—No, gracias.
—¡Vamos, Jane! —Trato de conservar la sonrisa concentrando mis energías en mi autocontrol. —Discúlpala amigo, es que ella es algo tímida.
—Tímida no es la palabra. —Corrijo y tanto la amiga de mi hermana, como el chico junto a ella que trataba de presentarme, me ven. —Es solo que no estoy interesada.
—¡¿Eres de esas "virgen hasta el matrimonio?!"
Aprieto los labios y me encojo de hombros ignorando su fuerte agarre en mi brazo izquierdo. No sé que me está enojando más, el hecho de que le esté diciendo a cualquiera que nunca he estado con alguien o que se esté metiendo en donde nadie la necesita. Soy muy cerrada con la idea de "lo tuyo es mío". Es amiga de mi hermana, no mío.
—N-No, Alison. —Quito su mano y doy un paso hacia atrás. —Ya tengo a alguien.
—¿Imaginario? —Se burla evidentemente molesta. —Jane, estas oportunidades se van y jamás vuelven.
—Entonces no era para mí. —Arrugo las mangas de mi suéter evitando su mirada. —Porque cuando algo es para ti... aunque te quites.
—¡¿Pretendes quedarte sola, Jane?!
—Y ¿no crees que querer estar con alguien solo por miedo a estar solo es un acto cargado de puro egoísmo? —Levanto la vista retándola. —Si ese es el amor que tú conoces, entonces prefiero estar así.
Estiro los brazos refiriéndome a la soledad admirando a su vez la mueca de confusión que se forma en su maquillaje.
—¿Tú que sabes de amor si nunca has tenido un novio?
Pocas veces me llega a facinar lo estúpida que puede llegar a ser esta mujer.
—¿Qué mierda está mal con usted? —Al cubrirse la boca soy consciente de la grocería que dejé ir. —Hay muchos tipos de amor. —Extiendo mi mano para empezar a enumerarlas. —Está el amor a Dios, fraternal, materno, paterno..., el propio.—Peino mi cabello hacia atrás. —El amar es una jodida arte que cualquiera conoce y solo pocos practican. —No hablaré de ello más. —No necesitas tener un novio para saber lo que eso significa.
No quiero tocar este tema porque no lo entienden.
—De acuerdo, digamos que tienes razón. —Su visión se reduce al tamaño de su nariz. —¿Quién es el chico del que hablas?
—¿Para qué quiere saber?
—Entonces no hay nadie.
—Da igual lo que piense.
Paso por alto su sonrisa arrogante al igual que su presencia y camino lejos de la entrada del la escuela donde mi hermana me dijo que la esperara para irnos a comer. No pienso hablar de nada que tenga que ver con él. No porque no quiera hacerlo, sino ¿de qué sirve contarles algo que ante sus ojos se volverá "imposible" o irreal? No tengo la necesidad de estar hablando de mi amor ya que su capacidad no da para mucho y el solo hecho de mencionarles que estaré esperando por él lo que sea necesario, les aterra y terminan soltando mierda como: "Eso está mal, no te quedes solo con uno, experimenta". ¡¿Tan complicado es entender lo que siento?! ..., bueno, la verdad es que si.
El miedo a terminar "solos" les vuelve locos. No comprenden la magnitud que el amor humano puede abarcar porque solo se encierran en la idea del amor como algo pasajero y que debemos ganarnos. Y quien no lo recibe es porque no es digno de ello. Todos estamos rodeados de eso, que no lo tomen por pensar ese tipo de estupidece es otra cosa.
Así que prefiero cerrar la boca y no comentar lo que pienso sobre ello antes de que los demás se encarguen de aventar basura a mis sueños. Nunca tuve la necesidad de hablar sobre él y yo, porque mi cariño hacia él nació desde abajo y como un secreto. Así está mejor, no me interesa que nadie más se entere de estos locos sentimientos hacia él porque prefiero tener un hermoso secreto entre dos a un puto chisme que ande de boca en boca.
—Jane, ¿estás bien?
—Tu amiga es una ignorante. —Ambas reímos. —Realmente tiene un don para que la gente se aleje.
—No seas cruel, Jane. —Muevo la cuchara en círculos dentro de la sopa para enfriarla un poco. —A veces es bueno hablar con todo tipo de personas.
—Y no lo dudo, pero si sabes cómo se expresa y que no vas a llegar a ningun lado ¿aún así?
—Si. No te debes de encerrar en tu mundo, debes hablar con todos.
Tuerzo los labios antes de empezar a comer. Eso está mal, yo puedo hablar con todos sin problema alguno, pero si yo decido que mis amistades se reduzcan a dos no quiere decir que soy una jodida asocial. Si supieran lo que me costó construir mi lugar feliz, entenderían porque soy tan selectiva de quien entra o no. A lo largo de este camino las personas que se acercaron terminaron siendo buenas. Al final, el haber aceptado mi pasado, así como todas las enseñanzas que en él había, me volvió una persona a la cual admiro.
Por mucho tiempo creí que los héroes era personas que siempre sonreían y que habían nacido en cuna de oro, pero cuando mi madre nos acobijó con una sábana antes de dormir sobre aquella alfombra y sin algún mueble alrededor, esperando a que mi héroe llegara, me hizo dudar de aquella idea. Vaya mierda. De dormir en el piso a tener cada quien su cama, de ir en autobúses a en nuestro carro propio y todo ella lo consiguió sin ayuda de nadie. Para mí, se volvió mi heroína y más tarde me dijo mediante acciones que yo también podría ser una.