Bajo del avión acompañada por Mariano, Kendall y su bebé, además de los padres del chico que me abraza mientras caminamos a los autos que esperan por nosotros.
—¿Aún no responde?
—Ya no lo hará, no utiliza su celular los domingos —digo viendo los últimos mensajes de ayer en visto—. Siento que con esto, nunca tendré la paz suficiente cómo para realmente tener algo con alguien.
—Marion, no es el fin del mundo —dice el tía Jean, quien viene tomando la mano de su esposa—. Cuidado al conducir.
Me monto en el McLaren que consiguieron para mi, así no sabrán que soy yo, pues jamás he utilizado un auto cómo este y para la atención del público por primera vez en mucho tiempo será la otra hija Di Vaio quien asista a un GP, tengo que dar vuelta las cosas al lado profesional porque no puedo vivir de chismes. Conduzco por primera vez pendiente del velocímetro.
Llego al recinto, aparco y camino hasta donde se supone debería estar, pero no puedo llegar sola, me asusta que alguien me vea, si fuera por mi le respondería a cualquier persona que me pregunte pero resulta que aun siendo la directora de DiV me han atado las manos y no puedo hacer nada respecto a este tema. Le marco a Kendall y ella pronto llega conmigo, me toma del brazo y caminamos a la par.
—No entiendo ¿Acaso te dejan respirar?
—La mayor parte del tiempo, sí —bromeo y esta me relaja acariciando mi espalda—. Pero ahora, no lo sé, si los entiendo me quieren cuidar y lo agradezco porque hasta este punto quisiera arrollar a quien se me cruce haciendo preguntas estúpidas.
—Bien, respira por favor —río y llegamos al lugar desde donde veremos la carrera—. ¿Si ganan, vas a bajar a celebrar?
—No puedo, tengo que mantenerme al margen lo más que pueda de ahora en adelante.
—¿De verdad? —me mira como si fuera la peor noticia del mundo, lo sé, yo amo esto de ir de GP a GP, pero a veces solo me queda seguir las reglas.
—Sí, tengo que cumplir con mi puesto directivo —hasta a mi me fastidia, incluso cuando viajo a los GP sigo trabajando, no es cómo si saliera directamente de vacaciones, yo me paso los 7 días de la semana en una oficina cuando los que me imponen con suerte llegan a las juntas—. Con suerte podré ir al de Monza y porque vivo ahí, pero por lo demás creo que me amarraran a mi silla.
—En injusto, eres la dueña de todo —asiento más triste que de mal humor.
—No lo sé, igual a veces siento que cargo con algo que ni yo asimilo de que se trata.
—No digas eso, eres la mejor en lo que haces.
—Porque tengo 5 asistentes que me facilitan la vida, sin ellas no podría —me siento y vuelvo a revisar su instagram, el de Drake, su última publicación fue ayer por la pole nada más.
—¿Estás bien? —voy a responder pero luego noto que mi primo se dirige a su esposa.
—Sí, cariño.
—Hola, mala madre.
—Cállate —le enseño el dedo medio y este se ríe, lo único que ha hecho es burlarse cada que puede.
Yo no entiendo la cabeza de los periodistas, es que ellos no piensan en que también destruyen su reputación escribiendo cada mierda que pueden sólo con ver una puta imagen muy bien tomada. Me baja nuevamente la melancolía y miro a mi lado, mi tía lo nota y rápidamente me abraza.
—Mi amor, esto es algo pasajero, se van a olvidar de todo.
—No me interesa si se olvidan o no, lo que me molesta es que…simplemente no quiero tener miedo de hacer las cosas que yo quiero.
—Entonces no lo hagas, vive —me seco las lágrimas con cuidado, de tanto llorar tengo la piel tan delicada que me arde ante el más mínimo contacto de algo, tendré que ir con mi dermatólogo otra vez.
—Pero es que si eso hago, otra vez va a pasar esto y para la vista de todos seguiré siendo la dueña irresponsable, incompetente.
—Jamás te han dicho esto —dice ella sonriendo por mis palabras exacerbadas—. Mi amor, la gente siempre va ha hablar y tu eso lo sabes, la cosa es que no tienes que vivir por lo que van a decir, cuando tu sepas que lo que has hecho está bien, entonces no pasa nada, además siempre nos vas a tener a nosotros.
—No lo sé.
—Me parece que tu estás muy nerviosa pero no por la prensa o que digan que te sigan, estás preocupada porque pueden decir cosas de ti que pueden alterar a alguien, la percepción de alguien ¿No es así?
—Sé que no me responde por la carrera, pero no lo sé, tengo miedo.
—¿Sabes por qué?
—Porque estás enamorada —me quedo con el aire en mis pulmones.
—No estoy enamorada —escucho un grito de Ken y esta se gira a verme—. ¿Qué pasó?
—Empujaron al 16, 30 y 4 y salieron de la pista, se pueden recuperar, están recién empezando.
—El 30 —susurro en una sonrisa, creen que no lo iba a conocer por el número—. Se llama Drake Martin.
—¿Cómo? Traté de hacer que pase.
—Es que no está enamorada —señala mi tía viendo a su esposo, cuando es obvio que está pendiente de nosotros.
—No aún —digo levantándome para ver cómo va la carrera.
Muerdo mis uñas hasta la mitad sólo por ver la pelea por el liderato, pero luego Drake ya se separa bastante de quienes le siguen. Me siento mientras que Kendall ve a Hamilton y su pelea constante con Carlos Sainz Jr. Mi tía se viene a sentar conmigo y suspira varias veces hasta captar por completo mi atención.
—Dime.
—Ese chico ¿Está soltero?
—Sí —confieso entre risas.
—Me parece perfecto.
Está por terminar la carrera y decido marcharme, el podio ya está listo y no le pasó nada a nadie asique estoy muy tranquila. Salgo sola luego de despedirme de ellos, pues ahora sólo nos veremos mañana cuando volemos a Los Ángeles, pues me quedaré una semana con ellos simplemente por contención emocional.
Me monto en el auto y conduzco hasta el hotel donde sé que se están quedando mis pilotos, llego y viene un chico a abrir la puerta para mi, me ayuda a salir y luego se lo lleva a parkear bajo el nombre de Mike, mi querido secuaz. Voy con la querida excusa de tener que dejar algo para él y así la seguridad no tiene problemas conmigo ni tampoco hay sospechas sobre nada. Entro a la habitación que me dijeron e inmediatamente confirmo que es de Drake por el olor.