Brooke
Antes me sentía mal por ignorar a Dylan sin que él sepa la razón y ahora me siento peor por lo que hice en su auto el viernes por la noche. Me odio. ¿Por qué se me cruzo por la mente hacer eso? Me siento la peor persona del planeta. Quise distraerlo para que olvide que hace un mes no le hablaba pero claramente no funcionó. Si hubiese sido otra chica con otro cuerpo y otras tácticas, seguramente me habría seguido la corriente. Mis besos ni siquiera le hicieron efecto. La manera en la que intenté que se concentre en mí y en nada más tampoco funcionó. Es horrible estar pensando esto pero es la verdad. En un momento mi objetivo ya no era distraerlo para que pare de interrogarme, sino que me desee. Mi objetivo comenzó a ser que él disfrute del momento al igual que yo.
El sábado por la tarde le pregunté a Hannah cómo habían terminado las cosas entre ella y Chris. No me gustaría que se peleen por culpa de sus celos. No voy a negar que a mí antes me sucedió lo mismo y posiblemente si hoy me volviera a pasar también tendría los pelos de punta como ella. Pero ya saben lo que dicen, es más fácil dar el consejo que seguirlo. Sin embargo, no hizo falta mi intervención ya que ella misma escuchó y entendió al barman. Hubiese sido muy extraño si no lo perdonaba sabiendo que él le gustaba más que cualquier persona en el mundo. Según ella, lo que más le atraía de Chris era la manera en la que le hablaba.
Cuando volví a clases el lunes me arrepentí por completo de no haber aprovechado bien mi fin de semana para descansar. Estuve estresada por la investigación, por todas las cosas que estaba ocultando y por el esfuerzo que estaba haciendo para no largarme a llorar frente a mi padre preguntándole qué hice para merecer esto. Por suerte las clases no fueron muy agotadoras y mi día terminó de lujo.
El martes volví a mi casa más temprano ya que un profesor se ausentó, aunque ni siquiera avisó que iba a hacerlo. De todos modos, llegué antes del mediodía y pude encargarme del almuerzo con más tiempo.
-Últimamente estás cocinando mucho mejor, cariño. Te felicito.- me dijo mi padre cuando terminó su plato de comida luego de llegar del trabajo. Hubiese preferido tener comida podrida para darte, papá.
-Más tiempo, mejores platos.- contesté y él se ofreció a levantar la mesa para que yo vaya a descansar. Vio mi cara de cansancio y se lo agradecí. Las últimas noches estuve teniendo pesadillas que no recuerdo y me despertaba por falta de oxígeno.
Luego de un rato hablando con las chicas por mensajes de texto, oí la puerta de entrada abrirse y cerrarse indicándome que mi padre ya se había vuelto a ir. Por fin.
Siempre que duermo siesta termino levantándome mucho más cansada que antes de dormirme. Todo me da vueltas y también me siento sucia. ¿Por qué? No lo sé. Supongo que todos tenemos algo raro dentro nuestro y eso es lo mío.
Ni siquiera escuché la alarma que había programado para las 5:30pm. ¿Me desperté antes? Wow, eso nunca pasaba.
Tomé mi celular para desactivar la alarma y fijarme la hora exacta. Por suerte eran las 5:15pm así que dormí lo suficiente para hoy acostarme temprano y mañana rendir al máximo.
Decidí bajar hacia la cocina y preparar algo para merendar. Tomé mis cereales preferidos y una taza de leche. Al pasar por el frente del espejo que había en el living para sentarme allí y mirar la televisión un rato, me reí al ver mi reflejo: un buzo extremadamente grande para alguien como yo, unas pantuflas de osito en conjunto a unos shorts ajustados con el mismo estampado y mi cabello dando a entender que acabo de despegar mi cara de la almohada.
Cuando estaba a punto de apoyar todo mi cuerpo sobre mi cómodo y suave sillón, alguien llamó a la puerta. Nunca me molestan, ¿por qué hoy tenía que ser la excepción? Aparte estoy toda desarreglada para abrirle a un desconocido.
Sin más opciones, dejé mi humilde merienda sobre el sillón y fui hasta allí.
-¿Quién es?- pregunté y me sobresalté al escuchar un grito:
-ABRE LA MALDITA PUERTA.- wow wow wow, ¿qué le sucede al pelinegro? Su voz la puedo reconocer en donde sea y estaba totalmente segura que ese grito provino del fondo de su garganta. No sé por qué no dudé ni un segundo en hacer lo que me dijo. Sin dejarme pestañear, se acercó peligrosamente a mí.- ¿HAZ ESTADO FINJIENDO TODO ESTE TIEMPO? ¿POR QUÉ LO HICISTE? ¿TU TAMBIÉN ESTÁS DE SU LADO?- volvió a gritar desesperadamente y mi corazón se encogió. ¿Qué estaba diciendo?
-Pero... ¿de qué estás hablando, Dylan?- le dije para cerrar la puerta y volverlo a enfrentar.
-¿De qué estoy hablando?- ironizó. No otra vez, por favor. Conozco esa cara. Conozco esa expresión.- ¿Pensaste que no me iba a enterar?- preguntó y temí que estuviera hablando de lo que yo pensaba que estaba hablando.- No puedo creerlo, en serio pensé que eras distinta.-
-¡Basta! Deja de decirme esas cosas. Si actué como lo hice fue por ti y tus impulsos.- lo frené.