Gregor Anastasio Cou - Odisea de un viajero

El tiempo pasa muy rápido.

¿Será que estoy atrapado en una línea temporal?

 

 

 

 

 

 

 

Al primer rayo de luz, que se filtró por el interior de mi refugio improvisado, su calor se hizo presente hasta que se acercó a rosando cada parte del cuerpo hasta llegar a mi rostro, inmediatamente desperté del sueño que estaba teniendo, en el cual un paraíso me rodeaba de jardines, y una suerte de hechicera hacía de mí, su esclavo sexual hasta despojarnos el uno al otro de la nada. De haber seguido no me iría jamás de un sitio como ese. La libertad es el pleno beneficio del goce de la vida.

 

Me desperecé, y lo primero que hice fue encender mi computador, para desentrañar bien mi situación. No parecía haber rumores de nada alrededor, y todo estaba absolutamente bien. Me bebí una taza de café que preparé como mi maquina portátil. Aún me quedaba suficiente como para continuar el proceso de este viaje.

 

A saber nuestros trajes espaciales, están diseñados de forma que mantienen una mochila detrás nuestro con todos los elementos básicos, precisos y necesarios para supervivencia. Desde la llegada del hombre a varios planetas del sistema solar, se han implementado métodos adyacentes más eficientes a fin de instalar colonias en el espacio exterior. En planetas lúgubres como Plutón, o Neptuno. En asteroides como el L25, el cual es explotado como sitio minero.

 

Recuerdo cuando mi hija, ¿me dijo llegaremos al cielo?, Claro que sí, claro que lo haremos, y muchos más. Había pasado una época estimable ¿Me pregunto que se encontrara haciendo? Ni bien seguro estará proyectando alguna maquina como a Clarice le gusta, mientras Reve prepara galletas, y Eduard, insumido en su realidad virtual, jugando a esos juegos de rol virtuales. En fin es momento de levantar el cubículo –refugio, y prepararme para continuar. A ordenar todo como corresponde me dispuse a salir de mi carpa. Al parecer todo estaba muy tranquilo, pero algo no parecía lo que realmente fue ayer, no, algo es diferente, y hasta me atrevo a decir que no corresponde a lo que ayer podía descubrir. El

 

 

 

 

árbol donde me había posado a escribir la carta creció de una forma descomunal. Un ruido generó que me prepare en guardia ante una situación indeterminada. Eran sonidos agudos

 

¿Pensé nuevamente en las arañas, la escolopendra, o esos mini reptiles? Detrás de una roca aguardé, y mis ojos no podían creer lo que veían. Eran lagartos gigantes volando por una cordillera de montañas perdiéndose entre las nubes que se escondían en los picos de las cimas. De repente escanee aquellas aves ¿Eran o no? No puede ser. Por primera vez la maquina arrojaba una conclusión de parentesco ¿Son los llamados Pterodáctilos? ¿No puedo entender? Este planeta alberga la vida que fue la tierra. Esa podía ser mi conclusión. Urgentemente organice todos los elementos, preparando todo para levantar el campamento. No había otro resultado. Estaba en una tierra inhóspita llena de insectos, o lagartos gigantes, o eso creía, y no podía determinar bien lo que estaba pasando. Entonces señalé con mi dedo para guiarme, y poder descender de la ladera en la cual había llegado, y me di cuenta que debía escalar para llegar abajo. Esas aves están allí explorando todo alrededor, y no quisiera ser su desayuno en la mañana. Apresuré mi andar forzándome entre las piedras que formaban grietas en las cuales tener un agarre efectivo. Saque la soga de metal, he hice el enclave, para afirmarlo en un punto que sostendría mi peso, y desde allí comencé a descender en seguida, aunque siempre afirmando mis pasos, ante una bajada precipitada. Desde aquí hacia abajo hay una buena cantidad de metros, que podrían no gustarle a quien sufriera un accidente por estos lugares. Fui dando saltos cortos, y de a instantes me detenía cuando las aves pasaban muy cerca. Algunas venían con botines. Una de ellas llevaba uno que parecía familiar. Al depositarlo en el nido para sus polluelos, me era claro, que era un pequeño dinosaurio. Entonces estaba en lo cierto, estoy en un planeta cuya especie extinta en la tierra hace millones de años, es líder en otro mundo, desarrollándose. No podía creer lo que mis ojos veían. Como regresar el tiempo atrás. Sin perder cuidado retomé mi tarea a descender, y una roca mal colocada caía al precipicio, no le di importancia cuando, me pude dar cuenta al mirar hacia abajo, que justo en la misma dirección había unos de esos nidos con los rapaces aguardando, y la madre estaba sobrevolando mi perímetro. Un ruido de pájaro inmenso invadió mi zona, haciendo que se moviera la cuerda de un sector al otro. Estaba como un péndulo del lado izquierdo, y luego centro, y derecha. No tenía maleabilidad de mis movimientos. El ave gigante se direccionó en lo primero que pudo avistar que era un cuerpo blanco de astronauta, entonces, extraje mi alabarda que había preparado con esmero.

