Greenwood El Reino hada

5 El sabio

-Vaya, ese tal Colosal es bastante fuerte a diferencia de ti, Firedancer- sonrió Ezgatha, sin moverse del mismo sitio. A pesar de la fuerte lluvia no se mojaba, había puesto un hechizo impermeable sobre la extensa terraza, una especie de cúpula invisible. Observaba los movimientos de los caballeros negros, cuando algo a su espalda llamó su atención. Se abrió un portal cerca de los dos jóvenes que yacían inmóviles en el suelo, del que surgieron tres hechiceros. Se aparta de las almenas con una sonrisa despectiva.

-Así que eras tú- dijo Redclover, apuntando con el cetro al igual que el mago de su izquierda, a la hechicera. El otro se acercó a los que debían custodiar el observatorio- la misma que salvó a Phanton de perecer a manos de Thandil.

-Es mi señor, no iba a dejar que un estúpido "héroe" del valle abeja, lo matara- Ezgatha soltó una risita.

-No sabía que la hermana desquiciada de Ezrra, le era leal a alguien; pensé que solo pensabas en ti misma- espetó Redclover; el hechicero que se cercioró de saber la vitalidad de Wolfheart y Nox, se le acercó.

-Maestro, aún respiran- musitó- pero están muy débiles, Wolfheart ha perdido mucha sangre y el hechizo está pensado para desaparecer cuando mueran. Los está matando lentamente.

-Jajaja ¿Preocupado por tus aprendices, maestro?- se burló la hechicera- ese hechizo es una de mis especialidades ¿Lo recuerdas?

-Cómo no olvidar cuanto te gustaba sentarte a ver morir a los duendecillos nocturnos con esas cadenas, Ezgatha. Eras la peor de la academia Esmeralda- expresó el maestro- sin embargo, no es un hechizo que yo no pueda romper.

Luego todo ocurrió en fracciones de segundos, Redclover hizo un movimiento con su bastón deteniendo el ataque de luz de la hechicera, mientras hacía un movimiento con la otra mano; con el dedo dibujaba algo en el aire, apareciendo así en las cadenas de Wolfheart y Nox, runas rojas de rompimiento, a su vez gritó a los magos que lo acompañaron, les exigió llevarse a los inconscientes. Obedeciendo la orden, levantaron al hada y al hechicero, y atravesaron velozmente el portal que desapareció enseguida.

Furiosa, Ezgatha quiso evitarlo, pero su antiguo maestro no la dejó, pues le lanzó un ataque mientras desaparecía el portal. Esquivó el rayo del mago y se defendió de otro con un escudo de luz. Ambos se enfrascaron en una lucha de magia. El hechizo impermeable desapareció y ambos se hallaron bajo la fría lluvia, el viento se llevó el sombrero de la hechicera, algo que no le agradó. Dio con el bastón en el suelo y de un pentagrama que apareció verticalmente delante ella, salieron disparadas infinitas cuchillas luminosas de distintos elementos: trueno, fuego, viento, agua...

Redclover evitó algunas, otras las detuvo con un escudo elemental o las interceptaba usando magia según el elemento contrario, pero unas cuantas como el agua o el viento le hicieron cortes. Un corte en la mejilla, dos en el brazo izquierdo, uno en la pierna derecha... él también dio un golpe con su bastón y convocó un remolino. Ezgatha saltó a un lado antes de ser arrojada fuera de la terraza, el remolino destruyó algunas almenas y las rocas se precipitaron montaña abajo. El mago creó un pentagrama, uno rojo que apareció sobre el observatorio del que salían despedidas bolas de fuego igual que meteoritos, la hechicera comenzó a esquivarlos dando un salto a la derecha, a la izquierda, saltó hacia atrás con un giro en el aire... la rosa de su bastón brilló en azul y usó elemento agua para interceptar los ataques de fuego, al rededor de la rosa se formó una cabeza de rana de agua que comenzó a escupir líquido. La gran pila de madera y heno, fue alcanzada por las llamas, ardiendo completamente.

-¡Maldición!- Ezgatha aprovechando la misma lluvia, invocó una poderosa tormenta, el cielo relampagueó y las nubes se arremolinaron al rededor de la cima de las montañas. El poderoso viento húmedo comenzaba apagar el fuego, el hechizo rojo del mago desapareció.

El viejo maestro, luchaba para no ser llevado por el vendaval, dio unos pasos al frente con cierta dificultad, alzó el cayado y un rayo rojo salió disparado hacia el tempestuoso firmamento enrojeciéndolo. La tormenta de Ezgatha se transformó en un remolino de llamas ardientes, que se vio en los bosques, la muralla y más allá de esta, incluso fue vista a lo lejos en Tulipán. Sintiendo el peso del agotamiento y aprovechando la queja de la mujer por aquel calor, decide realizar un nuevo hechizo.

-Eres increíblemente hábil, Ezgatha, pero me temo que tendré que privarte de tu magia- Redclover con los ojos iluminados, traza con los dedos un pequeño pentagrama y se queda a mitad de terminar una runa de sello, cuando algo atravesó veloz la cortina de fuego y aterriza pesadamente tras él.

-Orthil- Ezgatha lo ve incorporándose cuán grande es y al anciano caer de rodillas con la cara lívida, al desplomarse ve el gran cardenal en su espalda. La espada del capitán de los caballeros negros, goteaba sangre. La tormenta se dispersó.

-Te advertí que no arruinaras la misión, con este espectáculo de luces se han dado cuenta que estamos aquí- la voz del hombre se escuchaba amortiguada por la máscara de gas que aún no se quitaba; avanzó hacia la hechicera, que lo miraba sorprendida- más te vale que logremos eliminar la barrera antes de que Phanton llegue.

-Descuida, aún tengo un as bajo la manga, mi querido compañero- le aseguró la hechicera, sonriendo. Chasqueó los dedos y su sombrero regresó igual que un águila que vuelve al brazo de su amo, se apartó unos mechones de cabello mojado y se lo colocó nuevamente.

 

Ubicación: Palacio de Tulipán, corredores de las habitaciones de sanación, en los aposentos del Este, nivel inferior bajo los salones de entrenamiento y armería.



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En el texto hay: magia acción, ficcion steampunk, fantasia romance y hadas

Editado: 02.07.2022

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