Green Eyes

Capítulo 45

—Entonces ¿dices que yo sería un gato?

—Exacto.

—Entonces tú serías un lindo conejito.

—¿Eh? —Toco mi rostro al sentirlo caliente. —¡Yo sería un tiburón blanco!

—Y un pecesito a mi lado. —Me alejo de él al verlo sonreír perversamente. —Y yo un tigre cuando...

—¡Eres un perverso! —Pongo ambas manos en su pecho y lo intento alejar, pero era obvio quién tenía más fuerza. —¡Steele! —Cubro mi rostro pegando por completo mi espalda a la pared. —E-Eres un sucio.

—¿Tú crees? —Muerdo mi lengua para evitar soltar un patético grito al sentir su respiración sobre mis manos. —¿Jane?

—Eres muy atrevido. —Susurro sin intenciones de verlo a los ojos. —M-Me asustas.

Me quedo parada admirando una de las escenas más preciadas para mí, verlo alegre. Sonrío cuando su risa se vuelve tos y después una más agresiva.

 

—¿Jane?

Ruedo los ojos sin ver a mi amiga. Justo en el mejor momento.

—¿Qué pasa?

En lugar de recibir una respuesta verbal, recibo un abrazo. 

—¡Feliz Cumpleaños, Jane! —Le correspondo el abrazo ignorando las demás miradas curiosas. —No es mucho, pero espero te guste.

Recibo el regalo y casi lo lanzo fuera para decirle que los regalos que vienen de las personas que quiero, sean lo que sean, siempre me gustarán. Si les veo sonreír al verme sonreír, estaré muy feliz.

—G-Gracias. 

—Espero que pases un buen día al lado de las personas que amas.

—Gracias, Beca.

Había estado recordando lo que se sentía estar cerca de él y aunque las imágenes estaban vívidas, el sentimiento no. No creo que se haya secado, pero tampoco tenía ganas de despetarlo. No tenía miedo de si lo volvería a ver o si alguna vez sentiría de nuevo esta adrenalina. Simplemente no me sentía con ánimos de querer algo.

En este punto solo tenía ganas de seguir mi camino tomándome de un sueño que parecía más mentira. De una ilusión que crecía con su simple existencia impulsándome hacia un obejetivo que me estaba constando trabajo identificar. 

Me daba miedo admitir que todos mis esfuerzos solo eran por algo, o más bien, por alguien. Entonces, habría roto mi propio ideal y traicionado mis palabras. Me sentiría como un ser sucio e irreconocible. Porque fuera de él, no tenía algo claro. 

Sin él ¿qué harás?

Me he aferrado a la idea de no querer a nadie más. Llámenlo capicho o terror al amor, pero él es más que un simple gusto pasajero. Engel es mucho más que alguien con quien tener sexo o una relación, ni yo sé como expresarlo con palabras. 

—¡Jane!, deberíamos ponernos de acuerdo para salir a comer, ¿no? —Asiento sin prestarle mucha atención. —¡Deberíamos planear nuestra graduación!

—Faltan dos años para eso Bella.

Frunzo el ceño y miro hacia mi otra amiga.

—Opino sobre un viaje. —Nicole me voltea ver sorprendida. —¿Qué?, no le veo nada de malo el hacer planes así. Además, yo quiero un viaje.

—Pensé que no te emocionaría algo así.

Sonrío de lado antes de bajar mi mirada hacia el regalo que me estaba extendiendo.

—Si supieras de lo que me sorprendo, te paresería hasta absurdo.

Las dos empiezan a hacer una pequeña lista de países a los que podríamos ir. Hablando de combos y gastos mientras yo me encargo de hacer las operaciones sumándole un posible incremento de los siguientes años.

—Yo digo  que vayamos a Nueva York. —Dejo de escribir ocultando una gran sonrisa. —Además, tengo una tía que nos podría prestar su casa allá.

—I-Iré al baño. —Me levanto de golpe y salgo sin cuidado golpéandome con algunas bancas. —Mierda.

Me recargo contra la pared del último baño y al levantar mis manos las veo temblar demasiado. Estaba emocionada. ¿Ves?, absurdo.

¿Por qué Nueva York?, Yo me enamoré a primera vista. Me trasmitió tanta paz que al inicio me asustó, pero después dejé que se volviera una conmigo. Si esa ciudad fuera una persona, me casaría con ella  sin dudarlo..., no mucho.

 

—Si Nueva York fuera una persona, me casaría con ella.

—Ya que lo pones así, —se encoge de hombros como si estuviera haciendo un sobre esfuerzo, —acepto.

—¡¿Qué?! —Golpeo su hombro. —Yo....

—¿Aceptas? —Abro los ojos aterrada por su pregunta, sientiendo una gran carga sobre mi pecho. —No, mi pequeña ¿por qué lloras?



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En el texto hay: el primer amor, infinito, puro

Editado: 23.03.2020

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