Capítulo 52

Es oficial, estamos en la recta final. Gracias por haberme acompañado, espero que se hayan reído o sentido algo como yo cuando lo corregía. También espero que haya sido una lectura agradable y fácil de decifrar jaja. 

Ya cállate Joshelin. T-T

Bueno, bueno, a leer humanos.

No te rindas, porque tu historia merece ser escuchada, leída.

—¿Crees que a mi mamá le guste esta blusa? 

—Yo siempre la he visto con ropa deportiva. —Levanto otra blusa igual pero de color azul cielo. —Llegamos con algo así y nos manda a la mier...

—¡Jane! —Sonrío sin voltearla a ver. —Sin groserías.

—Como digas..., abuela.

—¡Te escuché!

—Y ese era el punto.

Hoy era el último día del año y salimos a comprar regalos para la familia, esta vez éramos más que el año pasado. El saber que habría más de cinco en la mesa me ponía ansiosa y de mal humor, tanta gente me estrésa. Y si, es familia, pero son de esas que cuando llegan y te abrazan, como si fueras alguien que admiren mucho, si no lo hacen, ni te enteras que son parte del árbol genealógico.

Teniendo todo el año para verse, vienen el último día alzando la cabeza por logros ajenos y deseando que permanezcamos más tiempo junto. 

—Esta vez habrá más familia, ¿no?

—Pues espero que sea toda para conocerla porque si se muere una quiero saber que son de la familia.

—¡Dios, Jane!

—¡¿Qué?! —Me sobo la cabeza mientras mantengo el ceño fruncido. —Imagínate que llegué y me den el pésame y yo diciéndo: "Ah, no, no era nada de mí".

Huyo del golpe fuera de la tienda.

—Eres grosera.

—Soy directa, realista, fría, como guste llamarme usted. —Me encojo de hombros mientras cierro los ojos fingiendo estar dolida por su insulto. —¿El bar al que iremos está cerca de aquí?

—¿Por qué? —Se acerca a mí para tomar unas bolsas y seguir caminando. —¿Tu edad ya no te permite caminar tanto?

—No, lo preguntaba por ti. —Empiezo a trotar en mi lugar burlándome de ella. —No quiero que vayamos a mitad de camino y empieces con achaques, porque yo si me voy.

—E-Eres una hija de tu mamá. —Me río al escuchar su risa sin dejar de caminar. —¡E-Espérame!

Llega a mi lado respirando con dificultad y ahora es mi turno de reír. 

—La abubu se cansó. —Me ve mal antes de reír. —Vamos a esa tienda y para la casita.

—Ya casi llegamos al hotel, mi mamá está ahí. —Asiento recogiendo un conjunto deportivo mientras René revisa sus mensajes. —Dice que ya tomó un baño y descansará en lo que llegamos.

—Descansa de nosostras. Gracias. —Recibo la compra. —Que tenga un bonito inicio de año.

—Gracias, vuelvan pronto.

Me recargo en la puerta para empujarla y salir. 

El camino de regreso al hotel fue en silencio. Ambas nos dedicamos a admirar lo que la ciudad nocturna nos ofrecía. Las luces por la reciente celebración navideña aún seguían decorando los árboles y los locales, así como las pocas casas que se llegaban a ver. Los edificios se alzaban imponentes ante nosotras mientras uno iluminaba estratégicamente las ventanas para formar ondas en continuo movimiento que iban y venian por su extensa altura cambiando de color cada vez que llegaban a la punta de este.

Las personas reían al contar sus anécdotas haciéndo el resumen de este año. Muchas otras solo estaban en casa esperando a que algo extraordinario suceda o solo viéndolo como un día normal. Habían niños corriéndo por la plaza del centro comercial en donde nos detuvimos a comprar una pequeña empanada rellena de frutas y seguimos nuestro camino.

Puedes ver parejas viéndose con ilusión prometiéndose eternidad y otras viendo anillos que sellen esta misma. En sus rostros percibes a una más emocionada que la otra y eso me incomoda.

—¿Podemos ir a ver los anillos? —Me detengo en seco y miro a mi hermana quien estaba sonriente. —Es para una tarea.