María: Arthur? -le sorprendía ver a aquel hombre congelado, pálido y temblando.- Por mi diosa del todo. ¿Qué te ocurre? -volvía a su forma esbelta de 2 metros y cabello largo de siempre- Arthur? -al ver que aquel hombre no reaccionaba, cubría al hombre completamente con su cabello para hacerlo aparecer en la casa de ella, mientras también ella desaparecía de ahí entre su abundante cabellera.
Al estar ambos en casa, María tomaba a Arthur de ambas manos y lo dirigía al sofá.
María: toma asiento. ¿Quieres un tecito? -La mujer realmente se preocupaba por aquel hombre que amaba en "secreto". Aunque es muy evidente que lo desea con todo su ser-
Astaroth: … -sorprendido miraba aquel monstruo tomándolo de las manos, no entendía el ¿por qué estaba siendo amable con él? o ¿por qué lo había llevado a su casa?- Claro, si no es mucha molestía. -la soltaba de las manos y tomaba asiento.-
María: No, claro que no es molestia. -decía aquella agradable mujer con un tono muy dulce, como de costumbre. Iba a la cocina a encender el pocillo con té de cedrón, y mientras que este se calentaba buscaba el pan más rico para darle a Arthur- ¿Quieres un beso o unos calzones rotos?
Astaroth: -Al escuchar aquella pregunta se sorprendía, pues no creía que María fuera tan atrevida y se sonrojaba completamente, ya que lo había tomado por sorpresa- Di-Disculpa?
(¡Diablos, señorita!)
María: una oreja o algo más llenador como un niño envuelto?
Astaroth: … -ya sin saber cómo reaccionar, pues ahora no sabía si estaba hablando de canibalismo- No… No soy ese tipo de demonio. Esos son más los gustos de Belzebú.
María: Eh? de qué hablas?. Mira, mejor llevo todo y eliges el que quieras. -La mujer tomaba la canasta donde tenía el pan y la colocaba en medio de la mesa, se regresaba por el niño envuelto que estaba en un plato aparte, colocándolo a un lado de la canasta- También hay cuernitos y conchas. -se emocionaba por lo hermoso y apetitoso que lucía el pan y después volteaba a ver Arthur- ya vente, cómete un pan, cómete un pan~ -si no fuera por su forma monstruosa, aquella mujer estaría sonriendo tan emocionada con rubor en sus mejillas- mientras sale el té. Ita y Aza siempre me traen pan del día. Y mi niño me trae postres de otros lugares, como los calzones creo que dijo que son chilenos. La otra vez me trajo unas cosas que parecían gorditas, pero dijo que se llaman arepas, mmm, creo que eran venezolanas o colombianas, pero estaban deliciosas!! En todos mis años muerta nunca sentí la necesidad de comer hasta que conocí a mi niña~ (Ita) Ah, y la otra vez—
Astaroth: -no tan feliz por la situación, se levantaba del sofá y tomaba asiento, mientras la mujer seguía hablando tan felizmente. Miraba todo el pan y después miraba aquella mujer aún de pie que aún no cerraba la boca- ¿Por qué estás haciendo esto? -preguntaba serio sin expresión alguna, interrumpiendo a la mujer monstruo.-
María: -lo miraba inocente y confundida a la vez- Mm?, pues para alegrarte un poco. Se ve que necesitas a alguien a tu lado en este momento difícil.~
Astaroth: Puedo tener a cualquier mujer hermosa a mi lado, a cualquier hora del día. -sus palabras eran frías, pues el hombre estaba a la defensiva, ya que no estaba acostumbrado a recibir tanta amabilidad sincera de parte de nadie- Quién dice que necesito la compañía de un alma en pena como tú?
María: -suspiraba, pues le había dolido lo último que había dicho- Lo sé, sé la clase de persona que eres Arthur, pero eso no va a afectar en la manera que yo te trate. Con nosotras te has portado amable, nos has ayudado y estoy muy agradecida por eso. Y te lo digo con todo mi corazón, te aprecio mucho Arthur y agradezco todo lo que haz hecho por nosotras -decía entre una sonrisa confiada y tranquila’-
El hombre la miraba sin decir ni una sola palabra, ya que se veía que aún no estaba convencido del todo y dudaba de las palabras de María.
Cosa que la mujer notaba y se molestaba un poco por eso.
María: Mira, yo no te estoy obligando a nada, no estas atado de pies y manos, si no quieres mi hospitalidad y compañía, pues a chingar a su madre papasito, ahí está la puerta. -iba a la cocina a apagarle al pocillo, y mientras servía dos tazas de té le decía- Sé que no soy una hermosa super modelo, ni siquiera estando viva era bonita. Y tampoco tengo cosas valiosas que ofrecer o presumir pero… -llegaba nuevamente con él, ya con ambas tazas de té en mano, le daba una y tomaba asiento- Pero te estoy ofreciendo un lugar donde puedas desahogar, donde nadie te va a juzgar por cómo te vistes o tienes, un lugar donde te sientas siempre acompañado y en casa. ¿Qué dices?.
Y gracias a esas últimas hermosas palabras de María y su rara forma de ganarse la confianza de los demás, hacía que Astaroth se quedase en la casa con María, comenzando a sincerarse con ella y comenzando a disfrutar de su compañía. Pues María era una mujer muy amable y pura, que le gustaba tener compañía, escuchar y ayudar a los demás, y casualmente Astaroth era un hombre solitario que necesitaba la sincera compañía de alguien.
María: Puedo hacerte una pregunta muy personal -Preguntaba después de que ya habían hablado un rato, terminado su té y comido un poco.-
Arthur: ¿Sobre mi pasado? -suspiraba algo frustrado.-
María: Sí, cómo supiste?. -Al escuchar la respuesta de Arthur, que sabía que la pregunta era relacionado a su pasado, dudaba un poco si hacer la pregunta, pues sentía que le preguntaban mucho sobre ese tema y a él le molestaba- Amm, si te molesta, mejor no. -decía algo nerviosa, pues lo que menos quería era incomodar.-
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Editado: 02.06.2025