Dharani Ferrajoli.
No sé desde hace cuánto tiempo que nos hemos sumergido en un gran silencio donde el único sonido que logro escuchar es el del auto mismo al moverse por el camino, inclusive ya perdí la noción del tiempo.
No tengo ni la más mínima idea de a dónde vamos y para ser honesta tampoco me importa, de lo único de lo que soy consiente es que nos alejamos del centro de la ciudad. Solo quiero alejarme de todo por un momento para poder despejar mi mente.
Desde que subí no he hecho más que mirar el cielo gris a través de la ventanilla, ni siquiera me he tomado la molestia de mirar a Edward o de hablar con él y agradezco mucho que él tampoco intente llamar mi atención.
Supongo que sabe que no me encuentro lo suficientemente bien como para hablar de cualquier cosa.
Mantengo mis ojos cerrados por un momento pero los abro de golpe en cuanto me doy cuenta de que dejamos de avanzar, el auto está aparcado cerca de la entrada a un parque que conozco, es decir, sé de su existencia pero nunca me he tomado el tiempo de visitar ni de ver fotos, sé que hay un museo y una cafetería por aquí, también construcciones antiguas, es todo.
Edward continúa sin hablar y yo sin hacer contacto visual con él, solo escucho como se acomoda en el asiento, sé que me está mirando y también sé que él merece una explicación aunque no tenga ánimos de dársela.
— ¿Dónde estamos? — digo en un susurro aunque repito que ya sé la respuesta.
— Eso no importa — responde cálidamente — ¿Cómo te sientes?
— Eso tampoco importa — hablo al mismo tiempo en que giro mi cuerpo.
Ambos estamos recostados en los asientos y nos miramos fijamente, se ve gracioso al estar ligeramente encogido aunque no me atrevo a mostrarlo, yo también estoy encogida y supongo que también me veo graciosa por lo que corrijo mi posición para solo tener la mitad de mi cuerpo girado hacia el chico.
Él me muestra una sonrisa y empieza a juguetear con algunos mechones de cabello que se han soltado de mí coleta, no tarda mucho asiendo eso porque ahora su mano descansa sobre mi mejilla y al sentir su tacto cierro por inercia mis ojos, el comienza a acariciar mi rostro y lo que siento es algo inexplicable; nunca antes se había atrevido a tocar mi rostro y que lo haga ahora es increíble y tan reconfortante.
— Gracias por traerme — murmuro y nuevamente abro los ojos — estoy bien, no te reocupes.
— Esa cara dice lo contrario — musita suavemente — si realmente quieres hablar puedes confiar en mí, o… ¿prefieres que caminemos un rato?
No quiero hablar todavía así que mi respuesta es muy obvia.
— Creo que en este preciso momento la segunda opción me agrada más.
Edward vuelve a sonreír y abre la puerta para bajar del auto, yo copio su acción y en cuanto ambos estamos fuera comenzamos a caminar, entramos al parque y permanecemos callados, en algún momento siento su mano rozar la mía pero solo se queda en un simple roce.
Nos quedamos de pie admirando un antiguo acueducto y delicadamente me quito el abrigo para tenderlo sobre el césped y sentarme, aunque me aseguro de dejarle un espacio al chico él decide mantenerse de pie, cosa que me decepciona un poco.
Una corriente da aire choca contra mí y hace que mis brazos se enfríen e instintivamente me abrazo a mí misma, es entonces cuando Edward se inclina para cubrirme con su chaqueta y ahora sí se queda sentado a mi lado.
Estos pequeños detalles que él tiene conmigo son los que me hacen ver que tomé la decisión correcta; alejarme de Orland y Noelle para estar con Edward.
Aun así no puedo negar que esa decisión me está doliendo mucho.
— Viste cuando Orland y yo…
— Sí
Decido cubrir mi rostro con ambas manos, hasta ahora es que soy consciente de lo que pasó, muchas personas nos vieron y nos escucharon, nos miraron cómo si estuviéramos dando un espectáculo y seguramente seremos el nuevo tema de conversación para todos en la universidad, pero lo que más me preocupa es que Edward sepa que la discusión fue a causa de él.
— ¿Por qué estaban peleando?
Uy, es un alivio que no lo sepa.
Dudo por un momento, no le puedo decir que Orland y yo discutimos a causa de los sentimientos que tengo hacia él. Supongo que diré lo que siempre digo cuando quiero evitar hablar de cualquier cosa.
—No quiero hablar de eso.
´ÉL no insiste y aunque no se lo digo le agradezco mucho eso.
Recargo mi cabeza sobre su hombro y él posa su barbilla sobre mi cabello, el único ruido a nuestro alrededor es el de algunos pájaros que vuelan alrededor del lugar.
Otra corriente de aire hace que me estremezca y me acurruco aún más en el cuerpo de Edward. Me gustaría quedarme así para siempre, lejos de todo mundo solo él y yo juntos, mirando a algún lugar inespecífico, disfrutando de nuestra compañía. Quisiera poder congelar este momento y atesorarlo toda mi vida.
El momento de calma se ve interrumpido porque algo llega a mi mente de manera fugaz y me pongo en alerta, me separo del chico quien me mira confuso. Trago saliva y me aclaro la garganta.