Medio dormida siento como el colchón de mi cama se hunde por un cuerpo, una mano aterriza sobre mi brazo trasmitiéndome toda su agradable calidez, lentamente oigo un susurro que me dice algo, pero no logro alcanzar a atrapar las palabras para poder entenderlas, al principio pensé que todo era un simple sueño que se avía apoderado de mí, pero lentamente me voy dando cuenta que todo es real, completamente real, y que la persona que se sentó en mi cama, es Mine, mi gemela… (quien más podría ser) que, desde que tengo memoria tiene la mala maña de moverme o hablarme cuando estoy dormida, a veces por sus pesadillas… otras solo para molestarme, eso era un total fastidio para mí.
Cuando abro mis ojos a mí alrededor todo está oscuro, pero no completamente, ya que la agradable y blanquecina luz de la luna penetra a través de las ventanas de la habitación. Aunque este casi oscura, la figura de mi gemela se va aclarando poco a poco.
Siempre que la miro, tengo la leve impresión de estar mirándome a mí misma, y yo sé, que Mine también siente lo mismo.
Avecé las personas nos confunden, pero no nos parecemos en todo, por lo menos en nuestras formas de ser no, cuando se trata del aspecto, están nuestros ojos que tienen la misma curiosa ligadura entre verde y azul, la única diferencia es que los de Mine son más claros, un poco más vivos mientras que los míos se inclinan más a lo apagado y con menos vida, pero sin embargo aunque mis ojos no sean tan llamativos como los de mi gemela, es lo que más me gusta de mí. En altura, yo soy notablemente más alta que ella, nuestro color de piel es levemente diferente, nuestro cabello, bueno, ese si es de un largo idéntico igual que el color amarillo casi blanco que tenemos, nosotras siempre acostumbramos a cortárnoslo de la misma manera y a peinárnoslo igual, solo por diversión, su rostro es redondo, el mío es lo contrario, las dos somos igual de flacas y, nuestras narices son idénticas.
La encontré con el rostro a centímetros del mío, esa es una de sus cosas raras, quitarme mi espacio personal es algo que la divierte mucho, pero sé que esta vez no es diversión lo que veo en sus hermosos ojos que casi brillan en la oscuridad.
Como mi sueño fue interrumpido y ya se está dispersando, decido sentarme en la cama. Con ayuda de mis manos logro levantarme, seguidamente me siento, pero no es lo suficientemente cómodo para mi, así que me quito la cobija de encima y saco los pies de la cama, los pongo en el suelo, cuando hago eso siento como un frio agradablemente sube por ellos, me gustan mucho esos cambios de temperatura.
Que agradable sensación.
Inconscientemente mis ojos se sierran y una media sonrisa se forma en mis labios por el agradable sentimiento, abro mis ojos nuevamente, doy un largo bostezo, y al parecer Mine hace lo mismo porque la oigo emitir el mismo sonido de pereza que yo, me pongo recta y estiro los brazos hacia arriba lo más que puedo, seguidamente una sensación de relajación se apodera de mi cuerpo, y me dan muchas ganas de volverme a tirar en la cama, pero no lo hago, en cambio miro a Mine con el ceño fruncido.
Desvío la mirada de su rostro a mi reloj negro colocado en mi muñeca (el cual se me avía olvidado quitármelo la noche anterior) para saber a qué hora ella me había levantado esta vez.
Mientras veo la hora que indica mi reloj, pelo los ojos por una corta fracción de segundos.
¡Son las cinco treinta de la madrugada!
Se ve hermosa en la oscuridad con esa belleza extraña, su pelo largo esta suelto con una pequeña trenza al lado izquierdo de su cabeza, y la blanquecina luz de la luna hace parecer que su hermoso pelo brillara detrás de ella. Su usual ropa para dormir como siempre es una camiseta gris, un mono rojo, y un par de medias blancas que le gusta usar. No anda por la casa si no tiene algo que cubra sus pies, lo cual me parece una costumbre extraña.
Se me queda viendo con una sonrisa a medias como pidiéndome disculpas (con la mirada) por a verme despertado. Nos levantamos al mismo tiempo de mi cama, y la abraso con fuerza.
Yo sé que es esa pesadilla que la atormenta, pero ella nunca se ha animado a describírmela, nunca le insisto para que ella me lo cuente, ya que la última vez que lo intenté, se molestó y no me quiso hablar más ese día. No sé de qué rayos se trate, pero no la molesto. Le digo cosas como, “Tranquila pronto pasará” o, “Todo va a estar bien”, ese tipo de cosas, la consiento mucho, no sé si sirva pero de todas formas lo hago.
Aunque tengamos la misma edad. Ella avecé suele comportase como una niña y, cuando le conviene se comporta como un adulto.
Suelto el abrazo entre las dos, y poso mis manos sobre sus hombros.
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Editado: 27.10.2018