Dharani Ferrajoli
Supongo que todos llegamos a un punto en el que estamos tan agotados que no queremos seguir, el cansancio no solo es físico, también es mental y emocional, puede que se acumule y explote en el peor momento y se terminen dañando a las personas que se quieren.
Quiero a Edward, pero, desde que estamos juntos algo cambió, no estoy segura de que fue, pero definitivamente las cosas fueron diferentes, los sentimientos también fueron diferentes, y la manera en la que yo me sentía al estar a su lado fue muy diferente. No quiero decir que no lo quiera, solo no siento lo mismo.
— ¿En qué tanto piensas? —cuestiona Orland.
—En nada.
—Sí, claro.
Las visitas a Orland se hicieron cada vez más frecuentes conforme fueron pasando los días, lo extrañaba tanto que era difícil estar sin verlo tanto tiempo. Lo sigo extrañando en realidad.
Él está comiendo una barra de chocolate en el sofá mientras yo intento asimilar y penar bien en todo lo que diré dentro de un rato.
—Así que finalmente se lo dirás —habla mi hermano, sin mirarme.
—Creo que llegó el momento.
—No te veo muy convencida.
Hago una pausa antes de responderle, la verdad es que no sé si lo que voy a hacer es lo correcto o no, y tengo miedo.
—No lo estoy —respondo sin mirarlo a los ojos.
— ¿Entonces por qué lo harás?
—Porque tal vez eso sea lo que necesitamos para que las cosas funcionen.
—Entonces ustedes dos no están bien, ¿por qué sigues ahí si no te sientes cómoda?
—Ya te lo dije, tal vez si le digo a papá y mamá que estoy viviendo con mi novio pueda sentirme con mayor libertad y menos miedo a estar con Edward.
Tanto tiempo siendo la novia de Edward, tanto tiempo viviendo con él, y por miedo no les he contado a mis padres lo que pasó y lo que está pasando en mi vida. Le atribuyo al miedo el que mi relación con Edward no esté del todo bien en este momento, así que hoy mismo les diré la verdad a mis padres. De verdad que quiero que las cosas funcionen, pero me estoy cansando y ni siquiera sé por qué.
— ¿De verdad lo amas?
Giro y veo a mi hermano, ha dejado de comer su barra de chocolate e incluso se acomodó en el sofá para tomar una posición más seria, él me mira con seriedad, sin una chispa de diversión ni nada que sea habitual en él.
—Lo quiero como no tienes idea.
—Querer no es lo mismo que amar.
Tal vez, Orland tenga razón, solo tal vez.
—Oye —le digo —él realmente me importa.
—Que te importe no es lo mismo a que estés enamorada de él.
Bueno, supongo que sí tiene razón.
— ¿Desde cuándo eres tú quien me da lecciones a mí? —pregunto un poco cansada por toda la conversación.
—Desde que me di cuenta de que soy el hermano mayor y tengo que actuar como tal. No quiero que cometas los mismos errores que yo, Dhari, si no te sientes bien con la persona con la estás entonces sal de ahí antes de que todo se convierta en una pesadilla. Creme cuando te digo que cada vez será más difícil escapar.
Se a lo que se refiere, y aunque lo siga negando creo que Orland estaba en la misma situación con Vanessa, él estaba bien con ella pero llegó a un punto en que se cansó tanto que terminó explotando y no soportó seguir al lado de ella.
Imagino lo duro que debió de haber sido que su padre la abandonara, pero eso no le da el derecho de obligar a Orland y a Edward y a cualquier otra persona a permanecer a su lado, aun cuando ellos no lo quisieran así.
Esos chicos pueden salir de esa relación tan toxica, pero supongo que estás segados por el cariño que le tienen a Vanessa, o simplemente ella es muy buena manipulándolos y haciéndoles creer que es idea suya el permanecer a su lado.
—Solo… debo guardar las cosas que tengo por aquí.
Por tantas visitas a mi hermano varias cosas como abrigos, chalecos y suéteres se han ido quedando, y si mis padres sabrán que vivo con Edward entonces lo mejor es no tener nada de mi propiedad en el departamento de Orland y mucho menos en casa de Mason Ferrajoli.
Como se suponía que Orland y yo viviríamos aquí, papá buscó un lugar con dos habitaciones. Orland se ha encargado de que todo lo que voy dejando se queden en la habitación que me correspondería de vivir aquí, por lo que de inmediato voy a ese lugar.
Ahí me encuentro con el abrigo negro que dejé la semana pasada, también está el saco marrón que olvidé hace dos días, el chaleco de lana beige que dejé aquí ayer, entre otras cosas. Traigo conmigo una pequeña maleta así que comienzo a guardar todas mis pertenencias en ella. Intento que todo esté ordenado para que la ropa no se maltrate y entre perfectamente en la maleta.
Creo que tengo todo, el abrigo, el saco, el chaleco y la blu… mi blusa no está. La blusa que Edward me regaló no está en ningún lado, comienzo a buscar en los cajones y en el pequeño closet pero están completamente vacíos, ¿Dónde puede estar? Estoy completamente segura de que la dejé aquí.