31 de octubre de 1984, Mara Whitlock
"Querido diario, aquí Mara, esta es la primera página de muchas, ¿por qué no empezar mi diario personal con lo más interesante? La vida en Gravelark. La vida en este lugar es extraña, un pueblo pequeño que esconde grandes historias espeluznantes, un título digno de una película de terror. A decir verdad, nunca se ha sentido así. Son tantas las leyendas que ya las he olvidado todas. De todas maneras, ya nadie las cree, solo los ancianos del pueblo, pero más de uno los llama locos. Ya que a parte de las leyendas, nada legendario ha sucedido en este lugar, aunque es verdad que con trece años no puedo saber mucho, ni mi madre ha visto nada extraño así que suelo no creer ninguna de las supuestas leyendas del pueblo. Junto a mis amigos, Alice y Evan solemos ir al bosque, un bosque que se supone que está maldito, pero de maldito no tiene nada. Vamos allí desde pequeños, a jugar y pasar el rato hablando de lo que sea, y nunca hemos sentido nada extraño, es más, es uno de los pocos lugares del pueblo que me genera paz.
Ya hablando de otra cosa, hoy a la noche es Halloween y estoy muy emocionada ya que mi madre me ha comprado el disfraz que quería: uno de hada, desde pequeña lo he querido pero mis gustos iban cambiando, este año finalmente decidí vestirme así. A veces en la escuela los otros niños se burlan de mí por ser "demasiado infantil", esos idiotas no saben lo que es bueno, solo siguen modas y quieren crecer demasiado rápido. A mi, me da miedo crecer si te soy sincera, quisiera ser niña por siempre, pero al cumplir los trece sentí que este sería el último año siendo una "niña". Muchas chicas en la escuela parecen ya adolescentes y me da miedo lo rápido que pasa el tiempo."
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Sonaba "Coming Out" de Diana Ross
Mara estaba acostada en su cama, completamente concentrada escribiendo la primera página de su diario. Era un suceso muy importante para ella, poder expresar sus sentimientos y pensamientos en un papel era liberador. Lo único que podía esperar era que nadie lo viera, se derretiria de vergüenza si alguien lo hiciera. Ella tenía planeado escribir todo en ese diario, sería su vida entera plasmada en un par de hojas, esperando poder soltar cualquier pensamiento que le pesara.
—¡Mara, apúrate! ¡Ya es tarde! —gritó su madre desde la cocina.
Mara cerró su diario y lo dejó debajo de su cama, la cual era algo alta, Mara saltó de esta y al ritmo de la música fue a su closet para elegir la ropa que usaría hoy. A ella le gustaba mucho usar vestidos por debajo de las rodillas como si fueran de muñeca con las que ella aun jugaba, preferiblemente de color azul. Mara eligió su vestido favorito y se alistó rápidamente para la escuela. Al estar lista, bajó las escaleras casi corriendo, su vestido volaba con cada paso, parecía estar saltando evitando lo que sea que su imaginación le estuviera mostrando.
—¡No corras! te vas a lastimar hija —exclamó con una voz algo preocupada.
Mara sonrió. —¿Puedo ir sola hoy al colegio, ma? —preguntó forzando una expresión de ternura, esa expresión solía funcionar, así que ¿por qué no intentarlo?
—De hecho hoy vas a tener que ir sola hija —dijo aun haciendo el desayuno— Así que por esta vez tu cara de pobrecita gana —confesó con una pequeña sonrisa y Mara casi suelta un grito que oirían hasta los vecinos, pero logró contenerse.
—¿Trabajas temprano hoy? —soltó una mirada curiosa.
Se escuchó un largo suspiro. —Hoy trabajaré más horas, me necesitan en el hospital —la niña solamente asintió lentamente.
La casa olía a perfección, Mara sabía que su madre estaba haciendo su desayuno favorito, algo simple pero que había marcado toda su infancia; huevos fritos con tocino. En la casa resonó como Mara aspiraba con su nariz toda la fragancia que el plato emanaba, esperando que su madre se de cuenta de la señal, esa señal para por fin servirle tal exquisitez.
—Ya te veo, niña —Sirvió el desayuno y lo dejó en la mesa, la pequeña se abalanzó sobre esta— ¡con cuidado! —dijo con sorpresa entre risas.
A Mara le encantaba ir sola a la escuela, la hacía sentir más responsable, capaz de cuidarse sola. A su madre no le gusta que ella lo haga pero hay veces que tenía que ser así, al ser enfermera en el único hospital del pueblo a veces simplemente no puede quedarse en casa.
—¿Viene la señora Susan hoy? —preguntó alegre al terminar el último bocado.
—Si, justo ayer tuve que llamarla para cuidar a Luke hoy —respondió y miró el reloj colgado por encima del sofá de la sala de estar y su rostro cambió— ¡Se me hace tarde! —apurada tomó sus cosas y saludo a su hija con un beso en la mejilla— cuidate, ¿si? sabes que no me gusta que vayas sola —la miró con preocupación.
la pequeña asintió muy rápido con la cabeza. —no te preocupes mami, no me pasará nada, ya he ido sola antes —dijo y le regaló una sonrisa a su madre para verla irse casi corriendo por la puerta principal.
Mara tenía que esperar a que la señora Susan llegará, ella se encargaría de cuidar a su hermano mientras su madre no estuviera. La casa era un desorden, pues a su madre no le daban los tiempos para hacer todo. La niña estaba ordenando un poco cuando nota que justo debajo del televisor estaba el diario del pueblo, este parecía ser el de hoy.
Mara ojeo un poco y vio algo que le llamó la atención; "Estamos buscando a Jack Thompson, desapareció de casa el dia de ayer y no podemos ubicarlo, tiene 13 años, es rubio, su altura aproximada es de 1.60 cm, si lo viste o sabes algo de él..."
Editado: 31.12.2025