Capítulo 23

Mi cabeza dolía por no haber dormido bien, otra vez, y todo por el constante pensar de la situación en la que me había metido. Me gustaba el encuentro que teníamos de vez en cuando, pero ahora es todo para mí y no sé qué hacer. Me duele todo de solo imaginar cómo será hoy. ¿Me tratará diferente?

—Que no me trate tan diferente, por favor.

Gimo de dolor al sentir como se me revuelve el estómago. Mierda, detesto estar nerviosa. ¿Cómo debería de saludarlo?, casi nunca lo hago, pero, ¿hay una forma para saludar? Jalo mi cabello para después recargarme en la ventana del autobús. Esta vez habíamos entrado tarde ya que un maestro decidió no ir y me dio el suficiente tiempo para sobre analizar lo que estaba haciendo. Me rindo, no puedo contra este sentimiento de terror y emoción.

Camino fingiendo ser indiferente a todo, pero por dentro sabía que no estaba lista para verlo. Cuando alguien se atreve a decirme que le gusto, yo no suelo comportarme rara, sino normal. ¿Él hará lo mismo? ¿Me seguirá tratando como antes? Llego frente a la escuela y antes de entrar unos brazos me toman por la cintura hundiendo su cabeza entre el hueco de mi cabeza y hombro plantando un beso. Mi cuerpo tembló por el gesto, que para algunos será normal, pero para mí no. Un roce en mi brazo, una acaricia en mi rostro o un simple beso en mi mejilla hacia que mi organismo expandiera la pequeña acción al triple, o más. Era muy sensible porque no dejaba que nadie me toque. Un saludo de manos era suficiente y, de preferencia, a distancia.

—Te extrañé Jane.

Me remuevo incómoda entre sus brazos y ríe sin quitarse. Dejo salir una que otra sonrisa a mis compañeros que llegaban y me veían sorprendidos. Tomo sus manos intentando quitarlas, pero se aferran más.

—S-Steele… —Levanto la vista al escuchar una voz muy familiar. Abro los ojos al ver a mi madre llegando junto con la maestra Susana. —¡Suéltame! M-Mi mamá viene hoy a pagar… se me olvidó.

No se lo tuve que pedir dos veces, su cuerpo se situó a mi lado mientras empezaba a contarme algo, como si estuviéramos en una conversación desde hace tiempo.

—Hija, Steele. —Saluda y me acerco para abrazarla. —Voy a pagar.

Asiento mientras me paro a su lado lista para seguir sus pasos.

—Jane. —Saluda la maestra con tanto entusiasmo que deja ver su hipocresía. Levanto la mano sin dejar de ver a mi mamá contar el dinero. —¿Tu mamá sabe sobre la relación tan bonita que tienes con Steele?

Ambas nos miramos y la miramos.

—Si profesora. Lo sé. —Responde dedicándole una sonrisa a la maestra. Busco al mencionado y lo encuentro viendo su móvil. Lo llamo con la mano y se acerca. —Sé que son buenos amigos y si surge algo más entre ellos, adelante. Pero —nos voltea a ver y mis mejillas se calientan al verla sonreír. Mi madre siempre tan directa, —aun no, recuerda —me señala, —hasta la universidad.

Asiento de nuevo y sonríe.

—Pensé que no sabía.

Escucho su decepción en su voz, la ignoro y entro detrás de mi mamá.

Me siento en una barda extendiendo mis piernas e ignorando que tenía falda. Cierro los ojos esperando a que ella anuncie que ya se iba, pero en vez de eso, un roce me pone en alerta por lo que alejo mi rostro frunciendo el ceño. Me estiro en mi lugar para después atrapar sus mejillas.

—Estaba nerviosa. —Admito mientras me centro en sus esmeraldas. Frunce el entrecejo. —Yo no sabía como actuar hoy. De hecho, estuve practicando cómo se supone que debería saludarte, pero te me has adelantado. —Sonríe. —No creo poder saludarte así sin ponerme roja o nerviosa o terminaría golpeándote para equilibrar mi balanza. —Se sienta y sube mis piernas a las suyas. —Ni tan dulce ni tan amargo.

—Una vez prove un dulce amargo, —hace una mueca de digusto, —no sabe bien. Prefiero lo dulce, dulce. 

Levanto ambos pulgares en aprovación y extiendo las palmas exigiéndole un abrazo. ¿Qué somo ahora? A centímentros de su tacto, me detengo en seco en cuanto veo a varios conocidos viéndome, algunos con molestia y otros con sorpresa. Bajo las manos y me levanto de mala gana. 

—¿Se les perdió algo? —Empiezo a caminar hacia ellos y niegan levantando las manos, —Todos viéndome, —los señalo, —me sentí parte de un maldito freak show. 

Ríen y uno que otro se toma el atrevimiento de pegarme en el brazo y usarme como soporte, dejando descansar su cuerpo. Me despido de ellos y camino hacia Steele quien me recibe con los brazos abiertos y con el rostro serio. Me detengo a pasos de él.

—¿Qué sucede?

—¿Eres celoso? —Pongo ambas manos detrás de mí inclinándome hacia él. Sus ojos se entrecierran fingiendo meditar mis palabras y asiente dudoso. Entono la "m" antes de seguir. —Si en algún momento te sientes así, házmelo saber. —Me acerco y dejo que me abrace mientras mis manos descansan sobre sus hombros. —No leo mentes y detesto los dramas. —Acaricio su cabello y me sorprendo por lo suave que es. Estaba más largo que antes. —Si quieres hacerme uno, procura que no sea frente a muchas personas, porque lo único que provocarías es que....

Aun sin quitar su cabeza de mi estómago, levanta la mano para callarme. Sonrío cerrándo los ojos.

—Está bien. —Se aleja para verme mejor. —¿Quién era el tipo que te abrazo hace un momento?

Abro la boca.

—No pierdes tiempo. —Me burlo. ¿En serio no confía en mí? —Es un compañero del salón.

Asiente poco convencido. Ignoro su duda y sigo acariciando su cabello. Pretendo contestar sus dudas, pero si son tan absurdas como estas, no espero darle una respuesta muy elaborada. En sí, mis respuestas son tan simples que molestan. No tengo intenciones de estar con nadie más. Siento mi estómago calentarse con tan solo la idea. Aun me es un poco difícil aceptar que lo que siento por él es algo más que un simple gusto. 

—Te creo.

Abro la boca para decirle que debería hacerlo, pero lo único que sale es un jadeo algo ruidoso. Frunzo el ceño al verlo acurrucarse contra mi pecho y hundir su rostro en él. Trato de alejarlo, pero se rehúsa.