Dharani Ferrajoli.
Desde hace unos meses comencé a notar que algunas prendas mías desaparecían misteriosamente cada que yo, por alguna razón, no estaba en casa. El asunto es que ahora no solo desapareció ropa interior de mi propiedad, encontré algo que ni siquiera era mío.
Es más que claro quién es el responsable de toda esta incómoda situación. Pero prefiero no discutir con Orland, no quiero terminar ocasionando un problema, además será una conversación larga, agotadora e incómoda.
No quiero parecer su mamá, para empezar yo no debería estar pasando por esto, entiendo que él quiera pasar el rato con alguien, pero ¿por qué involucrar mis cosas? Para empezar no entiendo por qué no tiene cuidado con esas cosas.
Odio que esta mañana salí de casa pensando en todo esto.
Justo en este momento estoy por terminar mi última clase del día, finalmente es viernes y no tengo demasiado trabajo para el fin de semana, tal vez pueda relajarme un poco después de todo lo que ha pasado y quizás olvidarme por un momento del accidente en la cafetería.
En el transcurso de estos días no me sentí del todo bien emocionalmente, el asunto del café ocurrió lunes, martes traté de hacerme lo más invisible posible, miércoles y jueves fue normal hasta cierto punto, aunque cada que veía a alguien hablando o riendo tenía la sensación que hablaba de mí y lo que pasó. Finalmente hoy viernes ya no estoy tan mal, quiero creer que ya todo mundo se olvidó de… eso.
―Necesito hacer el diseño para un departamento y pienso tomar cierta inspiración en el tuyo —dice Noelle quien desde hace rato está hablando de una tarea que le encargaron hacer.
―Sabes que puedes ir cundo quieras, siempre serás bienvenida, ¿para cuantas personas tienes que hacerlo?
―Tres ―piensa por un momento ―y ustedes son dos.
—Antes éramos tres —le recuerdo
Ella me mira de mala forma y rueda los ojos.
―Como sea —continúa ella ―iré desde hoy para sacar el plano y después lo modificaré para crear tres habitaciones, ¿tus clases ya terminaron cierto? ―le respondo con un asentamiento de cabeza ―bien a mí me queda una hora así que te alcanzo más tarde.
Estoy a punto de responderle cuando a lo lejos veo a Edward apoyándose en el costado de su auto blanco mientras mira despreocupadamente su móvil. Lo miro por unos segundos y luego él alza su mirada.
¿Me habrá visto?
Sonríe sin mostrar sus dientes y con su cabeza hace una seña apuntado al auto.
Si me vio, pero por que hace la se… o no, no, no, no ¿cómo se me pudo olvidar?
―Quizás no esté en casa para dentro de una hora.
Noelle frunce el ceño y detiene su caminata para mirarme, esto puede que termine mal.
―Voy a salir ―ella me mira y mueve su cabeza indicándome que continúe ―a Franco´s ―me incita a que siga hablando ―con Edward ―y es en este momento en que su mirada cambia por completo.
Desvío la mirada de sus ojos acusadores, no quiero verla, solo me limitaré a escuchar todo lo que esté por decirme
―No vas a estar en tu casa ―regreso a ella, tiene los brazos cruzados y su peso apoyado en una sola pierna, eso la hace parecer un poco más pequeña de lo que ya es y resulta gracioso pero no me atrevo a reírme ― ¿Cómo esperas que vaya y haga mi trabajo si no vas a estar presente?
―Puedes ir sin necesidad de que yo esté ahí ―le hago saber con un todo de voz bajo.
―Lo sé y te lo agradezco pero no quiero estar cerca de tu hermano, especialmente si tú no vas a estar ahí ―suelta un suspiro y muerde ligeramente su labio inferior ―iré mañana temprano, por favor no hagas planes ―sentencia y da la vuelta para regresar a su facultad.
―Lo lamento ―hablo pero no estoy segura de sí me habrá escuchado.
―Supongo que el estrés de la vida universitaria ya se la está comiendo viva.
Escuchar que alguien habla de repente a mis espaldas provoca que brinque e inconscientemente de un golpe con el codo, me giro rápidamente y veo a Edward sobándose su pecho.
― ¿Auch? ―lo miro y de inmediato siento vergüenza por haberlo golpeado, intento hablar pero las palabras no salen de mi boca ―descuida estoy exagerando, realmente no me dolió, así que relájate.
Bien, creo que lo escucharé.
― ¿Lista para nuestra cita?
― ¿cita? —le pregunto.
―De amigos, cita de amigos, sí
El momento se ha puesto un poco incómodo, yo jugueteo con mis manos y el castaño se rasca la nuca mientras mira a su alrededor
―Podemos irnos ―digo llamando su atención ―bueno, si así tú lo quieres ―él me sonríe.
―Vámonos.
Comenzamos a caminar uno al lado del otro, llegamos al auto y tal y como sucedió la última vez que nos vimos, él me abre la puerta del copiloto, le doy las gracias con una pequeña sonrisa y espero a que Edward de la vuelta al auto para subir y ponerlo en marcha.
Él intenta crear una conversación conmigo haciéndome algunas preguntas bastante básicas, pero yo solo me limito a darle respuestas concretas y no intento que la conversación sea más fluida de ningún modo, más que nada porque no tengo ni la más mínima idea de que decir o de que hablar. Ya es costumbre mía dejar que el resto de personas se encarguen de continuar con las conversaciones, pero bueno, no es como que hable con demasiadas personas.