El ciclo de la violencia no tiene fin pero hay víctimas que jamás pueden salir de ahí, no pueden dejar a la persona con la que están.
Estar forzada a estar con una persona que no me respetaba y mucho menos me quería, me quitaba vida, me quitaba entusiasmo y me quitaba gran parte de mi, me consumía como el fuego a la leña, tan despacio pareciendo no hacer daño pero acabando totalmente conmigo, quería huir muy lejos. Se suponía que estaba huyendo de papá y ahora estaba envuelta en todo un lío con mamá.
La vería por la tarde, comerías juntas y después iríamos a la convención.
—Quiero verte lo más bonita que puedas, aunque no creo que sea para tanto, de todas formas siempre llevas esos tontos converse que te hacen ver tan casual y ridícula, te compras algo bonito, un vestido o algo femenino que se te atraviese, no quiero verte así tipo vagabundo sin chiste.
—¿Qué tienen de malo mis converse?.
—Ellos nada—Se rio y me miro se arriba hacia abajo y lo único que pude hacer fue agachar la cabeza, era humillante no poder defenderme. Y siguió su frase —Pero tú... En ti todo está mal.
—Pues si a mi me gustan es lo que me pondré, te guste o no, tienes a tus amantes para disfrutar de escotes, así me conociste y asi me quedo.
—Que frase tan tonta y retrógrada.
—El único retrógrada eres tú, por machista y prejuicioso.
—Sigue hablando y haré que todo tu imperio caiga, estarás en la mira de todos, estarás en periódicos y carteles y haré de tu vida una total miseria de la cual no podrá escapar hasta que te mueras y aun muerta te quiero ver sufriendo. —Para este punto el ya me tenía arrinconada y amenazada con un objeto de la habitación, no dije nada y lo hice a un lado para poder pasar.
—Mi mamá nos espera para comer ¿Le avisaste a tu papá? —Lo mire de reojo y su sonrisa era de burla.
—Carajo, maar, claro que le avisé.
—Okey, iré a arreglarme.
Cuando encontré a mamá en el restaurante no la mire directo a los ojos, sentía como el corazón latía tan rápido que temi morir ahí, pero lo más probable es que se me saliera del pecho.
Me senté junto a ella y la salude de beso en la mejilla, ella me sonrió y acomodo mi mechan de cabello detrás de la oreja, a decir verdad se veía bastante bien, como si no hubiera abandonado una hija.
Y al lado sin haberme dado cuenta antes, estaba un a bebé dormida en un carrito de bebés.
Me quede mirando a la pequeña un par de segundos hasta que mamá me vio y me dijo —Más tarde quiero hablar contigo, ahora sígueme la corriente en todo y porfavor sé inteligente.
Okey mamá, no importa aqui estoy...
¿ME ESTAS MIRANDO, MAMÁ?
NO ME MIRES A LOS OJOS QUE VOY A LLORAR
ELLA TE TIENE Y ¿QUÉ HAY DE MI?
MAMÁ ¡MIRAME AQUÍ ESTOY!
TAMBIÉN IMPORTO YO.