Gracias por lastimarme

Epílogo

Brooke

Cuatro meses más tarde…

-¿Ya has arreglado junto al comprador a qué hora tendrían que ir a la casa?- me preguntó Dylan una vez que bajó de su habitación y por suerte tenía su pecho cubierto. La última vez que me quedé a dormir aquí, ambos bajamos a desayunar y a su madre casi le agarra un paro cardíaco cuando me vio con la camiseta de su hijo. Él estaba medianamente vestido, es decir, un bóxer cuenta como algo de ropa.

-Sí, a las 5pm nos encontraremos allí. Hace mucho no veo a las hermanas Adams.- lo saludé con un beso en la mejilla y me fui directo a la cocina junto a su madre.- Buen día, Margaret. ¿Cómo ha dormido?- le pregunté al verla allí sentada desayunando mientras leía las noticias del día en el periódico.

-Muy bien, Brooke. Gracias por preguntar. ¿Cuándo has llegado? No he oído la puerta.- me miró por encima de sus gafas y mis ojos se abrieron. Dylan me había dicho que ella sabía que vendría en la noche para dormir aquí.

-Claro, es que…- comencé y antes que siga hablando unos brazos me rodearon por detrás.

-Ya sabes que pasó la noche aquí, no quieras ponerla nerviosa.- se rio mi novio en mi oído y luego me besó la mejilla. Margaret se rio también y luego volvió a su lectura.- Ven, vamos a preparar nuestro desayuno.- tomó mi mano y me guio hasta la otra parte de la cocina en donde su madre no podía vernos. Cuando llegamos allí, tomó mi otra mano y amarró ambas alrededor de su cuerpo.- ¿Puedo acompañarte hoy?-

-¿A juntarme con los Adams para venderles la casa?- pregunté y mientras tanto sus brazos rodearon mi cuello. Juntos estábamos formando un intento de abrazo.

-Exacto. Quiero acompañarte en ese momento que sé que es importante para ti.- sonrió. Durante estos meses, mi corazón se fue derritiendo poco a poco con todas sus acciones. Solía ver series y películas en donde la protagonista se enamoraba completamente del chico malo. A mí déjenme a este, estoy perfectamente bien así. Estoy perfectamente bien con su aroma que se impregna en mí por consecuencia del tiempo que pasamos juntos, su rostro en las mañanas que tengo la oportunidad de contemplar, sus palabras que me revuelven todo el estómago porque siempre son las indicadas o las más inesperadas.

-Eres lo más lindo que existe.- susurré y su risa inundó mis oídos. Sus labios atraparon su labio inferior para luego besar los míos en un corto roce.

-¿Te imaginas lo que diría Chris si escucha que mi novia me dice ese tipo de cosas?- insinuó.

-Puedo imaginarlo, sí.- reí junto a él y nuestros pechos vibraron juntos.

-Sabes que puedes quedarte en casa el tiempo que necesites.- me dijo.- Mismo para siempre, si quieres.- pronunció y mi corazón latió rápido.

-¿Para siempre? ¿Señor Riece, usted me está ofreciendo que vivamos juntos?- pregunté. En parte sabía que este momento podía llegar porque aparte él siempre me lo insinúa. ¿Vivir en su casa junto a su madre? No creo que sea lo mejor.

-Te lo ofrecería hoy y todos los días que sean necesarios.- tomó mi mejilla con su suave mano y comenzó a acariciarme.- Igualmente, estaba refiriéndome a que puedes quedarte en casa hasta que decidas qué hacer.- aclaró. Tenía sumamente entendido que a él no le importaría que yo esté aquí con su madre los días, las semanas o los meses que necesite. Sinceramente, me emocionaba la idea de seguir viéndolo todas las mañanas en su cocina con el cabello despeinado y su pijama.- Tengo pensado comprar un departamento un poco más cerca de la escuela y mudarme allí, ya que mamá está muchísimo mejor.-

-Si me prestas tu pijama todas las noches y me convence, tal vez pueda pensar en tu propuesta.- le respondí y de pronto mi mente comenzó a intentar descifrar qué pijama quedaría mejor en su cuerpo. Aunque en realidad cualquier cosa podría hacerlo lucir a él y a su hermosura.

-¿Una remera del mejor equipo de baloncesto de los Estados Unidos te convence?-

-¿Tengo otra opción?-

Luego de disfrutar una mañana junto a Dylan y su madre, fui hacia donde actualmente estaba viviendo: la casa de Julia. Melody y Garret me habían convencido en que me quedara allí hasta vender la casa y me compre un departamento para mí sola. Aunque sinceramente, luego de la charla que tuve hoy con Dylan creo que prefiero estar lo más cerca de él posible.

Cuando se hicieron las cinco de la tarde, fui directo hacia la casa que ahora me pertenecía a mí y allí se encontraba el señor Adams con sus dos hijas, Hannah y Miley. Con todo lo que había sucedido no las había visto durante un tiempo. Dylan estaría por llegar en unos minutos así que entramos para tomar asiento y servimos algo de beber. Lo único que teníamos que hacer era firmar unos papeles y por fin confirmar que esta casa es de ellos de ahora en más.



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En el texto hay: amor, suspenso y misterio

Editado: 30.03.2020

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