Granos de Café

Capítulo 25

Edward Terfassi

En una ocasión estaba en mi habitación en casa de mis padres, recién me empezaba a recuperar e intentaba deshacerme de todos los cigarrillos que pudiera encontrar, tiré varias cajas vacías y limpié el cenicero, no quería tener que seguir necesitando fumar para mantenerme tranquilo.

Después de una exhaustiva limpieza solo pude encontrar un cigarrillo intacto en toda la habitación, por un momento el impulso de encenderlo y fumarlo fue tan fuerte que casi lo hice.

Lo terminé lanzando hacia la cama.

Suspiré y me quedé de pie mirando a la pared.

No tengo idea de si estaba pensando o hice algo que lo provocara, pero de un segundo a otro la respiración comenzó a faltarme, una fuerte y constante presión se hizo presente en mi pecho, cosa que dificultaba todavía más la respiración.

De pronto empecé a tener miedo pero ni siquiera supe a que, mis piernas comenzaron a temblar y sentí como todas mis fuerzas se iban y mi cuerpo se debilitaba, así que antes de caer al suelo me lancé a la cama con la intención de caer sobre algo blando, pero no logré llegar, solo mis brazos alcanzaron el colchón y quedé de rodillas frente a la cama.

No podía respirar, no tenía fuerzas, todo mi cuerpo dolía, estaba entrando en pánico y yo solo quería un cigarrillo, el cigarrillo que lancé seguía sobre la cama, lo necesitaba, necesitaba fumar, solo una calada. Pero ni siquiera tenía fuerza para alcanzarlo, intenté estirar mi brazo lo más que pude pero no conseguí nada, me rendí.

No tengo idea de cuánto tiempo estuve en esa posición, solo sé que fue lo peor que viví, o al menos hasta ese día. Porque todo lo que sentí en ese momento no se compara con lo que estoy sintiendo ahora.

No sé cómo describirlo, pero duele tanto.

Salí conduciendo y en un momento en el que detuve el auto tuve la fuerte necesidad de fumar, así que compré un cigarrillo y un encendedor en la primera tienda que vi, pero antes de poder encenderlo llegaron a mi mente muchísimas escenas de todo lo que viví con Dharani, la primera vez que hablamos, nuestras visitas al café, el pequeño viaje que hicimos, el momento en que la convertí en mi novia, cada muestra de amor por mínima que fuera fue especial.

Y dejé que todo se fuera al carajo en un abrir y cerrar de ojos.

Solo pude pensar en que no podía hacerle eso, que tenía que regresar y decirle que lo sentía, que cambiaría y sería el novio que ella se merece tener.

Necesitaba saber si todavía podíamos salvarnos. Pero cuando regresé a casa, la gran mayoría de sus cosas no estaban, el único rastro que pude encontrar de Dharani fue su caballete, las pinturas, los pinceles y todos los lienzos, los que estaban en blanco y los que ya tenían pintura sobre ellos. Eso era todo, ella se había ido.

Entré en desesperación, comencé a dar vueltas como si de alguna manera Dharani apareciera mágicamente. Claramente no lo hizo.

Necesitaba traerla de vuelta para poder estar juntos.

No tuve que pensar mucho para saber dónde estaría, así que fui directo al departamento de Orland, sabía dónde estaba pues no solo Dharani había ido a visitarlo.

En cuanto llegué y sin importarme que el guardia me viera como si estuviera loco, fui corriendo lo más rápido que pude hasta llegar a la puerta, estaba sudado pero no me importaba, solo necesitaba verla y saber que estaba bien para pedirle perdón y que regresara conmigo.

Lo intenté pero… ahora sé que ella no va a regresar.

Ahora estoy en casa, si es que se le puede llamar así. Todo está tan silencioso y vacío, me acostumbré tanto a tenerla cerca que es como si no pudiera vivir sin ella y sin la luz que parecía aportar al lugar. Todo me aparece apagado y sin vida, así me siento yo ahora, sin vida.

La odio, odio a Dharani por lo que me hizo, decirme que ama a alguien más y después abandonarme, quiero odiarla pero odio más no poder hacerlo. Me odio a mí mismo porque algo hice o algo me faltó hacer para que se quedara.

Ella me lastimó tanto.

No quiero seguir viendo la tristeza que inunda mi casa así que camino a la habitación y me recuesto boca arriba sobre la cama, estoy mirando el techo blanco para intentar despejarme pero no puedo pensar en nada que no sea Dharani.

No quiero estar solo, tengo miedo de lo que pueda pasar. Así que decido marcar al número de Vanessa, solo espero que ella ya no esté molesta y me responda, porque si no lo hace entonces no sabré que hacer.

Primer tono, segundo tono, tercer tono y…

— ¿Edward?

— ¿Dónde estás?

Intento controlar mi voz quebrada, no quiero que Vanessa me escuche así.

—En mi casa, con los chicos.

Bien, tal vez sea mejor que todos se enteren al mismo tiempo, aunque hace tiempo que no hablamos y no sé si estén de acuerdo con verme y hablar conmigo.

— ¿Puedo ir?

—Claro que sí, ¿estás bien?

Por supuesto que no estoy bien, pero no se lo diré por teléfono.

—Llego en un rato.




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