—¡Fuimos a un restaurante que está en la ciudad! Juro que casi me desmayo. Era hermoso y tenía la mejor vista que jamás había visto. Y su apartamento, una palabra, lujoso.
Alzo las cejas fingiendo sorpresa por su comentario. Era claro que Steele tenía dinero, su forma de caminar, los coches que traía y su ropa, te decían algo. La caminata de un chico que no tiene que batallar con pasajes o ropa. La maestra había pasado un día completo con él y ahora estaba desahogando su emoción conmigo contándome casi todo sobre su cita. Iniciando en una comida y terminando con una caminata nocturna, para ser honesta me estaba emocionando demasiado porque una caminata nocturna debe ser algo que posiblemente acabaría con mi cordura. Ni siquiera sé si sería lo suficientemente fuerte para sostener mi cuerpo.
—Susana... Jane. —La mujer frente a mí se levanta para ir a recibirlo como es mientras yo me limito a ver mi celular escuchando el chasquido que hacen sus labios.
—¡Ay!, ¿por qué pones esa cara Jane?
Frunzo el ceño dramáticamente. A veces hay muchas desventajas de llegar temprano, como por ejemplo, tener que soportar a esta mujer hablar del hombre que decía amar. ¡Es un jodida tortura escucharla! Su maldita voz es tan exasperante que tengo ganas de arrancarle la jodida cara.
—No es nuevo. —Muevo la mano libre quitándole importancia al asunto.— Todos saben lo disgustante que me parece que la gente se bese.
Anuncio volviendo a poner una cara de asco. La mujer ríe mientras se sienta frente a mí recargándose hacia el frente dejando ver su pecho descaradamente. Me racargo hacia atrás mostrándole desprecio a su escote. Que vista tan vulgar.
—¿Te dan asco cuando las parejas se besan Jane?
Niego rápidamente.
—No necesariamente tienen que serlo. Hablo del beso, no del lazo sentimental que sostienen las personas.
Le corrijo sin dejar de ver mi móvil, ahora bloqueado. La mujer se levanta para caminar hacia mí de una manera procotiva para Steele. Básicamente eso me dice mucho, incluso esta mujer puede ser mi experimento. Sonrío con malicia ganándome una mirada desconfiada de Engel.
—¿Sabías que él sabe atar un nudo con el tallo de una cereza?
Me susurra cerca del oído con una voz algo profunda. Debería hacer una nota mental acerca de su voz y de su comentario. Me alejo más para ver sus ojos llenos de un brillo que, si lo ves más de lo usual, asusta. Se aleja para sentarse en las piernas de él sin quitarme la mirada. ¿A caso espera una respuesta? ¿Una reacción? Tengo una respuesta y no creo que sea la que quiere oír..., o ver.
—Y ¿qué con eso? —Ambas reacciones tengo que guardarlas en mi mente. Steele con una sonrisa que jamás había visto provocándome un poco de nerviosismo y Susana decepcionada por no haber logrado que sienta celos. —A ti te enciende eso y está bien. ¿Tu fetiche son las cerezas? —Ambas reímos, pero ella sabía la manera en que contestaba así que no podía arrepentirse de nada. — Para empezar lo que se ocupa para atar un tallo es la lengua ¿no?, —Steele es el único que asiente orgulloso, — asi que me hace pensar sobre una persona que sabe besar bien.
Steele vuelve asentir lentamente. Y mis ojos de repente no quieren huir de su mirada tan intimidante. Parecía como si me estuviera dando clases de algo muy....
—¡Bien!, entendiste ¿sí? —El contacto visual se rompe en cuanto ella entra en nuestro campo visual. —¡No quieras quitarme a mi novio Jane!
Después de esto ella lo toma por la nuca para besarlo con pasión o posesión, no lo sé muy bien. Muevo mi cabeza de un lado al otro estirando mi adolorido cuello. Dormí mal. Debería cambiar esa almohada, o siemplemente ya no dormir con ella. Al escuchar que el beso finaliza volteo a verlos encontrándome con un par de individuos agitados. Cubro mi boca con mi antebrazo en cuanto empiezo a reírme.
—Maestra, no pienso quitarle a nadie. —Él solo vendrá. Me levanto dirigiéndome hacia la puerta, y antes de salir miro sobre mi hombro. —Y es un halago verme como un contricante, siendo usted quien tiene más posibilidades, en si, más de todo.
Truenos y enormes gotas adornaban el aterdecer mientras todos corrían en busca de un refugio para no mojarse, en cambio yo solo estaba de pie en medio de la gran plaza viéndolos huír. Hoy, después de clases, la maestra decidió que sería buena idea ir al cine y de paso comprar una que otra prenda. Y no, no es un día de chicas, esta mujer pensó que una cita de tres era una estupenda idea. Debería estar acostumbrada a ser siempre el mal tercio, pero no sucede. Después de ver una película de comedia romántica, en la cual no pude parar de reír y ella de molestar a Steele con roces indecentes, decidió que sería bueno ir a pasear por el gran lugar como un trío feliz.
—¡¿Ya viste lo que está ahí?!, —chilla señalando un pequeño puesto con helados en forma de personajes de Disney, —¿Vamos por uno amor?