Salimos de mi cuarto y caminamos hacia uno que está justo a dos habitaciones de distancia. Al abrir la puerta, se revela un cuarto encantador, decorado con colores suaves de rosa, morado y blanco, con detalles de mariposas, arcoíris y figuras llenas de vida. La cama es enorme, cubierta con sábanas blancas inmaculadas, rodeada de peluches y muñecas. En una esquina, hay una colección de juguetes, muchos más de lo que cualquier niña podría pedir.
-¡Qué lindo! -dice Trixie, con los ojos tan grandes como platos, admirando su nuevo espacio.
Yo solo río, sintiéndome feliz por ella.
-Es todo tuyo -le digo, con una sonrisa sincera mientras ella da un paso adelante y, con los ojos llenos de lágrimas, me abraza con fuerza.
-Gracias -susurra, con la voz quebrada, como si no pudiera creer lo que está sucediendo. Me agacho y la abrazo con cariño, tratando de consolarla mientras le acaricio la cabeza.
-No hay de qué, nena -le respondo suavemente, dándole un beso en la frente. Después de un momento de silencio, me separo un poco para mirarla directamente a los ojos.
-¿Te puedo hacer una propuesta? -le pregunto, con algo de emoción en mi voz.
Ella frunce el ceño, como si no supiera bien qué esperar, pero no se aleja.
-¿De qué? -pregunta, algo intrigada.
Aprovecho el momento para lanzarme y, con todo mi corazón, le hago la propuesta.
-¿Quieres ser mi hermanita? -le pregunto con una sonrisa llena de esperanza-. Tendrás lujos, comida, paseos, y todo mi amor. No tengo a nadie a quien dárselo, y quiero dártelo todo a ti, solo a ti.
Al escuchar mis palabras, ella rompe a llorar de inmediato, abrazándome de nuevo con una fuerza impresionante.
-¡Sí, sí, sí, sí, sí! -repite, llorando en mi hombro mientras me rodea el cuello con sus pequeños brazos.
Siento una oleada de emoción en mi pecho y las lágrimas no tardan en brotar de mis propios ojos.
-Perfecto -susurro, mientras la acaricio con ternura, sin poder evitar soltar una sonrisa de felicidad-. Jamás estaremos solas de nuevo, porque nos tendremos la una a la otra.
Ella asiente con la cabeza, sonriendo con los ojos aún llenos de lágrimas.
-Ya no -susurra, como si le costara creer que algo tan bonito podría ser verdad.
La separo suavemente de mí, secando sus lágrimas con mis manos con cuidado. Ella me mira, más tranquila, pero todavía con la emoción a flor de piel.
-Cuenta conmigo para lo que sea -le digo con voz firme-. Puedes contarme todo. Y si alguna noche no puedes dormir, simplemente te cruzas a mi cuarto y dormimos juntas. No tienes que temer nunca más.
Ella asiente, sonriendo entre lágrimas, y yo le doy un beso en la mejilla, lleno de cariño.
-Ahora vamos a comer, para luego ir a comprar ropa para ti y llenar ese enorme closet -le digo, señalando la habitación con una sonrisa divertida. La verdad es que ahora entiendo a mi papá cuando me llenaba de tantas cosas.
-¡SÍ! -grita, llena de emoción, y no puedo evitar reírme ante su alegría.
La levanto del suelo, cargándola en mis brazos con cuidado y la llevo a la cocina, lista para continuar con nuestro día lleno de nuevas experiencias.
(...)
Compramos mucha ropa para Trixie y ahora estamos en el auto rumbo a la empresa para firmar los papeles de adopción.
"Ya tengo hija", chillo emocionada por dentro mientras Trixie canta una canción en ruso desde el asiento de atrás.
Llegamos a la empresa y estaciono el auto frente a ella.
-Mami, ¿ya llegamos? -voltea a mirarme, con los ojos abiertos de par en par.
-¿Cómo me dijiste? -digo sin poder creer lo que escuché, emocionada. Ella sonríe.
-Mami -murmura. Sonrío ampliamente.
-Sí, ya llegamos -respondo sin borrar mi sonrisa. Bajamos del auto y tomo su manito. Nos adentramos a la empresa y nos encontramos con Douglas, sonriente, con el teléfono en la mano en la entrada.
-La iba a llamar señorita -dice al verme, tomando de nuevo la mano de mi bebé, quien se esconde detrás de mis piernas al ver a tanta gente en el living de la empresa-. Ya está todo listo, solo falta su firma -dice, y yo río.
-¿Qué estamos esperando entonces? ¡Vamos! -digo emocionada. Él asiente y nos dirigimos a su oficina para traer los papeles.
Entramos a la oficina y la niña se siente en una silla. Firmo los papeles.
-Costó un poco, pero los logré tener hoy mismo sin tanta investigación ni papeleo -me dice una vez firmados.
-No importa -respondo mirando fijamente los papeles-. Trixie -la llamo.
-¿Sí, mami? -se baja de la silla y se acerca a mí, viéndome con la mirada hacia arriba. Me agacho y le muestro los papeles.
-Ahora eres Trixie Nohemí Ferrer -le digo mostrándole los papeles que la hacen legalmente mi hija-. Eres mi hija, legalmente, y nadie te separa de mí. -Ella sonríe.
-¡SÍÍÍ! -grita emocionada. La abrazo.
-Vamos a casa a celebrar con helado -le digo, y ella asiente. Tomo los papeles y la cargo-. Gracias, Douglas, te recompensaré, lo prometo... -le digo, salgo de la empresa, subo a Trixie al auto y luego subo yo para ir a casa.
***
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Editado: 16.03.2025