—¿Por qué Jane?
Me siento recta demostrando algo que, actualmente, ya detestaba un poco, mi lado más dominante al cual recurría rara vez porque quienes me rodeaban temían en acercarse. Llámenlo, ser dominante, mamona o selectiva, pero es algo que ya no admiro mucho. Eso quedó atrás, ahora deseaba ser protegida. Ya me cansé de ser yo quien mande, pero es algo que está en mis genes.
—¿Por qué qué profesora?
Junto ambas manos enfrente y volteo a ver a Leslie confundida, o eso finjo. No quieras jugar en un territorio en donde tú eres una puta semilla y yo un veterano. Serás nueva en este plano, mi plano, pero conmigo si no tienes las agallas para salir adelante de la manera más pacífica posible, no mereces estar cerca, no de mí, ni de la gente que quiero y me quiere.
—Adelante, habla Leslie. —Deberías Leslie. Volteo a verla y espero su respuesta, dedicándome a desvíar la mirada seguido para que la mujer que duda de mí no piense que estoy tratando de intimidarla. —No tengas miedo.
—E-Es que ella..., —abro los ojos viéndo como empieza a llorar, —¡ella se burló porque ya tengo un bebé!
Espera, ¿qué? que sorpresa, más no lo expreso. Eso si es algo que no veía venir, y no por qué ella ya haya tenido un bebé, sino porque los maestros sabían muy bien el desprecio que sentía por las personas irresponsables al grado de crear vida y no tener la universidad como mínimo. Ahora sé por qué la maestra me veía con desaprobación.
—Lo siento Leslie. —La maestra sonríe orgullosa, apuesto que ha pensado "justo como lo haría una alumna ejemplar" mientras la chica que me acusaba se quedo con la boca abierta y las lágrimas secas en sus mejillas. —Si dije algo que te ha ofendido, en serio, lo siento.
¿Qué esperaba?, ¿perdón?, ni que fuera alguien que lo valga. Después de "hacer las pases" y de una charla sobre la amistad y cooperatividad, Leslie salió del lugar dejándome con la coordinadora.
—Que bueno que te disculpaste Jane.
Asiento mostrándole una sonrisa. Así es como funciona este sistema, falsas disculpas y para ellos significaba una amistad incondicional. Si todo este tiempo he tenido a los grandes a mi disposición, ¿por qué perderlo por una mocosa estúpida? En este juego solo estoy yo y los demás son enemigos. Aquí no puede existir acompañantes fieles y ajenos a tu familia, o son una u otra cosa. Aunque a veces. ni la familia es fiel.
Me levanto y salgo del lugar. Mañana es el gran día.
Tomo mis cosas y me despido de los presentes antes de correr hacia la primera planta, donde me estaría esperando Cristian. Salir por un helado no me hace daño. A punto de bajar, escucho ruido en el cuarto de mantenimiento que estaba al fondo oculto entre las escaleras, y una vez más, la curiosidad gana.
Giro el picaporte y mis ojos se abren tanto que podrían salirse de su lugar. Y una vez más, la curiosidad me quitó otra vida. Me reíria por mi chiste, pero lo que veo es algo muy incómodo.
—No jodas Steele. —La mirada de ambos estaba tan aterrada por haber sido atrapados al inicio de lo que sería un desenfreno total que sus manos temblaban, no sé si porque los encontré o por la excitación. La ropa seguía en sus lugares y por como respiraban solo se estaban besando. Bien, bien, el plan sigue en pie. —Y luego se quejan que por qué soy una cabrona. —Cierro la puerta evitando que salgan.—Yo no vi nada.
Bajo las escaleras tratando de no reírme como loca. ¿Por qué llorar o enojarme si puedo reír? Siempre ríe, por sobre todo. Me encuentro con Cristian quien espera sentado en la pequeña sala de recepción y al verme sonríe.
—Pensé que ya no vendrías.
—Y ¿perderme un helado? —Lo veo pretendiendo estar ofendida. —¿Por quién me tomas?
Le sonrío y lo abrazo por los hombros, pero quito la mano con brusquedad al verlo sonrojarse. Mierda.
—N-No te preocupes.
Me limito a sonreírle. A esto me refiero, ya estoy harta de ser yo quien domine toda esta mierda. Solo una vez me preguntaron: "Y... en la relación, ¿serías el hombre o la dama?". Buena pregunta. Princesa, caballero y dragón, eso soy. Tomo su brazo y trato de fingiri que pasar mi brazo por el suyo es una acción muy natural en mí y no algo que me estaba provocando rabia o desprecio.
Brinco las últimas escaleras y antes de salir, unas manos me toman por la cintura alejándome, más bien, arrebatándome del brazo de Cristian. Sin pensar mucho, me volteo y empujo al responsable con mucha fuerza, pero solo lo muevo un poco.
—¡Agh! —Grito frustrada. —Suéltame Steele. —Casi hablo con una voz endemoniada. Sus brazos me abandonan, pero ya era muy tarde, mi iraya había tocado mi infierno interno. —¡¿Qué mierda te pasa maldito bastardo?!
Me aferro a la pared con saña. Autocontrol, ¡contrólate Jane! Sino todos esos pasos y ese dolor que pasaste habrá sido en vano. Grito entre dientes y golpe la pared evitándo que el guardia me vea, pero sin quitar mi vista de Steele.