Todos comenzaron a hacer sus movimientos para colocarse donde era necesario. La puerta central sería el lugar donde los enemigos apuntarían al ataque.
El ejército enemigo se agrupaba a las afueras de la puerta del segundo nivel. Cientos de miles de criaturas de las cuales no era posible tener una fisonomía clara. Eran todos con cuerpos opacos, arrugados, algunos sin extremidades mientras que otros más tenían varios brazos, piernas, ojos, cabezas entre otras partes.
Parte del ejército se movía arrastrándose como serpientes, otros más brincaban como ranas asustadas, otros volaban como aves buscando refugio y en su mayoría muchos caminaban y corrían como deportistas en competencia.
Se hacía referencia a que estos habían sido humanos, la especie más fácil de tentar y atrapar en las redes de la maldad. En sus filas estos ocupaban el frente como peones en el ajedrez. Mientras siguieran naciendo y existiendo eran fácilmente sustituibles. Además su importancia era significativa, eran la especie que habitaba la Tierra, el mundo físico para algunos, el lugar que une el cielo con el infierno.
Un paso directo para ambos bandos.
Durante años los demonios estudiaron mucho más este terreno ya que se les permitió habitar y desplazarse en un inicio a voluntad. Después el creador puso nuevas normas abogando por el amor a su especie más querida. Los humanos guardaban un secreto por el cual era muy importante su existencia que pocos conocían y debían defender.
—No puedo creer que tantos humanos hayan caído en las garras de ese demonio.—Migazul veía con desagrado las filas del enemigo.—Según nuestro creador ellos iban a ser la creación perfecta y mírenlos, esclavos sin conciencia dirigidos por un demonio que tomó sus almas, queriendo tomar el lugar que les fue prometido.
—No te desanimes.—Gablan intervenía para dar su opinión.—Son una especie joven que ha mostrado grandes crecimientos y cualidades en el transcurso de los años. Además hay muchos humanos que lo rechazaron, este número que ves no es ni la mitad de ellos.
—Aun así dudo que muchos de ellos valga la pena rescatar.—Seguía pesimista con su pensar.
—Bueno, ¿Les parece si dejamos la salvación de otros para después?—Grayfurd Interrumpía la conversación para tomar la delantera. —Somos nosotros los que estamos en peligro ahora.
—Si, tienes razón pero al conocer el enemigo podemos tener alguna ventaja de ganar.—Migazul no perdía la oportunidad de hacer una mejor estrategia. —Ellos solo son manipulables, no tiene ningún valor estrátegico más que ser volúmen en esta pelea.—Su tono de voz no expresaba emoción alguna.—De los que debemos preocuparnos son de los demonios y líderes que han venido. Logro reconocer la presencia de uno y no es nada bueno que él esté aquí. Seguramente planeó todo.
***
—Gran líder, los soldados están listos para avanzar.—Una voz muy agitada y áspera se reportaba con su líder.—Esperamos tu orden para comenzar.
—Sigan esperando hasta que yo les diga.—Un ser imponente emergía desde una nave en forma esférica que levitaba en la parte posterior del cielo.—Me gustaría esperar un momento más para corroborar que hayan mordido el anzuelo.
—Pero las tropas ya están desesperadas, temen que este lugar los consuma en la eterna luz.
Crow era el asistente principal de Belila, el líder supremo que estaba comandando las líneas atacantes. Era un ser de tres metros de alto, tenía una cabeza redonda con muchas escamas y picos, su cuello era muy largo lo cual hacía que su cabeza fuera demasiado flexible. Sus cuatro ojos tenían esta característica, se movían de su órbita como si un largo resorte los sostuviera. Era muy robusto, contaba con dos brazos sujetos a un gran y fuerte torso. Su piel era color verde oscuro, aunque a lo lejos podía percibirse como gris pues era tan opaca que la distinción de su color era casi nula.
Sus piernas eran largas y sus dedos lo eran aún más. Tenía seis en cada pie y estos medían medio metro cada uno, sin contar las afiladas garras que de ellos salían.
—Jefe, el elemento sorpresa era nuestra virtud. ¿Por qué esperar?
—Porque te he dado la orden, ¿Deseas cuestionarme?—Era un ser tajante y directo en su forma de dirigir.—No hice todo este plan para que en un intento arrebatado se heche a perder. Necesito esperar el movimiento de defensa. No estamos en cualquier lugar así que cada paso cuenta si queremos ganar.
Sus cualidades como líder no estaban a discusión. Él había ideado la invasión al cielo desde hacía mucho tiempo. Tenía un gran mérito por haber logrado mantener junto al ejército más grande jamás formado y hacerlo trabajar en perfecto equipo. Su poder no era cuestionable ni mucho menos la jerarquía que había tomado desde que fueron desterrados.
—Yo menos que nadie quiero permanecer mucho tiempo en este lugar.—Su mirada estaba fija y llena de rencor, por sus ojos podía verse la historia que le causaba tanto dolor.
