Greenwood El Reino hada

1 La mariposa

-¿Qué miras,  Arista?- preguntó mi padre.
-Las hadas papá, ahí- le señalé- ¿Es qué no las ves?
-Sí, son bonitas, cariño, se parecen mucho a ti- dijo mi papá, tocando mi nariz.
-Mentiroso, tú no las ves porque no se aparecen a mí- lo miré con cara mala y él comenzó a reír...

(Riiing Riiing) 

-Mmm, cinco minutos más por favor- RIIIING RIIIING (sigue sonando el despertador) RIIIING... - ¡AH DEMONIOS! Ya estoy despierta.

Arista cogió el teléfono móvil y apagó el despertador, hace unos días tenía un tono de música kpop, pero decidió cambiar el tono por uno simple porque su vecino decía que esa música era una molestia, aunque apenas y se escuchaba el sonido de la música, claro, pero a ese vecino le gustaba quejarse de todo y de todos.

-Es un amargado- se dijo para sí Arista, recordando la queja de su vecino mientras se encaminaba al baño. Minutos más tarde ya esta preparando su café o más bien recalentado el café de ayer -¿por qué  habré soñado con ese recuerdo? Las palabras aún me rondan en la cabeza. Era una niña en aquel  entonces cuando mi papá me llevó a recorrer un camino rural por Río Tomeza y recuerdo que me emocioné mucho cuando vi a las personas que hacían expedición, ahí fue cuando se supone vi a las hadas y conocí al pequeño y valiente Thandil Cardo, también recuerdo que ese día me perdí en los al rededores y mi papá no me creyó cuando dije que estaba jugando con las hadas; me castigó por varios días aunque no se sentía tan mal que no me dejara ir a casa de mis amigas, porque pues jugaba en el jardín con Thandil... ¡Pero bueno! ¿Qué hago yo pensando en hadas? Nada de eso fue verdad ¿o sí? Naa que va, cuando uno es un crío se inventa de todo y parece real lo mires por donde lo mires, pero nada más... - ¡Puaj! Este café sabe zancudos.

Arista arrojó el café por el sumidero del fregadero y fue a terminar de arreglarse para salir. Es fotógrafa de paisajes en una revista aunque hace las fotografías por pasión que por trabajo. Se miró en el espejo de cuerpo completo en el armario y éste le devolvió su reflejo, unos ojos comunes y ojerosos, cabello corto castaño y revuelto.

-Debí peinarme, pero me da flojera. Aunque tampoco es que esté tan mal, me veo bien, estoy delgada y... y parezco una tabla con ese suéter y ese jean ¡Ni siquiera parezco tener pompas! ¿A dónde se fue todo ese ridículo entrenamiento de sentadillas? Mejor me pongo lo de siempre- decide cambiarse. Cuando ya se está colocando los zapatos, el móvil suena, da un tras pie hasta la cama donde lo había dejado y se arroja encima, coge el móvil mientras tararea la canción y contesta- ¿Qué pasa?

-¿Cómo que qué pasa? Estamos afuera esperando ¿Es qué no has visto los mensajes?

-No he visto ningún mensaje, Diego, y no me hables así que no eres mi papá ¿vale?- expresó Arista, poniéndose en pie y yendo hasta la ventana, corrió la cortina un poco y ve el vehículo de Diego aparcado en la acera de enfrente- ya bajo.

 

-Vaya pensé que no bajarías nunca ¿Te peleaste con el peine?- inquirió Cata, cuando Arista subió a la camioneta. Su nombre es Catalina, pero todos le dicen Cata y es quien se encarga de escribir artículos y eso, en la sección de paisajes.

-Tenía flojera de peinarme ¿vale?- comentó Arista, mientras hacía cuanta de su equipo por si se le volvía a quedar una de las lentes de la cámara. Lo tenía todo, cámara,  lentes, baterías de repuesto en caso de emergencia,  una muda de ropa porque van de Pontevedra a Ortigueira (España-Galicia) solo le faltaba un buen café porque aún estaba adormilada. 

-¿Quieres? Son mentas- Diego le ofreció caramelos de menta a Arista, una vez puso en marcha el motor.

-No gracias, se me antoja mejor un café- dijo Arista, chasqueando la lengua, aunque se cepilló los dientes sentía el mal sabor del café recalentado.

-Pues vamos a por café entonces- anunció Diego.

-Yo quiero un refresco- respondió Julio, desde atrás junto a Cata muy concentrada escribiendo en su móvil en una de sus redes sociales. Pero Andrés que iba al otro lado de la chica dejándola en medio de ambos, dijo que quería caramelos de menta porque no se cepilló los dientes y según, Cata le había dicho que tenía aliento con olor a rata muerta. Cuando Diego le pasó las mentas a Andrés, éste casi que pareciera que le quitaría la mano a Diego. 

Julio a la final también quiso mentas y ambos se las comieron todas, luego soplaban su nuevo olor a menta a Cata que se molestó por tanta inmadurez. En la cafetería Andrés se hizo con dos cajitas de caramelos de mentas y Cata puso los ojos en blanco cuando éste le guiñó un ojo.

Arista se bebió su café con bastante  crema, contenta mientras en el vehículo en marcha sonaba música de los 80s, atrás Julio y Andrés discutían de su mundo friki mientras Cata les pedía que maduraran que estaban grandes para hablar de Dragón ball, lo que ocasionó que todos comenzaran a discutir en el asiento de atrás. Diego subió un poco más el volumen a la música porque les pidió que se callaran, pero no hicieron caso. Julio por lo general no acompañaba al equipo, pero esa vez quiso ir con ellos, es el que se encarga del diseño y de página, lo suyo es estar pegado al ordenador todo el día, en su oscura cueva (su oficina) como un bicho raro. En cuanto a Andrés, él es fotógrafo también igual que Arista, aunque le gusta más hacer vídeos de cada lugar al que van y subirlos a sus redes sociales, de hecho justo en ese momento estaba grabando con el móvil a Cata y a Julio discutiendo; Cata se cubrió el rostro al darse cuenta y Julio saludó a su compañero. Andrés enfoca a Arista, ésta se baja la mascarilla y le saca la lengua, él se ríe aunque con la mascarilla no se notaba, ella sabía que su amigo tenía una sonrisa encantadora. Diego por otro lado estaba muy concentrado en el camino, también tenía puesta una mascarilla y miraba al frente con una mirada muy seria, de vez en cuando frenaba y daba paso a algún peatón, en una de esas se detiene y da paso a una señora que paseaba un pastor alemán de lomo oscuro. 



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En el texto hay: magia acción, ficcion steampunk, fantasia romance y hadas

Editado: 02.07.2022

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