Si alguna vez se pierde, tome reparo en pensar detenidamente, pues no hay nada más terrible que el caos interno.
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Perderse significa encontrarse para el cuerpo y la mente. Perderse es extraviarse sin rumbo, pero aquí para Gregor Anastasio Cou, significaba otro sentido. No podía volver, ni ir donde fuera que se encuentre, pues aquí en el infinito centro del universo, no existen las leyes de la física, como tampoco la probabilidad de las soluciones a las que estamos acostumbrados. Lamentamos informar que para ser astronauta también se debe ser aventurero, y sin otro remedio tener presente que donde vayamos a sumergirnos, siempre habrá oscuridad y dentro de ello, mitad fortuna, mitad desgracia. Como una caja de sorpresas al abrir y observar lo que nos depare el destino.
Gregor cuenta sus minutos, sin que haya tiempo aquí en el espacio infinito. .......
No recuerdo, pero estoy aquí suspendido en un limbo del tiempo, donde nada ha de parecer real, ¿y si lo fuera?, ¿De qué me serviría?
No lo recuerdo, pero algunos dibujos llegan a mí, y mi historia es tan extraña como los sucesos que viajan en mi mente.
No recuerdo lo que ocurrió, pero heme desde este sitio en el silencio de una noche inexistente. Somos partículas efímeras de algo que fuera creado. Es increíble que tanta belleza nos rodee, y a la vez sea tan extravagante hasta el punto de poder destruir la carne, que es energía. No recuerdo ni como he llegado aquí, o sí, solo sé que el oxígeno que respiro no parece, el que comúnmente se suele adquirir en mi planeta.
El XL, ahora es parte de un recuerdo como toda la tripulación, cuando la bestia se hizo presente arrasando con todo a su alrededor.
Aún puedo sentir la respiración de la criatura despedazando a mi compañero. Era tan lúgubre ver desde el espejo de un reflejo una cabeza suspendida en medio de éste mar repleto de nimias partículas de minerales provenientes de cualquier parte de la galaxia que han viajado por los siglos de los siglos, y aquí han llegado.
Un asteroide parece llegar hacia a mí. Viene a una velocidad que no logro describir, pues aquí, en el recinto del espacio todo parece suspenderse sin movimiento bruscos, desde ese instante en que mi mente también intenta pensar cómo podría escapar, fuera de la gravedad que no existe en mi cuerpo.
Es determinante tener presente que aquí, es el paraíso de flujos de colores. Pura energía que viaja. Que va en una dirección y otra, y así sucesivamente. Estoy apenas recobrando el conocimiento y aquella piedra gigante viene a mí. No puedo en mi arcaica forma manifestarme contra aquel artefacto. El peso de mi traje. Un atuendo espacial, con todos los elementos necesarios, armas. El combustible en mi mochila que se inflamaba, y podría ser peligroso. Todo era un problema crucial.
Estoy suspendido en el espacio, ya lo he dicho, y lo diré, y estoy recobrando las fuerzas que en mi cerebro me indican ¿el por qué?
Si, por qué estoy aquí, ahora; en este instante. Impase de tiempo, y espacio.
Las imágenes son confusas, como el polvo de las estrellas luminosas. Aquí abundan en su magnificencia. El majestuoso circo de colores, que sobrepasa los matices de un arcoíris.
- ¡Dios!, ¡es tan hermoso! – me digo a mi mismo como una voz en off, solitario conmigo mismo - Ojalá otros pudieren observar lo que este astronauta ha podido ver con estos ojos que me fueron dados a razón de verificar cada partícula que forma nuestro universo.
De a instantes la impresión de la bestia malévola se apodera de mis lenes, en cuanto comienzo a memorizar lo que era de éste ser en el viaje al Satélite XL. Lo que pueda llegar
a narrar, puede causar una estrepitosa y terrorífica sensación de que no estamos solos. Si quiera el planeta al cual bautizamos tierra es un lugar seguro.
Hay quienes son, y no son, y pasan desapercibido en nuestras vidas. Ya verán que cuando caminan, nadan, o vuelan, nada es lo que parece. Nada es real.
Piedra se acerca cada vez más. Oigo un sonido. Es como una suerte de interferencia. De a instantes se agudiza como queriendo destrozar las cavidades de los tímpanos auditivos. No tengo fuerzas para tomar mis manos. Tan solo poder quitarme esta tortura de casco que aún me provee el oxígeno por medio de la manguera, pronto se acabará, y terminaré con este problema que me agobia. No le deseo a nadie mi suerte. Es el oxígeno, o el asteroide, pero por favor que esa criatura no vuelva del infierno de donde vino, si no es que éste es el mismísimo averno. Un espacio solitario repleto de objetos luminosos que viajan sin saber a dónde irán, como los seres vivos de la tierra, u otras estrellas.
Ahora el sonido se calma, y solo puedo oír el silencio, que parece una respiración agobiante de alguien que agoniza hasta que sus entrañas exploten ¿Quisiera saber que significa ello? Que las entrañas exploten, como las de Eduard, cuando la criatura apretaba su cuerpo hasta explotar, como una pasta de dentífrico, cuando se aseado en la epopeya dental. Solo estaba allí con su mirada de espanto extendiendo la mano para que lo rescatase; para que tomase lo que es de él. Para que esa cosa (no tengo palabra, y si la tuviera sería mejor no aplicarla, para describirla) con alas, y afilados dientes no pudiese arrebatárselo.
Respiro hondo, y una luz, traspasa el vidrio del casco hasta llegar mi pupila izquierda, ello genera un movimiento tan simple como el del parpadeo, y es cuando estudie en mis adentros. En las lenes de mi mente, los recuerdos de ella, y mi hijo. Los extraño. Y tal vez no los vuelva a ver aquí en el suspenso del espacio sideral en que estoy atrapado. A los lejos puedo notar parte del Satélite XL, y sus partes que se distribuyen por todos los caminos que se forman aquí ¿O no? Hay muchos caminos, los puedo ver. De improviso parecen desvanecerse, y luego aparecen como líneas que se estiran.
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Editado: 11.10.2023