Grande Amore—amor Perdido—

Capítulo VI

Estos últimos días han pasado más rápidos que un águila al momento de cazar, luego de que Andrew diese la noticia, la mayoría de las personas del condado se me han acercado a darme las felicitaciones, por otro lado los de alta clase me han mirado como "la persona que sin ningún dote ha conquistado a el grande señor Weilburg", así me lo ha dicho la señorita McCall, que por cierto su nombre es Allison.

No volví a ver a Aspen, aquello me tiene dando vueltas en la cabeza, como todo lo que está pasando tan rápido.

Han pasado dos días desde aquel baile, en el cual se notó que todos quedaron satisfechos, Andrew me ha pedido antes de irme que me quedase en su propiedad junto a él, mi madre se ha puesto entusiasmada por la decisión que ha tomado él solo, al principio dudé en si quedarme o no, sabía que si aceptaba me quedaría por todo el tiempo en el que él se quedara en el condado, no quería separarme de mi hogar tan pronto, mucho menos de mis hermanos, los cuales no han venido a visitarme, solo mis padres han venido el día de ayer por la mañana, sé que están muy ocupados en casa.

Por otra parte desde que estoy hospedada en la propiedad, he visto muy poco a Andrew, me ha dicho que tenía que hacer unos recados, solo lo veo, hasta el momento, en las noches cuando me susurra con su cálido aliento "Buenas noches".

Esta mañana ha sido diferente, una señorita del servicio de la casa me ha informado que tengo que una doncella personal vendrá en la tarde para asistirme, yo le he dicho que no era necesario, pero fueron órdenes de Andrew, la doncella llegará a las dos de la tarde.

En el desayuno estuve sola, como la última mañana, ni el servicio ha estado presente aunque yo se los haya pedido.

En este momento es la una de la tarde, falta una hora para que llegue mi doncella personal, me voy a sentir incómoda con ella, nunca he tenido a alguien que me esté asistiendo las veinticuatro horas del día, todos los días.

Me encuentro sentada en un mueble de una de las habitaciones esperando, esta habitación es una de las más grandes, hay un enorme piano en el centro, muebles alrededor de este piano y hermosos cuadros en las paredes y un gran reloj arriba de la puerta de entrada. Es mi habitación favorita hasta el momento, me relajo en ella.

Me dirijo al piano y me acomodo en la sillita de este, paso mis dedos por todas sus teclas, el piano me parece un instrumento asombroso, me gustaría aprender a usarlo algún día.

—Señorita Collette, su prometido la espera en la sala principal— dice Clarisse, la ama de llaves, haciendo que me sobresalte y me ponga de pie enseguida.

—Ya voy hacia allá, gracias— le digo sonriente.

Acomodo la silla del piano, me acerco a la puerta y veo la hora, todavía falta para que sean las dos de la tarde.

Salgo de la habitación y me dirijo directamente a la sala principal.

Al llegar a esta, Andrew está sentado en una mesa, dándole la espalda a la entrada.

—Buenas tardes— digo caminando hacia él.

—Buenas tardes, pensé que tardarías un tiempo más en venir— dice volteando su cuerpo para poder verme, se levanta, toma mi mano y planta un dulce y cálido beso en ella.

Frunzo el ceño recordando lo que me ha dicho.

—¿Por qué tardaría?

Lanza una risa corta, me mira por unos segundos hasta que por fin habla.

—Las mujeres siempre han demorado cuando las llamo, llegan con la escusa «Me estaba arreglando», pero no hiciste eso, has venido rápido.

—Oh, comprendo— digo y reparo su rostro, hoy tiene los labios más rojos, sus ojos de un azul hermoso siguen con el mismo brillo que el día del baile, su piel blanca parece tan perfecta como la de un recién nacido.

Entiendo por qué las demás se demoran tanto, quieren estar hermosas para él.

¿Soy lo suficientemente hermosa para él?

—Toma asiento— dice haciendo que vuelva al ahora, rueda una silla hasta dejarla en la parte del frente de donde estaba sentado hace unos momentos— te tengo una noticia.

Procedo a sentarme en la silla, acomodo mi vestido con la palma de mi mano para que no le salga arruga alguna. Él vuelve a posar su mirada en la hoja de papel.

—Hoy vendrán unas... cinco personas a cenar, quieren conocerte, tienes que estar preparada con cualquier pregunta que te hagan, la primera impresión dice todo y no quiero que piensen... usted entiende— dice sin mirarme a los ojos.

Vuelvo a fruncir el ceño, no me gustó su último comentario. Mi imagen sobre lo que él era cambió en este momento.

—Yo no necesito preparar ninguna respuesta, de mi boca va a salir lo que tenga que salir. Sí, no tengo los modales que otras señoritas que gracias a su estudio han conseguido, pero sé cómo comportarme si esa es su preocupación— contesto indignada.

Él me mira fijamente, no puedo distinguir su expresión.

—Retírate— dice decidido, con un tono de voz más grueso de lo normal.

—Si usted no se quería preocupar por lo que una esposa de mi clase diría ante sus amistades, no se hubiese comprometido conmigo.

Con gesto brusco me levanto de la silla, él sigue con sus ojos clavados en mí.

Camino para salir de la habitación y aún siento su mirada sobre mi cuerpo.

Al salir de esta me dirijo a la cocina, quiero beber un poco de agua, además de que me gustaría conocer al personal de la propiedad.

Andrew... lo tenía como el bueno del cuento, pero he llegado a pensar que solo se ha comprometido conmigo para quedar bien ante la sociedad, como un hombre adinerado con una esposa joven la cual le dará hijos.

La cocina la encuentro sin una sola persona, lo cual es raro porque la comida se está preparando, huele maravillosa, pero alguien debería de estar cuidando a no dejarla quemar o algo parecido.

Abro uno de los cajones y saco un vaso blanco de este, me sirvo el agua y al terminar me quedo observando por la ventana que da al jardín trasero. La ventana está cerrada, haciendo que el interior de la cocina conserve su calor.



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En el texto hay: drama, amor, epoca

Editado: 05.07.2019

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