Gravedad Cero ( Trilogía Ferrer #1 )

07 - Maritza

Doce horas de viaje. Los equipos han seguido ese patrón de lugares seis veces, pero ahora sé exactamente dónde mandarán a mis hombres. Ninguno de esos malnacidos vivirá para contarlo. El viaje ha sido largo, pero la espera solo aumenta mi determinación. Cada lugar por el que han pasado los equipos se convierte en una marca más en el mapa que se dibuja en mi mente, como si cada paso de ellos me estuviera acercando más a la venganza que llevo esperando. La furia que siento me consume por dentro, pero también me da claridad. Ya he esperado demasiado, y este será el último juego que juego con ellos.

Estoy en el jet privado de la empresa, acomodada en uno de los asientos de lujo mientras el avión surca el cielo. El sonido del motor es constante, pero mi mente está fija en el último destino del patrón. Mi mano no deja de moverse, limpiando, armando y desarmando el arma que tengo en mis manos. Cada movimiento es preciso, casi automático, como si fuera un ritual que me mantiene centrada. La pistola dorada, personalizada a mi estilo, es mi compañera en este viaje, y cada vez que la toco, siento la sensación de control. La limpie una y otra vez durante las horas de vuelo, dejando que el tiempo pase mientras la adrenalina recorre mi cuerpo, manteniéndome alerta. El cansancio no me alcanza; mi determinación es más fuerte que el agotamiento.

El piloto interrumpe mis pensamientos con su voz, anunciando que estamos por aterrizar.

-Estamos aterrizando en el aeropuerto ****** de Suiza... Bienvenida, señorita Ferrer -dice el piloto, su tono tranquilo pero profesional.

Una leve sonrisa se asoma en mi rostro mientras el jet comienza a descender. Me levanto con calma, guardo el arma en su funda y me acerco a la puerta, lista para enfrentar lo que sea que me espere al otro lado. El jet toca tierra, y al bajar, me encuentro con una escena que ya esperaba: una docena de hombres de pie, rodeando el avión, siempre alertas, siempre vigilantes. Me siento observada, pero en lugar de incomodarme, me da una sensación de seguridad. Estos hombres son leales, y no me fallarán.

Ruedo los ojos con un suspiro, ignorando la multitud de guardaespaldas que se arremolinan a mi alrededor. Caminando con pasos firmes, me dirijo hacia la camioneta que me llevará al último lugar donde se encuentran los equipos. El cansancio no me afecta. En este momento, la adrenalina es mi única fuente de energía. No necesito descansar. No lo haré hasta que recupere lo que es mío y pague con sangre al infeliz que me robó el último sueño que quedaba de mi padre. El deseo de venganza es lo único que mantiene mi mente en calma.

La camioneta celeste me recibe con su interior lujoso. Es espaciosa, como un santuario de confort. El cuero crema de los asientos invita a sentarme, pero mi mente sigue en lo que está por suceder. La separación que divide al chofer de los pasajeros está decorada con una pequeña pantalla táctil que ofrece opciones de entretenimiento. A los lados, monitores de alta definición muestran las cámaras de seguridad, mientras que los altavoces y portavasos se alinean con una perfección que no me interesa en este momento. Lo único que necesito es lo que está frente a mí: una botella de champán, y la misión que debo cumplir.

Douglas está a mi lado, su rostro refleja la preocupación que no se atreve a expresar. Sé que tiene dudas, pero yo no tengo tiempo para juegos. Mi mirada se encuentra con la suya, y hablo con una calma tensa.

-Douglas, si prefieres quedarte aquí, lo comprendo -le digo, mi tono firme, pero con una pizca de amabilidad que no pasa desapercibida.

Él asiente, pero no dice nada. Su alivio es palpable, aunque también sé que su miedo está presente. Está atrapado entre la lealtad y el temor, pero aún así, hace lo que le pido sin dudar.

-Espera aquí. Apenas recupere los equipos y estén seguros en G.A, regresaré para ir de nuevo a casa -le indico, con la misma calma.

Su asentimiento es lo único que necesito para saber que no perderé más tiempo. Me subo a la camioneta sin mirar atrás, dirigiéndome a Escafusa, donde los equipos se encuentran en este momento.

El viaje, aunque relativamente corto, está cargado de tensión. Cada kilómetro que recorro parece más largo que el anterior. Siento la urgencia de terminar lo que he comenzado, de poner fin a esta historia de una vez por todas. Me acomodo en mi asiento, tomando una copa de champán mientras el vehículo avanza por la carretera. Abro la botella con un giro rápido y sirvo una generosa cantidad en la copa. La burbujea se desplaza en espiral, mientras yo observo con una mezcla de calma y expectación. Me siento tranquila, pero el deseo de venganza sigue ardiendo en mi pecho.

Con la copa en mano, me acomodo, cruzando las piernas mientras mi arma dorada reposa sobre mis muslos. El sonido de las ruedas sobre el asfalto se convierte en el latido de mi propio corazón. Cada segundo que pasa me acerca más a mi objetivo. La copa de champán se encuentra a medio llenar, pero no importa. Todo lo que importa es que estoy cerca. Muy cerca. Pronto, el plan tomará forma y los que me han hecho daño sabrán lo que significa enfrentarse a alguien como yo.

(...)

Estoy en medio de un tiroteo. Todo se fue al infierno en cuanto llegamos. Había compradores interesados en los equipos MISH, dispuestos a comprarlos y revenderlos. Fue una jugada sucia desde el principio, y ahora estoy atrapada en medio del caos.

Estoy refugiada detrás de una enorme caja, agradeciendo en silencio que estos malditos no hayan dejado que ningún equipo se dañe. El líder de esta mierda está siendo protegido por una docena de hombres, más los hombres del comprador. La situación es más complicada de lo que había anticipado, pero eso no me va a detener.

"Ahora entiendo por qué no se habían movido tanto", pienso, mientras siento las balas rozar la caja donde me cubro. No pierdo tiempo y recargo mi arma, mi respiración calmada y controlada a pesar del sonido ensordecedor de los disparos. Los hombres a su alrededor no tienen idea de lo que se les viene. Mi puntería es infalible, y como ya mencioné, puedo usarla mejor que los mismos tacones del diablo.

‍​‌‌​​‌‌‌​​‌​‌‌​‌​​​‌​‌‌‌​‌‌​​​‌‌​​‌‌​‌​‌​​​‌​‌‌‍




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.