceso a su dimensión.

Y al llegar a la casa de María, entraba a su habitación y se cambiaba sin ponerse nada en el pie, se sentaba en la cama para ponerse una blusa y abrían la puerta

 

María: Oh, llegaste, pensaba dejarte tu regalo en la cama~ ¿cómo te fue en tu cita con el guapo? Cuéntame todo -decía aquella mujer  monstruo con un regalo en manos, feliz por ver a Ita y emocionada por el chisme. Pero al ver el pie de Ita ya hinchado y rojo se preocupaba- ¿qué te pasó?! Otra vez te lastimaste con los entrenamientos de ese hombre?! Maldito Belzebú, ahora sí me las va a pagar

 

a Ita siempre le alegraba mucho estar con María, verla sonreír, enojarse, preocuparse por ella. la llenaba de vida y sentía que sus problemas desaparecían solo estando a su lado

 

Ita: Ayer no hubo clases, y hoy es domingo. Así que él no me lo hizo, tranquila, yo sólo… Me tropecé -decía algo nerviosa, pues no le gustaba mentirle a  María-

 

María: -dándose cuenta que Ita le estaba mintiendo, pero no decía nada, ya que entendía que la chica no le quería decir. Se sentaba a un lado de ella, dejaba el regalo a un lado- cuándo te enseñará ese hombre a sanar? No me agrada eso que dice que “una espada se forja a golpes” 

 

Ita: -recordaba algo y no sabía si sentir bonito o sentirse mal.- de hecho, me regaló por mi cumpleaños, una espada de acero de damasco. Esas espadas tienen un proceso tardado, pues tienes que forjar varias capas, así le otorgan a la espada dureza, una gran resistencia al desgaste, además el acero de damasco es uno de los más filosos y flexibles. -sonreía levemente mirando al suelo- Y tal vez no es el  mejor acero o la mejor espada al igual que yo. Tal vez no lo dice correctamente, pero entiendo su mensaje. Debo aprender a tener paciencia para seguir forjando mis poderes, saber sanar con el tiempo y a ser fuerte por mi cuenta, no depender de mi poder y usarlos a cada rato

 

María: Entiendo, mi niña. Pero no eres una espada, eres una mujer y siento que debería de tener más cuidado nada más. 

 

Ita: -la volteaba a ver seria- Pero si nos volvemos a encontrar con un ángel o alguien más que nos quiera hacer daño. Ellos no van a tener piedad solo porque soy mujer. como la otra vez. 

 

María: -solo suspiraba, pues sentía que la chica tenía razón, la abrazaba un poco y al separarse, ponía su mentón el la frente de la chica, pues no tenía labios para darle un beso- no quieres abrir tu regalo? lo hice con mucho amor -decía con una voz amable y dulce como siempre, mientras tomaba el regalo y se lo entregaba a Ita-




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