Dharani Ferrajoli
Creo que como personas y como seres humanos, todos llegamos a un punto en nuestras vidas en las que estamos al lado de una persona que para el resto del mundo puede ser normal, alguien fácil de ignorar y olvidar después de cinco segundos de haber visto, una persona de la que no saben de su existencia, una persona más de las millones que hay en el mundo, pero que para ti, que estás a su lado, física o sentimentalmente, se convierte en la persona más importante del universo, que simplemente te hace sentir especial, que miras y dices “que suerte tuve de encontrarte”. Se convierte en aquella persona a la que deseas tener a tu lado siempre, con la que quieres compartir momentos importantes, con quien anhelas tener una historia.
Encontrarme con Edward ha sido de las mejores cosas que me han pasado en toda mi vida, especialmente considerando las constantes humillaciones por parte de mi padre, la ausencia de muestras de afecto maternales y el engaño de la primera persona por la que llegué a sentir algo.
Un montón de cosas que me han hecho ser quien soy, situaciones que me han dolido y me han marcado casi de manera permanente, el miedo a no ser lo suficientemente buena en algo, lo extraña que me siento cuando alguien me habla amablemente y el temor a relacionarme sentimentalmente con alguien, son algunas de las consecuencias que las acciones de las personas que me rodean tienen sobre mi vida.
No me gusta tener la sensación de que alguien controla mi existencia, yo tomo mis propias decisiones pero por dentro las voces de quienes me lastiman retumban en mi mente y me hacen dudar de cualquier cosa, incluso de los pocos momentos maravillosos que vivo con las personas que son verdaderamente especiales. Esos momentos eran, en un principio, los ratos que pasaba charlando con Noelle y las noches que pasaba junto a Orland mirando a través de la ventana, ahora todo eso se ha reducido a la convivencia con una sola persona, puede no parecer mucho, pero el sentimiento de satisfacción y de desear que esos momentos no se acaben se intensificaron.
Estar con Edward es mil veces mejor que estar con cualquier otra persona en el mundo. Y no me importa si estamos charlando mientras bebemos café o si simplemente pasamos casi una hora viajando en auto mientras nos dirigimos al primer lugar que encontramos en internet cuando buscamos donde pasar el día, y que claramente no estuviera tan cerca del centro de la ciudad pero que tampoco requiriera de un viaje de varias horas.
Puede parecer un poco extraño, pero a pesar de haber estado toda mi vida en Roma, hay muchos lugares que no conozco, que nunca he visitado e inclusive estoy segura que no conozco de la existencia de algunos.
Esto se debe a que desde siempre mis padres controlaron y se aseguraron en todo momento de saber en dónde me encontraba exactamente, además de exigir que tanto Orland como yo estuviéramos en casa todo el tiempo, durante años el único lugar al que íbamos fuera de casa era la escuela, fuera de eso permanecíamos encerrados todo el día todos los días, excepto los días en que salíamos con nuestros padres.
Orland se libró de eso en cuanto tuvo edad suficiente para andar solo por las calles, mientras tanto yo permanecí en la misma situación hasta que me mudé con mi hermano al iniciar la universidad. Que mis padres no me dejaran salir sola antes me afectó hasta tal punto en que no fui capaz durante mucho tiempo de moverme sola por la ciudad, Orland tenía que estar siempre detrás de mí para decirme que transporte tomar y enseñarme a llegar a diferentes lugares, incluidos el departamento.
Y pensar que nunca antes me había cuestionado todo esto.
—Llegamos señorita Ferrajoli.
Al mirar por la ventanilla alcanzo a ver un edificio, es curioso porque es una sola planta unida a un pequeño edificio que se nota más antiguo, es de dos pisos y solo tiene unas cuatro ventanas pequeñas con portezuelas de madera, esto le da un toque más rustico e interesante, a simple vista no parece ser la gran cosas, pero según lo que dijo Edward, es un lugar muy lindo y grande.
—Necesito ir a ver si nos dan una habitación, vienes o prefieres quedarte.
—Prefiero esperar aquí.
Sin decir nada más, Edward se dirige a la recepción. Tenemos el pequeño problema de no tener una habitación reservada, no nos dio tiempo de planear las cosas y esto de venir hasta este lugar fue algo que salió de pronto.
En un primer momento, cuando Edward llegó por mí, habíamos planeado pasear por algún parque o una plaza tal y como ya lo habíamos hecho en un par de ocasiones, sin embargo él me notó preocupada, le expliqué que tenía cierto pánico a que mi padre me viera y me metiera en problemas con él por no estar en la universidad, Edward también mencionó que no tenía muchas ganas de encontrarse con algún conocido. Al final ambos estuvimos de acuerdo en que lo mejor era alejarnos un poco de la ciudad.
No fue tan difícil elegir un destino, en internet encontramos una zona a poco menos de una hora de camino donde había una especie de colina con senderos de caminata, ahí podríamos dar un paseo y disfrutar de la vegetación, ambos estuvimos de acuerdo en viajar hasta el lugar y en cuanto llegáramos buscaríamos un lugar para quedarnos.
Prácticamente hicimos un largo viaje para jugar con nuestra suerte, sabemos que está la posibilidad de que tengamos que regresar al no encontrar un lugar donde pasar la noche, pero la realidad es que queremos alejarnos de todo al menos unas veinticuatro horas. Aunque siendo honesta, no me interesa lo que tenga que hacer o donde tenga que quedarme en cuanto esté con Edward.