Que no digan que no fui valiente.
Que no digan que fui cobarde por anhelar el descanso prometido.
Que no digan que fácil me rendí; por que no fue así.
Que no digan que no luche.
Que no digan que no preferí reir antes que llorar.
Que no digan que no trate de aferrarme a la vida por que ahí estaba yo; aferrándome al marco de la ventana y rogando a Dios una señal para no cometer el mayor pecado.
Que no digan que no pedí razones para quedarme, más siempre me las daban para irme.
Que no digan que no rogué por ayuda por que por las noches era lo único que gritaba.
Que no digan que no fui valiente; por que lo fui.
Que no digan que fui cobarde por que me aferré a mi misma para salvarme.
Que no digan que fácil me rendí por que mientras a mi futuro lo veía negro yo luche por cambiarlo.
Ese día no me salve la vida, me salve a mi y me costo mi vida. Ese día no me dí razones para vivir, me di razones para no morir, sigo aferrándome a ellas pero sí un día dejo de hacerlo que no se diga que valiente no fui pues he aquí un atisbo de la lucha interna con la que llevo cargando más de lo que recuerdo.