En el pasado él había sido un Salabín que habitaba en el cielo como uno muy independiente. Disfrutaba de volar y convivir con sus hermanos en ese espacio. Él era el encargado de las gemas tridimensionales. Gemas que se encargaban de mantener el balance en el universo rigiendo entre estos una energía que los hace convivir en armonía.
Este ser, el cual en ese tiempo se veía como uno puro, de luz y pacifico. Volaba por los aires de cualquier mundo esparciendo su amor que era esencia de su composición. Un ser que tenía un rostro similar al de un cordero recién nacido, reflejando solo ternura y deseos de acercarse a quienes lo veían. En el mundo pudo viajar para importantes misiones que se hacían en su composición y formación por órden de su creador. Este ser se sentía honrado de dichas tareas y las efectuaba sin queja alguna. Le encantaba postrar sus pies entre las nubes del cielo, ahí donde el resto de hermanos le criticaban por pasar tanto tiempo haciendo eso, pero él solo disfrutaba de su máximo placer, dándole cosquillas a sus pies pisando el suave piso de nubes.
En esencia era querido y respetado no solo por sus conocimientos y rango, también porque era uno de los Salabines mayores que fueron de los primeros en nacer. Además de su esfuerzo y compromiso por ayudar a sus hermanos y hacerles las tareas más sencillas, él ayudó a varios a crecer y formarse, por eso le seguían incondicionalmente. Su tiempo en el cielo fue bastante y eso hacía que el no haber vivido ahí más, le provocara sufrimiento al pisarlo nuevamente.
No solo su hogar cambió, también su esencia misma y su físico. Ya no tenía ese cuerpo tan hermoso del cual se había sentido orgulloso durante mucho tiempo. Su habilidad para volar ya no dependía de su energía y alas que destellaban varios colores como si de un arcoiris se tratara. Ahora dependía de tres alas que estaban enterradas en su espalda, lejos de ser ligeras y coloridas eran demasiado pesadas y opacas, con muchas escamas que le hacían aún más difícil el volar. Su posición actual le generaba un profundo dolor, con el cual se había acostumbrado por haberlo sentido mucho tiempo. Su cabeza ya no era pequeña y tierna como antes. Ahora era gruesa, larga y deforme, muy similar a la de una gárgola en la Tierra. Tenía una fisonomía similar a la de un murciélago. Las orejas eran largas y muy despegadas del rostro, la nariz estaba chata y sumida, podía pensarse que era muy difícil respirar por ella. Sus ojos ya no irradiaban nada positivo, solo una maldad y oscuridad que hacía sucumbir a cualquiera. Su rostro entero daba mucho miedo a cualquier otra especie que lo viera. No solo por las facciones de fealdad, también por imponer emociones de odio y de agresión que resaltaban bastante aún de lejos.
Este ser fue de los primeros en ser corrompido durante la caída de los Salabines. Una fecha que era recordada por todos al considerarse de las más sangrientas y poderosas que jamás se hayan presenciado. Una batalla que tuvo como protagonistas a todos los hermanos Salabines que habitan en el cielo.
Cuando el creador se había ido en su misión de ampliar el universo, uno de los líderes que quedó a cargo y que componía la escolta principal de los ocho. Tuvo la osadía de querer gobernar en ausencia del creador, pero no soportó tal energía de liderato y se llenó de varias emociones que le corrompieron el alma, entre ellas la soberbia. Con esta transformación se sentó en el trono y convenció a la tercera parte de sus hermanos a unirsele como su leal escolta. Los otros líderes no perdonaron sus acciones y lanzaron un ataque para sacarlo de ahí. Él con sus nuevos cambios que presentaba y con la curiosidad que siempre habían tenido por aprender cosas nuevas se volvió tan poderoso que apenas los siete juntos podían pelear contra él. Comenzó a dominar una energía que en ese momento pocos comprendían y no se atrevían a acercarse. La energía de la obscuridad. Esta se convirtió en un arma que casi le da la victoria al fortalecer a sus tropas y a él mismo.
Desde ese momento Belila lo siguió y fue un miembro selecto y muy importante que se dejó corromper para ser absorbido con el poder de la oscuridad que su líder le había ofrecido. Al hacerlo se llenó de tanta energía que podía alcanzar en nivel a los siete generales que peleaban contra ellos. Pero el aumento de poder no fue el único cambio que tuvo. Su espíritu comenzó a transformarse sintiendo mucho rencor y odio por todo lo que veía. Sus ojos ya no veían como en un principio, su vista se nubló dándole para todo un panorama gris falto de brillo y luz. Al inicio fue desesperante para él no poder apreciar los hermosos tonos que las nubes y el cielo mostraban, pero después se fue acostumbrando, aceptando rápidamente su nueva naturaleza.
Se convirtió aún más en un ser importante para la creación.