—Tienes que hacerlo así, porque si lo haces esto quedará mal. El punto es hacer cosas hermosas ¿entiendes?
Asiento sin verlo a los ojos mientras vuelvo a deshacer el moño.
Nos había tocado hacer los moños para las invitaciones de la graduación estando a una semana para "el gran día". Steele se había ofrecido a hacerlas conmigo cuando él ni tomaba clases en el lugar ni saldría beneficiado. Insistí en pagarle a alguien más para hacerlo, pero él insistió en que era mejor hacer algo por uno mismo porque muchas veces no queda como queremos. La verdad este tema me da igual, no me interesa en lo más mínimo ir a esa estúpida reunión donde tendré que verle la cara a muchos idiotas mientras me recuerdan porque no quise ir. Prefiero estar en casa imaginando mil maneras para deshacerme de ellos o solo llorar porque al fin soy libre.
—¿Qué tanto piensas pequeña Jane?
Ruedo los ojos al escuchar el sobrenombre del que me había hecho por mi estatura, antes de contestar.
—Recordando....
—¿Qué?
Suspiro y niego mientras sigo haciendo el moño. Admito que me estaba quedando horrible, pero que digan que lo estoy intentando. Sigo haciendo y deshaciendo el moño varias veces hasta cambiar de una tira de listón a otra lo más discretamente. Juro que si él me veía haciendo este "discreto" cambio, me voy a morir de la pena. Dirijo mi mirada hacia él, quien me daba la espalda, antes de extender la mano para agarrar el otro listón y volve a hacer todo de nuevo, pero mi mano es atrapada con el trozo de tela entre mis dedos. Abro los ojos e intento soltarme, pero él se niega a soltarme, al contrario, se dedica a analizar mi cara y mi mano.
—Jane...
Desvío la mirada y siento como mis ojos se empiezan a cristalizar. Que hummillante, humillante, humillante. Cierro los ojos y siento como una lágrima escapa dejando su rastro hasta mi boca. ¿Qué voy hacer ahora? ¿Debo irme corriendo? ¿Le doy una patada en la entrepierna y después...? ¡¿Por qué mierda no hay una salida de emergencia a la que pueda recurrir cada vez?!, o mejor dicho ¡diario! Tiro lentamente de mi mano para poder soltarme, pero el agarre no sede. Muerdo mi labio y vuelvo a tirar un poco rezando que al fin me deje ir, pero denuevo, no pasa. Por favor, por favor, suéltame. Miro ligeramente hacia arriba tratando de contener mis lágrimas, pero era imposible. ¡Maldita sea! ¡Eres tan débil Jane! Aprieto los ojos y me decido a intentarlo una vez más. Espero unos segundos antes de volver a intentarlo, pero él primero que yo tira de mi brazo y sus brazos se posan alrededor de mí y me apretuja con tatnta fuerza, pero una fuerza bonita, una fuerza..., no sé, no sé qué clase de fuerza sea esta, pero se siente tan..., me debilita. Jadeo y me quedo inmovil. No le respondo el abrazo y solo me dedico a sollozar.
—Pequeña Jane...mierda, me lastima verte tan rota. ¿Sabes?, muchas veces la gente, la humanidad, necesita un abrazo lleno de amor, de ternura de "Todo está bien", de "Yo te tengo".
Ternura... ¿así se siente la ternura?, ¿así se siente un abrazo?, ¿así se siente que te quieran? Quiero decir, mi madre me quiere, pero esa "clase" de amor no es lo que me llena, me hace sentir satisfecha, pero este abrazo..., este abrazo me ha llenado más que nada en estos años.
—Eres muy complicada.
Me alejo de golpe y lo veo mal.
—¿Qué? ¿Tal como una mujer lo es siempre?
Ríe ante mi comentario y niega antes de acariciar mi cabeza. Me alejo evitando que me acaricie de nuevo, pero él me toma por la cabeza y me acerca a su rostro, todo en segundos. ¿Q-Qué mierda? Abro los ojos tanto como mi boca y me tomo fuertemente de sus manos. ¡¿Por qué ama hacer esto?! Trato de ver a otro lado, pero sus manos acunan mejor mi rostro mientras sigue negando aún riéndose. Bajo mis manos y empiezo a enterrar mis uñas en las palmas. Centro mis mirada en sus ojos, retándome a mi misma a sostenerle la mirada, pero no podía hacerlo sin pensar en lo que él podría pensar si lo veo mucho. Quizá que lo besaría o que lo quiero o ¡no sé! Vuelve acariciar mi cabeza y yo me alejo de golpe. Ni que fuera perro, levanto la mirada dispuesta a hablar, pero él me gana:
—No Jane, no tal como una mujer, solo como tú misma.
Dejo mis palabras atoradas en la garganta mientras procesaba las suyas.
—Eres raro.
Digo finalmente y vuelvo a tomar otro listón. Lo escucho reír suavemente y sonrío al momento.
—No Jane, soy único, como tú. Recuerdalo.