Brooke
-Sé de quién es el automóvil que atropelló a mi madre.- fue lo que me dijo Dylan antes que mi respiración comience a fallar. ¿Entonce él lo sabe? Mis piernas empezaron a temblar y mi corazón se detuvo por una milésima de segundos. No podía escuchar si alguien me estaba hablando o llamando. ¿Dylan eres tú? Escuché gritos pero muy lejanos, ¿estaban gritando mi nombre?
-¿Estás en tu casa?- preguntó alguien. Sí, estaba en mi casa y eso fue lo que traté de responder pero solo emití un suave "Sí" apenas audible. De pronto, sentí mis párpados pesados, muy pesados. Y negro, solo veía negro.
No paraba de escuchar golpes, golpes y más golpes. Abrí mis ojos: me encontraba tirada en el suelo del despacho de mi padre y los recuerdos me bombandearon. Tratando de reincorporarme y salir de allí volví a escuchar golpes provenientes del living. A regañadientes bajé las escaleras sin saber muy bien, todavía, qué estaba pasando. La cabeza me daba vueltas y mi vista comenzaba a nublarse.
Cuando llegué al lugar donde se escuchaban los ruidos me di cuenta que eran toques en la puerta delantera. Ni siquiera me preocupé en preguntar quién era porque ya lo sabía. Apenas mi mano giró la manija para que esa persona se adentrara a mi casa sentí un cuerpo abalanzándose hacia mí y estrechándome en sus brazos.
-Brooke, por Dios santo, ¿te encuentras bien?- me preguntó Dylan separándose un poco de mí y tomándome el rostro con sus manos.- No sabes cómo me asusté cuando paré de escuchar tu voz del otro lado del teléfono.- me acarició el cuello y yo seguía sin emitir sonido. Entonces él cerró la puerta.- ¿Qué sucede? ¿He llamado en un mal momento?- se desesperó y de mis ojos comenzaron a brotar lágrimas. Muchísimas lágrimas me empaparon las mejillas y también su hombro cuando volvió a abrazarme sin cuestionarme absolutamente nada. No podía tranquilizarme, no sabía cómo parar de sentirme la persona más miserable en todo este mundo.- Hey linda, mírame. Todo estará bien ¿si? Solo tienes que respirar y tratar de tranquilizarte.- me aconsejó y comenzó a acariciarme la espalda para que mi respiración volviera a la normalidad. Poco a poco pude inhalar y exhalar sin problemas gracias a su ayuda. ¿Cómo es posible que su simple roce me haga volver al mundo real?
Me separé de sus brazos y lo miré a los ojos. Se notaba que estaba preocupado por mí y que había estado en la puerta de mi casa sin que yo le abriera por mucho tiempo: su pelo despeinado a causa del viento y sus ojos mostrando desesperación.
-Gracias.- fue lo único y lo primero que se me ocurrió decirle luego que ya ninguna parte de su cuerpo se encontraba en contacto con el mío. Lamí mis labios para prepararme antes de largar lo que me tenía de ese modo:- Yo también sé de quién es ese automóvil.- le confesé. Vi confusión en su rostro y por un momento vi enojo, era entedible. Yo también estaría enojado si fuera él.- Sígueme.- ordené y comencé a caminar hacia las escaleras de mi casa para dirigirme a donde me había desmayado anteriormente. Sentí cómo me seguía y no decía nada. Quisiera saber qué pasa por su mente ahora mismo. Viniendo de él que siempre tiene algo que decir, que ahora esté callado es extraño. Me di vuelta antes de llegar al despacho y lo enfrenté:- Perdón.- apoyé una de mis manos en su mejilla y la acaricié pero de inmediato él la quitó.
-¿Tú lo sabías?- me preguntó y sus ojos comenzaron a ponerse vidriosos. Sabía que esto iba a ser así, sabía que él iba a pensar eso y no lo culpo, pero igual me enojé. ¿Tan poco me conoce como para pensar algo así de mí?
-Claro que no. ¿Quién crees que soy?- me indigné y rotrocedí un paso para mantener distancia entre su cuerpo y el mío.- Hoy lo supe.- dije ahora sí un poco más tranquila luego de contar internamente hasta diez. Volví a volterame y abrí la puerta de la oficina de mi padre. Caminé hasta donde había ido a buscar el cargador para mi celular y tomé el cuadro que provocó toda mi angustia.- Conocía la foto pero nunca me la puse a analizar.- se la di y el la miró con detenimiento.
-Yo tampoco me hubiese dado cuenta.- me apoyó. Quitó la vista de la fotografía y pude distinguir culpa en su mirada.- Lo siento, no quise hablarte de ese modo.- se disculpó. Aunque me cueste admitirlo... nadie puede resistirse a esa cara de culpable.
-Está bien, reaccionaste como cualquier otra persona lo hubiese hecho.- lo tranquilicé.
-¿Por qué?- me preguntó y mi mente colapsó. No entiendo.
-¿Por qué, qué?- le pregunté yo. El solo intentó sonreír sin mostrar sus dientes y me dio una mirada de lástima.
-¿Por qué siento que esto no termina aquí?- habló. Quisiera decirle que es porque no termina aquí pero no creo que sea la mejor frase de apoyo. Decidí darle una mirada igual que la suya y lo invité a que me siga escaleras abajo.
En en trayecto me pregunté qué hubiese pasado si mi padre estaba aquí cuando quise ir a buscar su cargador. No hubiese tenido la oportunidad de ver esa fotografía una vez más y solo me enteraría de esto gracias a Dylan. ¿Cómo se ha enterado él?
Nos adentramos a la cocina y abrí la heladera para sacar la jarra de jugo así podía saciar un poco mi sed. Desde que me desmayé que no como ni tomo nada así que algo tenía que hacer. Antes que cierre la heladera escuché cómo Dylan se carraspeó la garganta para que ponga atención en él.
-¿Crees que tu padre verdaderamente atropelló a mi madre?- dudó. La verdad era que ni siquiera me había puesto a pensar en esto que habíamos descubierto, aunque no sé si es algo bueno o malo.
-No lo sé.- pensé en la posibilidad que eso fuera verdad y mi corazón se estrujó. ¿Dylan podría perdonarme si mi padre realmente atropelló y mató a la suya?, o mejor dicho ¿yo me perdonaría a mí misma por nunca darme cuenta que mi papá cometió un homicidio?