Gp Amore

Capítulo 17

Despierto y resulta que me encuentro en mi casa, para ser más específica estoy en mi cama con la ropa de ayer aún puesta y un horrible dolor de cabeza, al parecer y por mis más recientes recuerdos bebí demasiado. Me levanto con cuidado y voy al baño, me miro en el espejo y descubro que mi maquillaje está tan corrido que incluso se debe haber quedado en la almohada.

—¿Marion?

—¿Drake? —cuestiono, voy a la puerta y hablamos aún con esta cerrada, él de un lado y yo del otro.

—Sí, yo te traje a casa por si no lo recuerdas.

—O sea, no recuerdo cómo llegué pero si me acuerdo de todo lo demás —no quiero que se asusté, la verdad es que de alguna manera llegué a casa y lo más lógico era el.

—Tu secretaria te trajo comida, dijo que tienes una reunión importante en dos horas y que te despertara.

—Ya estoy despierta —suspiro dramáticamente—. Me ducharé, me alisto y salgo a comer.

Vuelvo al baño y con calma me quito la ropa para poder ducharme, ni siquiera quiero pensar en todo lo de ayer o de hoy, es que hice y dije tanto que me duele la cabeza de sólo pensarlo. Salgo de debajo del agua helada y me envuelvo en una toalla, primero seco mi cabello y luego me voy a vestir, como sé que tengo algo importante entonces me pongo ropa formal.

Un pantalón de tela en caída recta, es de tiro alto y con pinzas al frente que me hacen ver más pequeña, una blusa blanca de botones lo complementa junto con los tacones lo suficientemente altos para no arrastrar el pantalón en el suelo. Termino usando una cadena de oro rosa con un dije de diamante y sin aros porque no van ahora. Uso algunos brazaletes simples de oro rosa porque me arremangaré la blusa más luego. Salgo luego de maquillarme y voy directo a la cocina.

—Wow —sonrío en dirección del chico que ahora no sé cómo sacar de mi vida, porque si dejo que se vaya por cuenta propia de un segundo a otro me podría afectar—. La sopa está caliente.

—Gracias —suspiro y pruebo el platillo que me encanta, mi secretaria 2 me conoce—. ¿Dónde dormiste? 

—En tu sofá, es muy cómodo.

—Espero no lo hayas arruinado —ríe divertido y niega abriendo un sobre de M & M—. ¿Comiste?

—Sí, desperté y salí a comprar.

—No —lloriqueo, de seguro hay alguien vigilando mis pasos ¿Y si lo vieron salir?

—Tranquila, en realidad fue Carlo quien me trajo comida, no he salido de aquí —suspiro calmando mis nervios, ya me moría—. Además cuando te traje no había nadie y Carlo estaba esperando aquí en la entrada.

—Menos mal. No lo digo por ti en nada, de hecho me agrada que estés aquí conmigo, me gusta…Lo digo porque sería un escándalo que nos vieran luego de todo lo mío.

—Entiendo, sé lo que es regalarle flores a Marion Di Vaio —contengo el suspiro de admiración y cariño que este hombre se está ganando. 

Termino de comer y busco mi teléfono, cuando lo encuentro está cargado y sin mensajes, eso es algo imposible de creer, pero así es y me entra la peor de las llamadas justo en el peor momento. Me debato y al final es peor porque comienza una video llamada.

Después no me llamaste, y no sabía si hacerlo.

—¿Y entonces lo haces ahora?

Marion.

—¿Qué es lo que quieres?

Sólo hablar, es que tu no lo entiendes.

—Tienes razón, no entiendo demasiadas cosas pero trato de hacerlo, y cuando trato me sale otra cosa más que no sé y termino postergandote a ti porque por todo lo que ha pasado no necesitas ser de mis prioridades. 

¿Estás con alguien?

—Sí, con muchas personas porque gracias a ti ahora tengo personas cuidando cada paso que doy.

—Señorita Marion, tenemos que irnos, tiene una reunión —Drake me queda viendo así cómo si preguntara si hizo bien su trabajo o no.

—Ya lo sé, me tengo que ir, Marc —suspiro y asiento en dirección del rubio que me acompaña— . Te llamo luego porque como ves ahora estoy muy equivocada.

Vale, pero si me llamas.

—O puedes hacerlo tú, es que no lo sé, no tengo tiempo de sobra.

Ya lo sé, pero es que nunca sé cuando vas a estar ocupada, no se nada sobre ti ¿Qué nos pasó, Marion?

—Marc, de verdad, me tengo que ir.

—Carlo ya llegó por nosotros.

—Adiós Marc.

No, ya basta de adiós, que sea un hasta luego —asiento y suspiro dándome valor para cortar la llamada.

Miro a Drake y este sonríe con calma, relajado, ambos sabemos que fue una mentira que mi guardaespaldas venía a por mi, la verdad es que yo me iré en mi propio auto. Ya no sé qué hacer y pareciera que la única solución es gritar o hacer cualquier cosa que me ayude a mandarlos directo al punto más lejano a mi. 

Reviso mi bolso, y guarda varias cosas e n el mismo que hoy también me va a acompañar porque es blanco. Me siento a comer chocolates para calmar los nervios, la junta me ha pedido una reunión por según “Mi Mala Administración pública”, de seguro se refieren a mis portadas en las revistas chismosas.

—¿Por qué simplemente no me deja?

—No lo sé, ya te lo dije, eres inolvidable —levanto la cabeza y la inclino para poder verlo, sonríe inocentemente y luego algo cambia en su rostro, pues es todo un desafío no notar que hay malicia en su mirar.

—¿Ahora qué?

—Eres tan inolvidable que jamás olvidaré nuestra noche en tu oficina.

—Te comienzo a odiar, Drake Martin.

—Iugh, no me digas así —alzo una ceja confundida y divertida a la vez por su quejido acompañado de un muy fingido escalofrío—. Sólo lo hace mi mamá para reñirme, es terrible.

—Tengo hambre —me quejo buscando que comer—. ¿No nos quedó pizza?

—No, nos la comimos toda.

—No puede ser —giro de golpe y lo veo con su celular en las manos, se encoge de hombros y suspiro pensando en que es el peor piloto del mundo, como lo que se le da la gana y ni siquiera lo he visto pisar un gimnasio.—, eran tres cajas tamaño familiar.




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