Dharani Ferrajoli
— ¿Crees que le guste?
— ¿Por qué rayos me lo sigues preguntando a mí?
—Orland por favor, necesito que me ayudes.
—Ya te ayudé a elegir la caja, ¿no es suficiente?
—No, no lo es.
Edward y yo celebraremos nuestros seis meses de relación, no es algo tan común pero ambos queremos hacer algo que se convierta en una tradición o una costumbre nuestra, algo que pueda ser muy especial y feliz de recordar.
Nuestro plan es ir a tomar un café a Franco’s, pasear por una plaza y terminar visitando el coliseo. Queremos recordar lo momentos lindos que pasamos juntos antes de iniciar nuestra relación y de esa manera celebrar que estamos juntos. Queríamos hacer algo más grande, tal vez visitar el parque de los acueductos y tomar el auto y viajar a la colina donde la pasamos tan bien. El asunto es que yo tengo que organizar mis propios planes, cosa que me entusiasma mucho.
—Me preocupa que no le guste.
Hago una mueca y veo el interior de la caja de regalo que compré para obsequiarle algo a Edward, no me convence del todo lo que le compré.
—Si no le gusta me sentiré tan avergonzada —digo algo preocupada —es mi novio, debería saber que le gusta y que no.
Escucho la risa de Orland a mi espalda, me giro para mirarlo de mala manera pero él no se inmuta y continúa riendo.
— ¿Qué es lo que te causa tanta risa? —cuestiono molesta
—Dhari, relájate ¿quieres? Te aseguro que le gustará lo que le tienes preparado —lo miro no muy convencida del regalo —oye, vi cómo te la pasaste toda la noche haciendo eso, te aseguro que le gustará —inconscientemente sonrío, las palabras de Orland me reconfortan —y si no le gusta yo encantado de quedarme con el regalo.
Este chico no es capaz de mantener la seriedad por más de un minuto.
Aun así lo quiero, es mi hermano después de todo, aunque en ocasiones se comporte como un niño y yo como su madre.
—Bien —digo finalmente convencida —ahora a esperar a que venga a recogerme, ¿sabes lo que tienes que hacer?
—Mmm, barrer la cama, hacer los platos y fregar la sala.
— ¡Orland!
—Es broma, relájate, estás muy tensa, Dhari, ¿Acaso Edward no dura lo sufi...?
— ¡Ni siquiera lo pienses! —grito antes de que termine la oración.
Mi hermano comienza a carcajear animadamente y se burla de mí, no quiero molestarme ni nada de eso, él hace ese tipo de bromas constantemente desde que Edward y yo somos novios, especialmente desde que ambos comenzaron a llevarse bien.
Sigo sin poder comprender cómo es que de pronto se soportan y conversan como si fueran amigos de mucho tiempo.
Orland está comiendo un tazón lleno de cereal con leche, en toda la mañana no le había prestado la suficiente atención, pero ahora que tengo tiempo puedo notar un par de detalles algo interesantes en él.
— ¿Qué me ves? —dice con la boca llena de cereal.
—Estas vestido.
—Siempre estoy vestido —dice obvio y burlón.
Lo conozco, sale a correr de lunes a viernes desde muy temprano para regresar al departamento, ducharse y desayunar antes de ir a la universidad. Sábado y domingos son días de descanso en los que suele estar en pijama hasta mediodía, es ya llegada la noche cuando va al gimnasio de vez en cuando.
La camiseta blanca y la sudadera verde me parecen sospechosas.
—Ocho de la mañana, un sábado, y no estás en pijama, tampoco has salido a correr —le insisto —me parece algo curioso.
Orland me ignora y sigue comiendo, hace a un lado su tazón y comienza a romper en pequeños pedazos una barra de chocolate, intento llamar su atención pero continúa ignorándome.
Bien, esto no se va a quedar así.
Discretamente me acerco a él y antes de que pueda terminar de agregar chocolate a su cereal le robo su barra y la escondo detrás de mí.
— ¡Oye! ¡Mi chocolate, Dharani! Dámelo.
—Primero responde, ¿por qué estás vestido?
— ¡Porque tú te enojas si me paseo desnudo por el departamento!
Mis sospechas de que esté tramando algo se hacen cada vez más grandes.
—Que ni siquiera se te ocurra traer a alguna chica aquí mientras no estoy. Te conozco, sé de lo que eres capaz de hacer.
—Dhari, mi chocolate —dice con seriedad.
Sostenemos la mirada unos segundos, hasta que nos vemos interrumpidos por el sonido de alguien golpeando la puerta.
—Debe ser Edward —digo de inmediato.
Orland sale corriendo rumbo a la puerta como niño pequeño, va directo a abrir.
— ¡Edward! ¡Dharani me quitó mi chocolate, dile algo!
Justo cuando mi hermano está terminando su oración abre la puerta y se queda quieto un momento.