Dharani Ferrajoli
El sonido del despertador retumba en mis oídos e interrumpe mi ciclo de sueño, me mantengo con los ojos cerrados y sin moverme esperando a que mágicamente el ruido pare y me permita continuar durmiendo, continúo en la misma posición durante unos quince segundos hasta que el bip termina por irritarme y apago de mala forma el despertador. Me siento a la orilla de la cama y por un momento me pregunto si vale la pena despertar tan temprano.
«vamos, recuerda que es viernes» pienso y finalmente me separo por completo de la comodidad de mi cama, con pasos lentos debido a que continuo un poco somnolienta me acerco al armario y comienzo a buscar algo para vestirme y comenzar este día. Después de pensarlo demasiado me decido por una blusa blanca de manga larga y abombada junto con unos vaqueros ligeramente ajustados y unos zapatos blancos y de punta redonda.
En cuanto salgo de mi habitación percibo un ligero olor a quemado proveniente de la pequeña cocina y de inmediato sé que mi fantástico hermano ha quemado el desayuno. Camino por el pasillo y doy vuelta a derecha para encontrarme con el chico rubio intentando rescatar unos cuantos panqueques quemados.
Permanezco en silencio durante un tiempo y en mi mente me burlo de él. No pasa mucho tiempo hasta que se rinde y tira todo a la basura, en cuanto se percata de mi presencia hace una mueca y sonríe tímidamente
—Supongo que comeremos cereal —finalmente habla mientras se da la vuelta y saca una caja de leche de la nevera.
—Y yo supongo que otra vez no hay desayuno —enarco una ceja retándolo.
—Supones bien —entrecierra los ojos — ¿Puedes sacar la vajilla? —asiento y me encamino a la pequeña alacena.
Esto suele ser normal cada que a mi hermano le corresponde preparar el desayuno. Vivimos solos en un departamento y nos turnamos con las tareas domésticas y por lo general todo nos sale bien a ambos, el único problema es cuando Orland cocina, todo termina quemado, crudo, casi siempre incomestible. No me quejo, reconozco que hace lo que puede y se esfuerza al máximo para cumplir con su papel de hermano mayor.
En cuanto terminamos de preparar nuestros tazones de cereal nos dirigimos a la barra de desayunos, como siempre él se pasa del lado del comedor mientras que yo permanezco del lado de la cocina.
— ¿A qué hora te levantaste? —cuestiono y llevo una cucharada de cereal a mi boca.
—5:15 ―responde con la boca ligeramente llena de comida, ruedo los ojos, él sabe que me molesta que las personas hagan eso —salí a correr y regresé hace unos treinta minutos.
Ambos continuamos ingiriendo nuestro desayuno, veo cómo mi hermano comienza a buscar algo en el bolsillo de su chaqueta y en cuanto lo encuentra muestra una sonrisa boba. Sin dejar de masticar observo como saca una envoltura y la rasga hasta sacar el contenido, es un chocolate negro, comienza a partirlo en varios pedacitos y agrega cada uno de ellos a su cereal con leche.
«Ya se había tardado» pienso y niego ligeramente con la cabeza.
—A propósito Dhari —llama mi atención —hay una fiesta en casa de Leo ¿te gustaría venir conmigo? —Lo pienso por un momento, no estoy segura de que responder —puedes invitar a Noelle.
—Comenzará a quejarse de todo y de todos —me encojo de hombros —tú sabes que no ha sido la misma desde que… —lo miro fijamente y entrecierro los ojos —el chico que le gustaba la ilusionó y la engañó.
No le dirijo la mirada y me levanto para dejar mi tazón en el fregadero, comienzo a lavarlo y volteo para mirar de reojo a mi hermano quien se encuentra un poco tenso e incluso parece que se le ha quitado el apetito, vuelvo a girarme y enjuago el jabón restante que queda en el tazón.
Por un momento pienso en Noelle, es una muy buena amiga –la única que tengo en realidad –, la conozco desde que teníamos unos dieciséis años y desde entonces hemos sido inseparables.
—Ya pasó mucho tiempo ―escucho la voz de mi hermano al lado mío ―ya debería haberlo superado.
Me empuja ligeramente con su cadera para lavar su plato y cuchara, me cruzo de brazos y observo todos sus movimientos por un breve periodo de tiempo.
―A algunas personas no nos resulta fácil superar un engaño —murmuro y veo como él se queda quieto por un momento.
Me giro y camino para dirigirme a la sala y tomar mis cosas, miro por la ventana, me doy cuenta de que el cielo está ligeramente nublado y decido regresar a mi habitación para llevar una bufanda y así protegerme un poco del frio que pueda hacerse presente más tarde.
Regreso por el pasillo y abro la puerta para salir finalmente del departamento. No pasan más de cinco segundos hasta que veo a Orland salir y cerrar con llave la puerta.
—Lo que le pasó a ella no fue un engaño —aclara y pasa su brazo por encima de mi hombro para que comencemos a caminar — ¿podemos hablar de otra cosa?, como no sé… ¿vas a ir conmigo sí o no?
Ruedo los ojos, lo conozco y no va a parar de insistir hasta que le termine diciendo que sí, cuando se trata de mi hermano la gran mayoría de las ocasiones mis respuestas se limitan a un sí.
― ¿Noelle y yo seremos las únicas de cuarto semestre?