Edward Terfassi
Cuando mis padres me dieron la noticia de que nos iríamos de San Diego sentí que mi mundo se venía abajo (ahí comenzaron los problemas con mis padres).
Cuando empaqué mis maletas sentí la inminente despedida de mi hogar. En el momento de subir al avión un pedazo de mí se quedó al otro lado de la entrada del aeropuerto. Y cuando entré a mi nueva habitación en Florida y desempaqué mis cosas me di cuenta que ya no estaba completo, que mi hogar había quedado atrás, entonces decidí que en cuanto tuviera la oportunidad regresaría al lugar en el que fui feliz.
Fueron meses en los que me sentí incompleto, lo mismo ocurrió al llegar a Italia, pero peor.
Los primeros meses en Roma fueron horribles, meses en los que pasé por una de las etapas más difíciles de mi vida. Hubo días en los que no pude ni levantarme de la cama, en los que no comía y ni siquiera podía pensar con claridad, días en los que únicamente me la pasé fumando.
Mis padres insistieron en que se me pasaría pronto, después de todo si logré superar lo de Florida, ¿por qué no podría hacer lo mismo aquí? pero cuando papá entró molesto a mi habitación y no pudo despertarme se dio cuenta de la gravedad del asunto.
Anemia, ansiedad, una ligera adicción al tabaco y depresión fueron los diagnósticos, ¿la solución? Pastillas, pastillas que después me causarían una sobredosis de la que afortunadamente logré salvarme. Durante este proceso conocí a Vanessa, ella estuvo presente y fue mi principal apoyo, después se unió Marcus y todos los demás fueron llegando. En un momento de crisis llegué a parar al hospital por hacer algo estúpido, pero ellos estuvieron ahí.
Con el paso del tiempo dejé de necesitar tomar antidepresivos porque nuevamente me sentí feliz y pude tener una vida normal. Cuando me sentía mal me bastaba con café para relajarme, la manera en que descubrimos eso fue algo curiosa.
A pesar del apoyo y afecto que recibí de mis amigos, continué sintiendo un vacío en mi pecho, ¿la falta de interés paternal? Eso siempre estuvo ahí y antes de mudarme no me había afectado, en realidad me importaba poco que mis padres prefirieran estar horas en una oficina a pasar tiempo con su único hijo.
Pasó el tiempo y el vacío siguió ahí, me acostumbré tanto a tenerlo que ya casi ni lo notaba.
Fue una tarde en la que, caminando por la ciudad me topé con una cafetería. Mi amor por el café me hizo querer entrar y ordenar mi tipo de café favorito: un americano. No tenía ganas de convivir con tantas personas así que lo pedí para llevar.
Mientras esperaba a que me entregaran el café vi a un par de chicas llegando y sentándose en una de las mesas: una pelirroja y una rubia con el cabello peinado en una coleta baja, algunos mechones caían sobre su rostro. Al inicio solo la vi de perfil, pero en cuanto se giró ligeramente y vi su rostro quedé embobado.
En su momento no me pareció la chica más físicamente hermosa, honestamente había salido con mujeres más atractivas. Pero aquella rubia, con sus mejillas ligeramente rosadas, el sol iluminándole el rostro, con una mirada tímida y un par de ojos que me volvieron loco desde el primer momento.
Ahí fue cuando vi por primera vez a Dharani Ferrajoli. Aunque en ese momento no sabía su nombre y mucho menos que se terminaría convirtiendo en la persona más especial de mi vida.
Recibí mi café y desee quedarme para seguir admirándola, pero una llamada me obligó a salir corriendo y conducir 50 km. Para recoger a Vanessa, quien había sido dejada ahí por su novio después de terminar con ella.
Quien diría que el imbécil que abandonó a mi mejor amiga sería el hermano de quien ahora es mi novia.
Pasé meses observando a Dharani Ferrajoli a lo lejos, obviamente sin llegar a convertirme en un acosador, simplemente disfrutaba cuando por casualidad la veía caminando por ahí. Alessando y Franco insistían en que estaba enamorado de ella, siempre lo negué pero ahora creo que era verdad.
Fue una sorpresa enterarme que Dharani era hermana de Orland, al inicio fue una desilusión pero por respeto a ella quise darle una oportunidad de mostrar que no tenía nada que ver con su hermano y realmente lo aprovechó. Cada segundo que pasé con ella fue tan especial que juro que se quedarán grabados en mi mente por siempre.
Tal vez suene egoísta pero al estar con ella no me importaba lo que Orland le hizo a Vanessa. Solo quería enfocarme en disfrutar a mi señorita bonita.
La blusa, las clases de óleo, el cuadro y el americano para llevar que pedía especialmente para ella. Cada uno de esos detalles que me hicieron darme cuenta de lo enamorado que estaba de ella.
Tres meses han pasado desde aquel beso en el coliseo, el beso que fue iluminado por una noche estrellada y que selló nuestro amor. Después de tres meses he hablado con Dharani, para demostrarle lo especial que es para mí lo nuestro, he quedado con mis padres para que cenemos juntos y conozcan a mi razón de ser y mi inspiración de cada día.
Justo ahora voy en camino a recoger a Dharani para ir a casa de mis padres. Cuando se lo dije sus mejillas se pusieron tan rojas y ella tan nerviosa que creí que saldría corriendo a esconderse, aunque rápidamente se controló y después de dudarlo por un momento terminó aceptando. Con una sonrisa besé varios puntos de su rostro a modo de agradecimiento.