Siempre hay alguien destinado para nosotros, siempre. No importa cómo seas, ni de dónde vengas, cuando algo es tuyo, te llamará.
J.D
Recargo mi cabeza contra la ventana….
—¿Qué pas…?
…
—Aquí estoy.
¿Qué mierda quieres? ¿Por qué yo? ¿Por qué de repente?, donde me entere que es una puta apuesta, juro por Dios que…no, no por él, él ni siquiera le importa cómo me siento, entonces, juro por mí que me comeré hasta su eternidad, lo destruiré hasta que no quede más que recuerdos. Si fuera por mí, acabaría con todos los hombres del mundo, acabaría con ellos uno por uno.
—¿Quién eres?
Pregunto mientras me dejo caer sobre la cama concentrándome en una respuesta lógica sin llegar a involucrar ningún sentimiento en esta. Las emociones solo nos hacen débiles y ser débil es para gente frágil, blanda, y yo no lo soy. Yo soy fuerte y los fuertes no…no sienten. Ellos dominan y pelean por lo que quieren.
De repente la música se detiene y frunzo el ceño. Tomo mi celular y veo una llamada entrante, abro los ojos a leer el nombre: Engel Steele. Cuelgo de inmediato y sacudo la cabeza, ¿fue un sueño? Veo hacia la nada e intento ignorar la necesidad de comprobar que no halla sido un sueño. Después de unos minutos la música vuelve a detenerse y cierro los ojos. Tomo el celular y siento como algo dentro de mí se aplasta al ver que no era una llamada sino solo un celular viejo que se trababa cada vez que quería.
Sin dudarlo me levanto y golpeo la pared haciendo crujir mis dedos. ¡¿Cómo mierda te ilusionas?! ¡Demonios Jane! Ruedo los ojos y me vuelvo a acostar. Solo llevas un día conociéndolo y ya llegamos a esto. Si sientes eres débil. Cierro los ojos y me concentro en la música hasta que solo escucho eco de esta.
Despierto con unos toques en la puerta y me levanto de golpe.
—¿Si?
Me siento al borde de la cama esperando respuesta de quien sea que esté del otro lado de la puerta. Al no escuchar me levanto y voy a abrirla.
—¿Qué pasó?
Hablo tallándome los ojos.
—Te buscan.
Me sonrojo al imaginarme una historia y trato de eliminarla lo más rápido posible.
—¿Quién?
—Ve a ver.
Bajo la mirada y camino lentamente hacia la entrada con los nervios de punta. ¿En qué piensas? No lo iba a admitir, incluso decírmelo a mí era jodidamente vergonzoso. Abro lentamente la puerta y ahí estaba, el chico raro. No hago sonido alguno y me dedico a verlo. Llevaba sus mismas botas de ayer y una chaqueta de cuero negra, su cabello se había despeinado por la ligera lluvia y en su mano cargaba un paraguas rosa. ¿Se lo pidió a su hermana? Sonrío un poco. Se pasa la mano por el cabello y suspira. ¿Qué querrá? Camino y me sitúo detrás de él esperando a que sienta mi presencia, pero mis esperanzas se desvanecen al recordar que nadie lo hace. Miro hacia el piso pensando en como iniciar una conversación, nunca he sido buena en esto. ¿Existirán palabras o frases claves para iniciar una conversación?
—¿No piensas hablar?
Abro los ojos y mi rostro se enrojece. Asiento como si él pudiera verme. Está bien, él la inició. Ahora ¿qué?
—Y-Yo…
—¿Por qué no me contestaste?
Centro toda mi atención en sus botas y el movimiento que hacen cuando gira hacia mí. Nunca me ha gustado que las personas me vean, me hablen…, que sepan que existo. Su mano se posa en mi barbilla y me alejo bruscamente.
—No me toques.
Miro hacia otro lado y me acerco a la puerta de nuevo.
—Estaba mi nombre, ¿por qué no me contestaste?
Cierto, su nombre estaba en la pantalla… ¿su nombre?, ¿cuándo pasó eso? Abro la boca y la vuelvo a cerrar. Y ¿si lo he escrito yo y no recuerdo? Levanto la mirada y me detengo en sus hombros.
—Estaba ocupada.
—No es cierto Jane. ¿Por qué me has colgado? Pensé que te había pasado algo y solo vine.
—Estaba ocupada, ya te dije.
—No es cierto.
Ruedo los ojos y giro para meterme, pero él me detiene.