"Es un honor despedir a esta gran generación. Momentos de risas y llantos nos acompañaron durante estos tres años. Conocimos lo que era el amor y quizá dimos nuestro primer beso. Vivimos momentos duros y otros llenos de alegría...".
¿Alegría? Alegría es lo que menos sentí durante estos tres malditos años. Quisiera decir que ahora me siento feliz porque al fin tengo lo que he estado anhelando, mi libertad, pero no es así. A pesar de que al fin me liberé de todos ellos, me sigo sientiendo encerrada.
Quisiera poder volver el tiempo, aunque sea unos días, para poder cambiar mi libertad por pasar tiempo con él. Poder escucharlo reír mientras le cuento lo aburrido que fue mi día o solo verlo recostarse en medio de las canchas mientras ve el horizonte. Me arrepiento de no haberle dicho que se quedara conmigo un poco más, o por lo menos hasta la graduación. Esta mierda hubiera sido buena si él estuviera.
—¡T-Tomemos nuestra última foto!
Volteo hacia donde se escuchaba el llanto y todo se reduce a un hubiera. Si hubiera dicho que se quedara, ahora podría estar molestandome con que nos tomemos una foto hasta que aceptara. Suspiro dejando caer todo mi peso en el respaldo.
—¡Eh! Jane, vamos a tomarnos una foto, ¿va?
Asiento sin pensar y me levanto. Unos segundos después la escucho decir que iría por comida y que la esperara. Me quedo de pie viéndola alejarse y al perderla de vista empiezo a caminar hacia la salida sin antes avisarle a mi madre que ya me quería ir. Hace mucho que dejé de despedirme, y no era por que no quisiera, era solo que no sabía. Parece ser que no se decir adiós.
Recargo mi cabeza en el cristal del bus escuchando a mi madre hablar sobre el pésimo promedio con el terminé. 7.7.
—Mínimo para entrar a esa preparatoria tienes que tener ocho, mínimo.
A pesar de que mis ojos estaban centradas en ella, mi mente estaba viendo por la ventana. Una habilidad que adquiri cuando lo único que escuchaba eran comentarios negativos. Mi cuerpo está aquí, pero mi alma está allá. No es complicado, ya no.
—Ahora que vas a empezar la prepa, debes conseguir un buen promedio. El examen que fuiste hacer, ese, el de colocación, sino lo pasas, pues ya buscamos. Opciones hay, pero esfuerzate. Los resultados salen esta semana, espero que quedes.
Asiento y bajo la mirada al piso. Realmente no me importaba si quedaba o no en esa prepa, hay más opciones y no pienso matarme por no quedarme. Al fin y al cabo, madre siempre tiene soluciones. Sino es esta es aquella. Con ella teníamos que ser personas muy habilidosas, tener un buen promedio no era una opción, ser superiores tampoco. Me recordaba a la antigua Grecia habitada por hombres fuertes y Dioses, donde matar un león que te cuatriplicara el peso no era suficiente. Tenías que ser más y más..., y cada día mucho más que el anterior. Para llenar los estándares de esta mujer era para locos. No me interesa llenar sus estándares, sus malditas expectativas, yo solo quiero joderlos, joder a todo esos seres aquerosos que me hicieron sentir alguien insignificante. Y no les daré el gusto de suicidarme, voy a levantarme y les voy a enseñar con quien no se deben de meter.
Al llegar a casa me meto al baño y me paro frente al espejo. Con la mirada recorro cada parte de mi rostro y lo primero que me pregunto es:
—¿Luce demacrado?,—asiento.— ¿Crees que es hora de cambiar?, empezaré de cero. ¿Te gusta lo que ves Jane?, —antes de responder siento como mis ojos se cristalizan y respiro hondo, —n-no me gusta. Yo no soy esto, me das asco, me das pena, ¡me das lástima Jane! ¡¿Entonces que harás Jane?! ¡Voy a enseñarle al mundo que se metieron con la persona incorrecta. Voy a subir, voy a brillar y les mostraré que yo soy y siempre seré mejor que todos. ¡Malditos bastardos!
Extiendo la mano y golpeo todo lo que está sobre el lavabo mandándolo al piso. Los odios, los odios.
—Me han hecho mierda, me han deshecho..., —digo entre dientes apretando con fuerza el lavabo,— pero cuando vuelva a ser una pieza de mil fragmentos ¡es mejor que recen porque no me coma sus malditas almas!
Levanto la cabeza y al fin, después de tanto tiempo, pude ver lo que siempre temí. Mis ojos cargaban un abismo que estaba hecho de dolor y odio.
—No me voy a dejar. Me van a respetar y me van a temer. Al verme pasar dudarán en hablarme y cuando yo lo haga pensarán en todo lo que han estado haciendo mal y se preguntarán "¿Me descubrió?". Ya no más pequeña Jane, soy Jane y a quien le pese..., —cierro los ojos sientiendo un intenso dolor en mi estómago,— a-a quien le pese que se esconda porque no descansaré hasta verle suplicar perdón.
Me sentía fuerte, tanto que me asustaba. Nunca me había dejado llevar por la ira, siempre me molestaba, pero ahora tengo que hacerlo, tengo que saber de lo que soy capaz. Él único que me ha visto segada por la ira es Engel y nadie más.