Pancartas se extendían por las paredes y el piso de una tienda a la cuál nunca había entrado, pero desde que vi tu cara en ellas mis pasos no dudaron en dirigirme hasta ahí. Era como si estuviera hipnotizada por esa aura tan sensual que emitías en esa pose que no era más que estar recargado en la espalda de una chica un poco más baja que tú y cruzando los brazos.
En cuanto entré varias chicas saludaron al mismo tiempo ofreciéndome ropa de dama con un precio muy cruel para mi economía actual. Varios hombres me vieron con curiosidad y ¿quién no? Todo el rato me la pase viendo el estante de ropa varonil en el cual estaba una foto tuya en tamaño real, creo.
Nadie se acercó a interrumpir mi pequeño mundo y lo agradezco. No me importó que todos me vieran extraño, al fin y alcabo lo disfruté.
—La modelo de ahí está muy guapa. —Desvío mi mirada de su rostro haca las chicas junto a mí. —Quedan muy bien como pareja.
—Pero yo me vería mejor con él.
Se ríen antes de soltar groserías como si fuera agua derramada.
—Sigue soñando, eso nunca pasará.
¿Nunca? Centro mi mirada en él de nuevo.
—Te extraño. —Poso mi mano en sus brazos y la alejo de inmediato. —Sigue triunfando, que yo te alcanzaré.
Si no fuera por ellas ni me hubiera dado cuenta de la modelo. En algún punto solo eras tú y esa camisa desabotonada, esos pantalones holgados y unas botas brillosas blancas finalizando con ese cabello rebelde que se expande en ondas y que te has cortado.
Tan poco tiempo lejos uno del otro y ambos hemos cambiado mucho.
Tú luces tan salvaje y confiado de quien eres mientras yo intento ser más pacífica y segura de quién quiero ser. Estoy segura de lo que quiero y no me dentendré hasta sentirme orgullosa de mis pedazos que ya forman una pieza entera.
Yo estoy consciente de que jamás volveré a ser alguien de una sola pieza, pero cada una de ellas me convertirán en lo que he estado buscando por tanto tiempo. Me hice una promesa y sé que la voy a cumplir, porque si no puedo serle fiel la única persona que me conoce más que perfecto,¿qué me hace pensar que podré?
—Jane, vamos a esa tienda. —Miro una vez más las fotos y camino hacia ellas. —Hay dulces de todo tipo.
Sonrío antes de tomarme del brazo de mi mamá y caminar hacia allá viendo en el camino una agencia de viajes que mostraba un cartel de la Rivera Maya y el mar.
—Deberíamos ir ahí algún día. —Anuncio sin esperar respuesta. —Quiero regresar al mar.
—Todos los fines de año. —Miro a mi hermana y asiento. —Para dejar que las olas se lleven lo malo que cargamos durante ese tiempo.
—Así como le hicimos aquella vez. —Dejamos de caminar por ver el lugar. —Dejar que la danza del mar se lleve lo malo. Hablarle, él oye.
Él oye.
Si que lo hace.
Todas dejamos algo aquél día del viaje. Sus amigas fueron a beber y divertirse, pero mi mamá nos indico lo que teníamos que hacer en el mar antes de irnos.
La última noche que estuvimos ahí, decidí salir sola hacia el mar arriesgándome a ver y sentir cosas que me había advertido sucedían ahí. Como el área a donde fuimos aún estaba poco habitada, seguía siendo virgen y las energías que guardaban los árboles y la arena era tan pura que al chocar contra las negativas de nuestro cuerpo podría generar mareos, vómitos y fiebre. Me lo advirtieron y aún así salí.
Caminé hacia la orilla del mar y me senté conservando una distancia prudente a este, no queria que las olas me arrastraran. Me dediqué a observar cada detalle en él. La luna y su reflejo, las olas y la espuma, la arena blanca. Y de repente, me desconecté, quedé hipnotizada.
Mientras veía el agua llegar con poca fuerza hacia la orilla decidí hablar. Decir todo aquello que me moría por gritar y que, de lo contrario, me mataría.
Me sentía feliz de haber venido sola, porque con él junto a mí no me hubiera dado cuenta de lo que realmente quiero.
—No quiero que esto lo escuche el equivocado, quiero que sea solo él. —Una gran ola choca contra una piedra y salpica hasta mi rostro, pero aun así sigo. —Quiero que sepa cuánto lo amo y el significado que tiene para mí. Me hizo tener fe cuando creí que ya no podría, por él empecé a amarme, —bajo la mirada al notar como el agua rosa mis pies, — y eso fue una tarea demasiado difícil. Creí, creí. Superé mi límite, porque mi mamá me dijo que superándolo es donde encuentro el verdadero coraje para seguir. Yo..., —trago con fuerza el nudo en mi garganta, —yo no sé cómo terminará esto, pero no será sin antes haberle hecho saber cuán importante es para mí y el por qué nadie será capaz de ser suficiente para mí. —Levanto la barbilla sintiendo un par de lágrimas correr por los costados de mis ojos. — Porque él me sacó de ese pozo el cuál seguía cabando y después me arropó con acciones y palabras que empezaron a roper mi fría carcaza. —Abrazo mis rodillas con dificultad. —Y cuando estaba tan expuesta pasó lo mejor..., se quedó. —Un quejido sale de mi garganta dando paso a un llanto. —¡Se quedó sin ser nada de mí! ¡Se quedó cuando yo...! —el agua llega a mis pies de manera agresiva y parpadeo varias veces. —Lo siento..., —me disculpo con el mar, —él se quedó, se quedó para mí y eso fue lo más hermoso que un hombre ha hecho por mí. —Me recargo hacia atrás admirando las estrellas. —Porque lo dejé entrar a mí y no me rompió, al contrario, me curó. —Agarro la arena con delicadeza. —Me ayudó a soportar el pasado y ver hacia un futuro, hizo mucho más que mi el hombre que me dio la vida.