Green Eyes

Capítulo 41

—Felicidades, Jane. 

Varios aplauden mientras recibo mis papeles y me despido de cada maestro presente, pero antes de irme a sentar pido dar algunas palabras que había escrito en una carta. Si, una carta. No para mis compañeros, ni para los maestros, sino a una persona sabia que me enseñó por medio de sus acciones significado puro de lo que ahora conozco como amor.

—H-Hola..., —carraspeo mientras busco un punto al que mirar para no morir de nervios, —h-hoy no quiero hablarles de mí, —miro hacia mi hermana y me arrepiento enseguida, —no les voy a contar una historia de amor ni mucho menos la manera en que me recuperé y mejoré en estos años, —tú puedes, Jane. Confío en ti, —sino de alguien que es la representación exacta de la frase: "Querer es poder". —Fijo mi mirada en el papel viendo mis manos temblar. —A esta persona le debo el respeto máximo, que cualquier ser humano tiene, pero no culaquiera es capaz de dar. —Miro hacia mi madre y me tenso al verla llorar mientras sonríe. Mierda, si llora, yo lloro. —De la gran familia que tengo, esta persona es la única que cree en mí al cien por cien. —Hecho mis hombros hacia atrás intentando quitarme la tensión en ellos. —Persona que me enseñó en carne y hueso que cada derrpta es un triunfo, y que, si te derrotaron existiendo una segunda oportunidad, volverlo a intentar. —Vuelvo a verla cubriéndose la boca. —Pero eso si,  en cada oportunidad que tengas siempre portar la mejor de tus sonrisas aunque estés demasiado destrozado, quien sabe, quizá ese sea el momento en quelo obtengas, quizá no. —Aprieto el papel al escuchar mis voz perder intensidad. —Quizá alguien te vio a lo lejos intentarlo varias veces con la misma actitud y te ayude, quizá no. —Aguanta, no llores, no llores. —Y por ello yo aprendí a no rendirme y a ver de otra forma la vida. —Aprieto los ojos. —Esta persona nunca me dio la oportunidad de rendirme, así que no sé que sea eso. —Sonrío un poco antes de corregirme. —Quiero decir, sé el concepto y la palabra, pero no la acción. —Esta vez evito mirar hacia ella para no perder la poca seguridad que he obtenido. —Ella es algo increible. Ella me enseñó que cuando estpe aprendiendo algo lo explote al máximo para que en un futuro no diga: "Me quedé con la ganas de..." o "Si hubiera...". —Pongo la hoja sobre la mesa. —Una de las cosas maravillosas que hizo en mí, fue cambiar una idea con la que creí viviría para siempre. —Aprieto la mandíbula al recordar el peculiar verde que amo. —Esa idea de: "Te necesito para brillar" por "Te amo para que brillemos". —Mi pequeña Jane. —Esta mujer fue, es y será la mejor pruba de superación personal cuando todos le decían que no iba a poder. —Mi voz se ahoga y me trago las ganas de querer gruñir en señal de frustración. Prometí no llorar y lo estoy haciendo. —Gracias mamá, porque aunque tenga sesenta años y tpu estés sin estar, yo siempre seré t-tu bebé y tu..., tu mi mamá.

Salgo deetrás de la mesa y camino rápidamente hacia donde mi mamá para abrazarla, pero en el camino me doy cuenta de varios ojos llorosos. Quería trasmitir mi sentimiento, pero no creí que lo lograría. 

—Ahora si me sorprendiste. —Volteo de inmediato deshaciendo el abrazo sin evitar emocionarme. —Gracias, hija.

 

Ya ha pasado un mes desde que me había abierto de tal forma ante los demás, mostrando mi lado vulnerable y arriesgándome a ser criticada, pero para mi suerte, les perdí la pista a todos ellos. 

Esto de estar viviendo en mi mundo en donde Steele y yo podíamos hacer cosas que me prohibí estando con él se está volviendo una tortura personal. ¿Este es mi infierno? Desde que se fue, mi hermana ha intentado animarme a salir con sus amigos, los cuáles son mayores que yo, a comer o a fiestas donde terminaría dejándome a solas con alguno con el pretexto de salir a "bailar" cuando ella detesta hacerlo.

Antes me justificaba con tareas y trabajos muy importantes que me habían dejado de un día para otro, pero ahora solo le respondo que no me interesa.

—¡Jane!, solo será esta vez ¿si?

—Ya te dije que no. —Intento pasarla de largo, pero sus manos sobre mis hombros me lo impiden. —Ya me gusta alguien.

—¡Pero se fue! —Dejo la cuchara dentro de mi boca mientras aparto sus manos e irme. —¡Jane!

—Sino comprendes eso, ya mejor ni insistas. —Dejo el helado de limón sobre la mesa de nuestro cuarto para regresarme a cerrarla, pero ella me detiene de nuevo. —Amo a Steele.

—¿En serio hija?

Me tapo la boca sintiendo como el poco helado que había ingerido se escurre de mi boca por los comisuras. Mierda. Me pongo de puntas para ver a mi mamá arreglándose.

—¡M-Mamá! —Aviento la cuchara sobre la cama apresurándome a ir hacia ella. —Y-Yo..., es que yo....



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En el texto hay: el primer amor, infinito, puro

Editado: 23.03.2020

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