Brooke
No soporto más esta situación. Mi padre parece un total desconocido para mí y no sé qué hacer para remediarlo. Escucharlo hablar de esa forma junto al padre de Dylan me hizo sentir que no lo conozco realmente y que nunca podré hacerlo. ¿Desde cuándo pasa esto? ¿Desde que nosotros nos enteramos o desde mucho antes? Ya no puedo más... no puedo. No volví a hablar con Dylan luego de escuchar la conversación de mi padre junto al señor Riece, aunque él tampoco pareció querer hacerlo. No creo que sea fácil descubrir que tu padre te esconde cosas sobre la muerte de tu madre. ¿Cómo puede ser que esté tan afectada con algo que ni siquiera me involucra? Bueno... en realidad sí. Si tan solo el padre de ese pelinegro de ojos verdes no me hubiera hablado de su esposa, todo esto no estaría ocurriendo. "Pero tu seguirías creyendo que tu padre es totalmente honesto contigo." me recordó mi consciencia. "Y no hubieses conocido al chico del cual te estás enamorando" volvió a decirme. ¡¿Cómo?! Yo no estoy enamorada de Dylan ni tampoco me estoy enamorando. No sabía que ayudar a alguien con un problema en su familia era estar enamorada. "Claro... y besarlo para consolarlo." Ya entendí, gracias.
Luego de un tiempo le pedí a mi padre si nos podíamos ir porque me sentía muy mal. Él pensó que estaba un poco decaída por el esfuerzo que hice todos estos días estudiando para mis exámenes de la Universidad. En parte no estaba muy equivocado pero él fue el que terminó de destruirme.
Llegamos a mi casa a las 2am aproximádamente: no sé a qué hora pretenden terminar la cena el resto de las personas que siguen allí. No me despedí siquiera de las hermanas, solo quiero quitarme lo que tengo puesto e irme a descansar.
-¿Quieres que te alcanze una pastilla para el dolor de cabeza a tu habitación?- se ofreció mi papá cuando me vio que comencé a subir las escaleras.
-Estoy bien, solo me falta un poco de descanso.- seguí mi camino y me adentré al baño. Quité todo el maquillaje de mi rostro (aunque no era mucho) y me apliqué una crema hidratante. No solo me provocaron cansancio y estrés los exámanes de esta semana, si no también grasitud en mi cara.
Cuando entré a mi habitación lo primero que hice fue sacarme el calzado y luego comencé a desvestirme para colocarme el pijama. Mi madre siempre odió que use pijamas para dormir, decía que era mucho más cómodo usar una remera larga y listo. Intenté hacerle caso varias veces pero siempre terminaba poniéndome una remera corta y un short de tela ajustado. Me gustaría seguir los consejos de ella y así sentir que la tengo un poquito más cerca.
Me decidí por apagar la luz e ir caminando a mi cama cuidadosamente intentando no llevarme nada puesto. La puerta no se encontraba muy lejos de ella pero siempre puede haber algo en el suelo con lo cual tropezarse.
Sin que haya ningún percance, me acosté y cerré los ojos. Mis pies estaban helados y no había manera de calentarlos: la peor sensación del mundo. Miré hacia un costado y descubrí que mi ventana estaba abierta... gracias memoria por no acordarte de cerrarla. ¿Tengo que levantarme otra vez? "Sí, amiga". Sin muchas ganas me posicioné en frente de la brisa que corría por toda mi habitación y pude sentir cómo ella era la culpable que mis pies casi no se sientan. Cerré la ventana y coloqué el pestillo que permitía que no entre nadie de afuera. Cuando me di vuelta para volver a intentar descansar oí cómo tocaban el vidrio de esta llamando mi atención.
Al primer golpe me quedé estática en mi lugar, no volteé. Por favor díganme que no es un ladrón. ¿Un ladrón tocaría la ventana? Al segundo golpe comencé a girarme. Y luego, terminé mi acción cuando escuché una voz conocida un poco distorcionada del otro lado del vidrio:
-Brooke, soy yo.- habló y pude ver cómo su cabello volaba hacia atrás por culpa del viento y sus pupilas estaban más dilatas de lo común.- Quiero saber cómo estás ¿me dejas entrar?- preguntó e hizo que salga del shock en el que me encontraba. Abrí de nuevo la ventana y dejé que pasara.- Entiendo que no sea tu mejor día pero afuera hace frío ¿sabes?- intentó bromear conmigo, lo cual un poco logró. Es medio imposible resisitirme a reír junto a él. Sin contestarle caminé hacia los pies de mi cama y me apollé al costado de esta sentándome en el suelo. Por arte de magia el frío que estaba teniendo desapareció. Saber que Dylan estaba cerca mío me hacía viajar a otro universo. No quiero mentirle pero tampoco quiero abrirme hacia él, no quiero ocultarle nada pero tampoco quiero que me odie por ello. No quiero ser yo la que llora y se lastima por cada palabra que la otra persona pueda decir.
Sin darme cuenta una lágrima cayó en mi labio y ahí me percaté de que ya unas cuantas habían salido de mis ojos. Escondí mi cabeza entre mis brazos y los apollé sobre mis rodillas. Pensé que él iba a irse e iba a dejarme sola como todo el mundo acotumbraba a hacer pero no fue así: unos brazos me rodearon entera y me hicieron sentir protegida.