—Pero ¡no se había dado cuenta! ¡¿Porque te quitatste la sudadera?!
—Se me olvidó. —Paso mis manos por mi rostro centrándome en ella. —¿Qué?
—¡Tu madre me ha va a matar Jane! —Asiente sin dejar de comer su manzana. —¡¿Qué hago?!
—Déjamelo a mí.
Abro la boca para protestar, pero su madre entra junto con una chica muy parecida a Jane. ¿Su hermana? La mujer se detiene en medio de nosotros y se acerca para hacer un saludo raro de manos con mi pequeña y después saludarme con un beso en la mejilla. Veo de reojo a Jane y me tenso ante su mirada desconfiada.
—¡Pero mira ese moretón en tu cuello Jane!
Dejo salir el agua que a penas estaba por pasarme en una tos ruidosa.
—No es un moretón. —Me limpio la boca con los ojos llorosos por el ataque mientras escucho atentamente a Jane. —Ya sabes que basta con un roce para que mi piel se vea así.
Señala su cuello antes de pasarse los dedos por su cuello ejerciendo poca presión y segundos después rayas rojas empiezan a formarse en su piel provocando que mis mejillas se sonrojen, la chica mayor me voltea a ver con una sonrisa ladina y yo me centro en otro lado. ¡¿Qué no escuchaste que ha sido ella misma?! Trato de cubrir mi rostro con el vaso bebiendo de este, pero la mayor se recorre para verme mejor. Mierda.
—Ella es René, mi otra hija.
—Oh, mucho gusto. Engel Steele. —La saludo desde mi lugar y me tenso en cuanto mi pequeña se sienta en el brazo de mi silla. La tal René enarca una ceja divertida y me veo en la necesidad de explicarle por qué Jane se comportaba así. —S-Soy amigo de Jane.
—¿Amigo? —Espeta divertida y Jane levanta la mirada riéndo en el proceso. —Amigo.
Ambas se dan una mirada antes de que René saliera del lugar.
—Hijo, podrías ayudarme a pasar estos platos a la mesa ¿por favor?
Me incorporo como rayo dispuesto a ir, pero Jane me detiene de la mano. Nos miramos un momento y no puedo evitar sonreír al verla sonrojarse, en seguida me suelta abandonando la cocina con una bolsa. Sonrío de lado al ver el contenido de esta, frutas, más de la mitad de las que su madre compró.
—¿A dondé vas con toda esa fruta Jane?
Brinco en mi lugar viendo aterrado a su madre quien no se había volteado en ningún momento. ¿Cómo lo supo? Jane se regresa casi arrastrando los pies y deja la bolsa sobre la mesa alejándose de esta.
—Tardaron mucho. —Empiezo a acomodar los platos viendo de vez en cuando a la hermana de mi pequeña. —Supongo que las cosas estaban muy pesadas.
Frunzo el ceño ante su tono burlón y empiezo a dudar sobre que su mamá sea la única a quien le hayan contado todo. Empiezo a acomodar los vasos bajo la mirada divertida de René.
—No sabía que Jane tenía hermanas. —Comento esperanzado en desviar el tema. —Es nuevo.
—¿Qué quieres con mi hermanita?
Abro mis ojos al escuchar la misma pregunta. ¿A ella también tengo que contestarle algo especial? Ya veo que "La quiero" no es suficiente para su familia. En cierta parte todas ellas emanan una energía tan intimidante que a veces he llegado a pensar que trabajan con alguna mafia. Hasta ahora la que más me ha dado miedo fue su mamá. La mía es todo lo contrario, es dulce, amable y tan cálida. En cambio, esta mujer es intimidante, amable, burlona y cálida, ¿cómo es eso posible? Va de lo dulce hasta lo amargo en cuestión de segundos. Después está Jane y René. Ellas son tan iguales y diferentes, cada una tiene su estilo para intimidar. René es extrovertida y Jane es lo opuesto. Solo basta con verla como se viste para saber que la mayor es atrevida, no va a lo vulgar, pero su mirada coqueta y la sonrisa que siempre está dando podría llamarle la atención a cualquiera. En cambio, Jane es seria hasta que entra en confianza y demasiado cruel con su indiferencia.
—La quiero.
—¿Para...?
—Para todo.
Le sonrío y ella se levanta de su lugar para pasarse al lado mío dejando los dos asientos vacíos frente a nosotros. Tuerzo los labios al notar que mi pequeña se sentará lejos de mí.
—¡Qué lindo! —Se inclina hacia mí y sonríe. —Mi hermana se la pasa hablando de ti.
—¿Q-Qué?
Me alejo de la chica de golpe al ver a Jane entrar con otra guayaba y sobándose la cabeza. Está claro que su mamá le ha pegado de nuevo. Se detiene del otro lado de la mesa analizando la situación y se sienta frente a mí ignorándonos.
—¡Hermanita no sabía que me habías conseguido novio! —Busco la mirada de mi pequeña, pero esta de limita a sonreír de lado sin dejar de masticar. —¡Eres muy linda!, ya que es tu amigo....
—De qué.
Es lo único que responde y siento mi cuerpo aflojarse. ¿en serio me está rechazando frente a ella?, ¿a caso le da pena admitir que le gusta alguien mayor que ella?