 

 

 

 

para cazar y al primer intento hice apoyo con el suelo y me sostuve con la soga dispuesto a darle pelea si era necesario. Al llegar a mí, me posicioné sobre ella, y logré atinarle en su rostro, pronto la soga me tambaleo al otro lado de la ladera ante el impacto. Al regresar el ave –reptil, me sujete muy pacientemente, e hice impulso consolidando desde una grieta y me arrojé nuevamente, esta vez dándole en el cuello, y logrando que se retiré, al regresar a mi sector, me aferré a las rocas, a tomar un respiro, y modifique el rumbo de bajada. Di dos pasos hacia abajo, y luego de otro respiro, otros tres. Con la mano derecha reforcé bien la soga de metal. Desde arriba, estaba haciendo un falso contacto, al querer asegurar mi cuerpo para seguir escalando. La cuerda se soltó y emprendí un deslizamiento de forma estrepitosa. No tenía fuerza para gritar siquiera, y venía a gran velocidad como me dirigía a la tierra, en forma de estacas los cipreses, pinos y sus copas, con ramas gigantes. Entrar en ellos para milagro de mi suerte; parte de sus ramas sostuvo mermando el peso en la mitad de un palo grueso generando que el deceso sea lento. El ancla de punta desprendida se ajustó en forma satisfactoria, hasta golpearme con el suelo de una manera no tan agresiva. El cohque del impacto no produjo ninguna lesión por suerte. Me incorporé de la caída, y guardé la soga luego de desanclarla. Unas hormigas parecían hacer su trayecto, y resolví seguirlas. Eran de un tamaño prehistórico. No gigantes, pero tampoco normales al efecto. Había tenido tantas sorpresas que no me parecía raro lo que viniese en mi dirección. Al seguirlas un lago grande, y allí frente a mí una formidable criatura con cuernos. El escaneo informó que era un tricerátops, con sumo cuidado tome mi cámara y saque algunas fotos para determinar su procedencia. Todo era increíble, desde las aves, y ahora era como regresar a millones de años atrás. Bebía agua plácidamente, y sin que nadie lo moleste. Escondido detrás de uno de los robles grande, lo observaba. Sin embargo no todo puede mantenerse de una forma tranquila, sentí los pasos en temblores. Eran pasos que parecían mover la tierra, y la criatura dejó de beber el agua para comenzar a moverse, aunque era tarde, el ruido del alarido se hacía tal que sabía de antemano que podría ser. Procuré movilizarme, no obstante era tarde. No tuve manera, ni tiempo de pergeñar una idea rápida. El tiranosaurio Rex, rey de los lagartos, apareció detrás de mí, me congelé sin decir palabra, ni moverme, pero no prestó atención, sino a la otra criatura que de cara al lago estaba quieta, aguardándolo. Fue en su búsqueda preparada para cazar. Filmé ese momento, pues solo tenía esa imagen en películas, y éste evento, era real. Era real, y mis ojos, no podían creerlo. Ambas bestias se




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