Muerdo mi labio con demasiada fuerza conteniendo las ganas de gritar un simple fonema. Volteo a todos lados disimulando mi interés en su cuerpo. Tengo un deseo enorme por querer tocarlo y sacear mi curiosidad sobre sus puntos débiles. Quisiera hacerlo sentir bien como él lo hace cada vez que me ve o me toca.
—¿Jane? —Doy un respingo en mi lugar dirigiendo mi atención a él con temor a que haya escuchado mis pensamientos ruidosos. —¿Te sientes bien?
Me sonrojo al verlo salir del agua y por el peso del agua sus shorts se bajan pocos centímetros demasiado peligrosos para mi imaginación y corazón.
—¡Maldita sea Steele! ¡Súbete el short!
Cubro mi cara escuchando a varias gritar y chiflarle.
—¿Eh...?
Abro los ojos y me arrepiento de inmediato al verlo subirlos sin quitarme la mirada. Este imbécil me va a matar de la tentación. Que bueno que nadie lee las mentes, porque sabría lo dañada que estoy.
—Que inocente niño. —Me quejo entrecerrando los ojos. —Jodido bastardo.
Me tapo la cara con mis brazos al verlo jugar con su prenda, subiéndola y bajándola con malicia al tiempo que se acerca.
—¿Qué Jane?
Me destapo un poco para verlo a la cara.
—No me hagas joderte la cara.
—¡Jane!, que atrevida.
Abro la boca ofendida o avergonzada, no sé muy bien, antes de levantarme para irme de ahí y no morir avergonzada, pero su mano me toma de mi playera subiéndola un poco.
—¡Hey! —¿Será un buen momento para arrepentirme de venir apartados de los demás?, pone su mano sobre mi muslo obligándome a pegar mi espalda a él. —¡¿Acaso te has tragado un puto litro de afrodisiaco?!
Pongo mis manos sobre su pecho, pero él se aleja antes de que lo haga enarcando una ceja.
—Y ¿tú cómo sabes que es eso?
—¿Eh?
—Jane...
—Mira, agua.
Salto a la psicina y empiezo a caminar lejos de él. Me recargo contra la barda del otro lado del lugar y salto para salir, pero mi cuerpo es aprisionado contra el muro. Trato de girarme, pero su cuerpo me lo impide. ¿Cómo me escabullo de aquí? Miro sobre mi hombro y me encojo en mi lugar al verlo jugar con un palillo entre sus labios.
—M-Me das miedo. —Vuelvo la vista hacia el frente esperando su siguiente acción. —¿Qué quieres hac...?
Ahogo un grito contra su mano al sentirlo pegarse más y besar mi hombro con un poco de brusquedad. Levanto las piernas para hundirme, pero sus movimientos fueron más rápidos que los míos y su pierna se había hecho paso entre las mías obligándome a quedar de pie. Me pongo de puntitas evitando hacer contacto con su extremidad. Mierda, no puedo respirar. Cierro los ojos conteniendo las lágrimas que provocaba la desesperación de no poder salir.
No me siento segura, no me gusta mi cuerpo, no me gusta mi cuerpo, no me gusta mi cara. Me siento aterrada porque vea que no soy atractiva físicamente. Ladea mi cabeza y no me opongo, sumisa a sus acciones. ¿Recuerdas el plan Jane?, te subo al cielo, te dejo caer. Inhalo con dificultad. Vamos Jane, eres tú la fuerte, la invensible. Recurda, nadie es digno de tocarte si no lo has concentido. Dejaré que se deleite y que quiera más. Lo haré sentir tan necesitado como yo de él, porque me ha hecho tanta mierda que merece ser castigado. Catigado como él me está haciendo sentir ahora, pero le daré la vuelta a esto.
Puedes tocar, besar y morder, pero solo es la sinópsis de lo que soy. Muerdo los laterales de mi lengua sintiendo como su mano toca mi trasero y acaricia con la otra mi estómago por arriba de la playera. A pesar de esto, él conoce los límites.
—¿Qué me estás haciendo? —Frunzo el ceño. Te recuerdo que quien esta "haciendo", no soy yo. —Me encantaría hacerte mía.
Ruedo los ojos esforzándome en no morderle la mano o hacer algo que delate mi miedo. Y ¿qué esperas?, sabes que te voy a odiar si haces algo como ello. Me gusta tu cuerpo, pero no por eso voy a dejar llevarme por mis instintos y lanzarme a ti para que me folles en algun lado. No va conmigo aventarme a lo desconocido sin un segundo plan trás de mí. Su mano abandona mi boca y respiro pretendiendo estar indiferente a los sucesos recientes.
—¿Ya terminaste?
—¡¿Cómo puedes estar indifirente ante esto? —Se aleja ofendido y yo me volteo acomodándome la playera. —¿Es que no significo nada para ti?
Su voz se vuelve débil.
—Luces como una niña virgen que le han quitado su primera vez. —Me quejo e inevitablemente me identifico con la frase. No me han quitado nada, pero me siento incómoda y usada. —¿Me quieres hacer tuya?, de acuerdo, hazlo.
—J-Jane...
Enarco una ceja y brinco la barda para sentarme frente a él abriendo las piernas.
—Tómame aquí, allá, —señalo hacia un pequeño bosque en donde prohibían el paso, —o de regreso llévame a un puto hotel y fóllame hasta que estés satisfecho....